VIII) Roy Rogers

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Estaba seguro que si alguien viniera y le dijera que era técnicamente imposible que le gustara alguien en menos de una semana, él diría que nada es imposible.

Ahí estaba, observando al joven que se comenzaba adentrarse en sus pensamientos y corazón de una forma... inusual. El mismo hombre que decía que era anormal dormir en la cama ajena de otra persona, mas pareciera adorar hacerlo. El mismo hombre que se rió cuando le dijo que de su gata dependía quiénes podían entrar a su hogar. El mismo hombre que se regocijaba al ver animales en la calle y usaba a su hija de cuatro patas como almohada. Ese hombre que con una diminuta sonrisa, podía verse como el ser más hermoso ante sus ojos...

Ese hombre, no era otro más que Jiāng Chéng.

Huàn entró de forma silenciosa a la habitación. Utena también estaba profundamente​ dormida, soltando unos suaves ronquiditos, calentando la espalda un poco descubierta de WǎnYín. Seguramente los movimientos de este provocaron que su polera se levantara un poco. Zǐdiàn estaba derretida sobre el árbol de la minina, enseñando sus escamas que brillaban por la luz que se colaba por las cortinas, ignorando su árbol propio que estaba al costado.

Si hace una semana le hubieran dicho que conocería a un chico especial. Que viviría la experiencia de tener una serpiente en su cuello y casa. Y que su gata era algún tipo de animal mágico que podía ver el pasado de las personas, seguramente se hubiera reído y lo hubiera tomado como una historia de algún cliente influenciado por el alcohol.

Pero, ahí estaba ahora, sentándose sobre la cama en la cual dormía plácidamente ese hombre especial.

WǎnYín reaccionó al peso ejercido en la cama, moviendo sus piernas para terminar hecho un ovillo pálido y seguramente frío.

El invierno estaba al acecho y Jiāng Chéng vestía como si fuera verano... O el joven tenía la sangre muy caliente, o era inmune a los resfríos. La fría brisa del otoño saludando al invierno los había acompañado en su recorrido a casa hace unas horas, junto con esa llovizna provocada por las lágrimas de las nubes. Los pájaros ya estaban en sus nidos o migrando a otra parte más cálida.

Pensaba que tal vez este invierno no sería tan solitario y frío. Tal vez navidad sería más viva y emotiva. Seguramente año nuevo sea el mayor júbilo que haya tenido en la vida.

Con cuidado levantó las pestañas de Jiāng Chéng. No tenía muchas, pero tampoco tenía escasez de ellas. Tenía la cantidad perfecta para sus ojos, y el largo justo para que se vieran como el aleteo de un picaflor. Los rasgos juveniles con toques de madurez serían la envidia de los modelos que deben usar maquillaje sobreexagerado para aparentar ser los más hermosos del año. Estuvo a punto de sacar su dedo cuando los ojos del menor se arrugaron al igual que su nariz, pero terminó petrificado cuando WǎnYín se acercó más a su mano en busca de calor corporal. Con su mano libre, tocó el brazo para comprobar su temperatura; estaba frío, no tanto como un hielo, pero sí para creer que tal vez no haya crecido en un lugar de aire cálido y sol brillante.

Jiāng Chéng le contó que, donde él creció, el aire era tan seco en verano como un ramo de flores marchitas, y con un sol que podría invocar un láser gigante para cortarte en dos... Estaba casi ebrio ese día. Pero con una sonrisa más espectacular que un piano recién pulido, le dijo que todo eso se olvidaba cuando se hundía en el lago de lotos que había en el lugar; los lotos eran sus acompañantes de múltiples colores y tamaños, unos más vivos que los otros que recién terminaban de florecer. Y una agua fría que te invitaba a quedarte danzando en el fluido cristalino hasta que la luna comenzara a recitarle poemas de amor a las estrellas que se reflejaban en aquel lago.

Aún se preguntaba cómo la gente podía decir que el presidente de LJ era un ser cruel, malvado, sin corazón y completamente sobrio. ¿Realmente habrán hablado con él? ¿Se habrán tomado el tiempo de siquiera conocer algún lado de él? Huàn estaba cien por ciento seguro de que nadie creería que el elfo enojón (como le dicen sus empleados. Elfo por lo guapo y enojón por su actitud), era realmente blando de carácter... Sí, tal vez insultaba hasta cuando duerme...-

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora