Mis ojos se sienten tan pesados, levantar la cabeza es un dolor, estoy mareada y solo puedo divisar sombras. Mofándose de mí, sus bocas distorsionadas en macabras sonrisas. Mientras mi cuerpo se tambalea hacia atrás buscando un apoyo, cualquier cosa que me impida tocar el suelo. Encuentro con la espalda una pared y me deslizo hasta el piso. Mi cabeza pesa demasiado, tengo nauseas, no veo nada y solo están ese par de sombras con sonrisas horribles acercándose a mí.
-PFF HA HA...Mírala no sabe ni donde esta...-
-Tranquila bonita, te vienes con nosotros...-
Garras, negras entidades se acercan a mí, sus sonrisas con colmillos se abren para comerme. Cierro los ojos, no vale la pena, no puedo moverme, mi cuerpo ya no es mío.
Un grito viniendo de las sombras me obliga a abrir aunque sea un poco, pelea para abrir los ojos.
-heey... Que te tras tu pendejo!-
Ya no puedo, pesan demasiado, frio, calor, duele, mejor me voy a dormir.
Apoyada sobre un montón de bolsas de basura, en un callejón del centro de su territorio, se muerde los labios para golpear a el sujeto en la cara, debe hacerlo con cuidado o le lastimaría de más y eso son problemas innecesarios. La prioridad es la pobre chiquilla tirada. Deja de lado los dos cuerpos en la calle y se acerca a la muchacha. 13 años tal vez, es delgada y su cabello castaño cae sobre su rostro, tiene puesta una chamarra claramente más grande que su talla con las mangas a remangadas, dejando ver en sus brazos una serie de moretones, pequeños orificios en los codos. No es necesario imaginar que los ha causado, solo hay que mirar a las espaldas de ella. Una liga de plástico y una jeringa que claramente han sido usadas.
¨Heroína¨
Antes de poder acercarse para ver su condición, la chica comenzó a convulsionarse. El joven no se demoró en tomarla entre sus brazo, era tal ligera que le causo una tremenda lastima, sus huesudos brazos colgando por los costados no se aferraban a nada. Yo tenía que ser rápido así que poniéndose en marcha la llevo a su casa.
Frió, pesado, doloroso. Abre los ojos con dificultad, girar mi cuerpo es una gran hazaña. Duele más respirar, pero duele aún más mi piel. Estoy acostada en una cama con una cobija encima de mi cuerpo. Duele mi brazo y con razón, hay una jeringa atravesando mi brazo izquierdo. Tiene un tubo de esos que hay en los hospitales. Es molesto, quiero quitarlo de mi brazo, pero simplemente mover el otro brazo es una pesadilla de dolores distintos.
Suene una puerta abrirse y mi cabeza no responde lo suficientemente rápido como para saber quién ha entrado a la habitación. Es un joven, trae en brazos una bandeja. Cierro los ojos fingiendo estar dormida aun. El deja la bandeja por lo que parece una mesita cerca de la cama y toca mi frente, su mano es fresca y grande. Murmura algo y revisa la jeringa de mi brazo. Eso lanza un pinchazo de dolor pero muerdo mi mejilla para no soltar ningún quejido. Cuando termina, se acerca de nuevo a mí, acomoda con sus dedos el cabello sobre mi rostro y se retira por la misma puerta por la que entro. Estoy muy cansada, quiero dormir, pierdo contra la tentación de dejarme llevar por la oscuridad.
Mi cuerpo esta tan frio que duele, mi cabeza duele tanto que el simple hecho de abrir los ojos me desorienta al punto de mareo. Intento sentarme en la cama, pero no puedo reunir la fuerza necesaria como para aguantar mi peso. Mi brazo me manda una oleada de dolor. Hay un moretón abarcando una gran zona de mi codo. Me dejo caer de nuevo en la cama de manera más violenta de lo que esperaba, y de nuevo el dolor, mareo y nauseas. La puerta suena de nuevo y ese joven llega a tiempo para sostenerme, acerca un balde a mi rostro y acaricia mi espalda mientras lo dejo venir.
-Eso, suéltalo todo con calma- Murmura cerca de mí, mientras los espasmos se encargan de que la bilis salga de mi cuerpo.
Toso unas cuantas veces más y al parecer ya no hay nada más en mi estómago, porque a pesar de tener aun las náuseas solo son sonoros quejidos lo que sale de mi boca. Él toma el balde y abre una puerta un poco más al fondo de la habitación, es un baño, sale de el con un vaso con agua y me lo ofrece y por primera vez me doy la tarea de observar el rostro de la persona que se ha estado encargando de mantenerme con vida.
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Bendecido
Genç Kurgu¨Bueno, es mi primera historia original que publico así que hay esta.¨ Eres parte de mi, cuida tu lugar de nacimiento pequeña criatura, te entrego un pedazo de mi para que nunca sufras. Solo escúchame, la canción de cuna que susurro en tu oído te gu...