IX) Christmas Tree

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Les recomiendo re leer todo porque cambié cosas y agregué nuevas.

Advertencias

Mención de ataques de ansiedad, pánico y estrés.
Maltrato psicológico
Acoso laboral.
Lenguaje no apropiado de palabras.
Diabetes.

Pueden matarme al final del capítulo por la demora.

Los días pasaban en una danza que era guiada por las lloviznas del invierno

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Los días pasaban en una danza que era guiada por las lloviznas del invierno. La nieve se acumulaba frente a sus pies para enseñarles un nuevo camino; tal vez un poco peligroso, pero al mismo tiempo llamativo. La luna le contaba los sueños de dos personas predestinadas, tanto a la luz de su vida: el sol. Como a sus hijos: las estrellas. Ambos luceros mayores se encontraban pocas veces en un año en un eclipse de tonos oscuros. También el astro de tonos anaranjados, con suaves rayos de luz, le dibujaba cómo ambos destinados comenzaban a pasar sus días juntos, sin darse cuenta de lo que comenzaban a sentir, y el cómo los demás hablaban de ellos. El sol y la luna solamente reían ante la inocencia de aquellos puros corazones, y compadecían esas mismas almas que le rogaban hasta las estrellas de otros mundos por un mínimo roce cariñoso entre ambos.

Las tintineantes estrellitas chismoseaban la trágica historia de amor que ya habían sufrido aquellas resplandecientes almas. También susurraban como, los seres junto a ellos, pertenecían a una parte antigua de cada uno.

Callaron al escuchar la tristeza del sol, quien lloraba por la partida de su amor verdadero. Otras fechas más donde estarían separados.

Mientras que en el cielo las nubes ocultaban la tristeza del sol y las estrellas se retiraban con su madre luna, en la tierra, los humanos que eran el tema de conversación de los astros, tenían una grave pelea.

—Piensa cualquier plan para detenerme, pero iré de todas formas —El alma de tonos púrpuras se regocijaba de alegría por la preocupación que su amado tenía por él, pero comenzaba a odiar a su estúpido cerebro.

Llevaba décadas aguantando al mismo cerebro gruñón que era un reprimido social con aires de bruto.

Necesitaba urgentemente que, en su próxima vida, su cerebro acompañante sea un poquito menos testarudo e imbécil, sobre todo lo último.

—WǎnYín, no puedes ir en ese estado —La dulce voz de su compañero lo enamoraría en esta y en todas sus demás vidas.

—Claro que puedo, mírame hacerlo.

Jiāng Chéng estuvo a punto de subir a Sāndú cuando un mareo le revolvió la visión. Creyó que tocaría el suelo y ganaría un dolor extra en su espalda... pero, no sucedió, su insistente amigo lo atrapó en sus brazos incluso antes de comenzar a tambalearse para atrás.

—Claro que no. Estás ardiendo, no puedes ir así.

Lán Huàn tenía sujetado el cuerpo agotado de Jiāng Chéng con uno de sus brazos. Con su mano libre tocaba la frente del menor, quien respiraba a través de sus labios y envolvía sus dedos en el tercio abrigo del otro. WǎnYín sentía su cuerpo demasiado caliente por dentro, era como si lava recorriera por sus venas. La palma de Xīchén se sentía realmente satisfactoria en su frente. Estaba fría, y eso calmaba un poco su ardor e irritación corporal.

Perfectly ImperfectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora