Mi nombre es Beatriz, pero todos me dicen Bea no sé por qué se les dio por ese diminutivo tan horrible en realidad mi hermano lo inventó para atormentarme cuando era más chica. Mi familia es pequeña sólo estamos mi madre, mi hermano y yo. Y yo soy del tipo aburrida.
Si tomamos los estereotipos de hace unos dos años dentro de una clasificación del uno al diez yo estaba en el puesto menos veinte o aún más abajo. Si bien siempre fui alta y ‘esbelta’ –calificada así por mi abuela, si tus familiares no te han dicho cumplidos entonces no eres humano- tuve kilos demás como todos cuando somos pre adolescentes, híper insegura de mi misma y la mayoría del tiempo que tenía libre me encerraba a leer. Sigo teniendo alguna de esas características, salvo que ahora en vez de estar conjunto con María –una chica no muy querible de mi salón- en aquel menos veinte me encontraría en un puesto número tres de la clasificación. Seguro que se dieron cuenta que ahora ser así de reservada está ‘de moda’, y sinceramente es algo que odio ¿qué no era más fácil dejar de moda a esas muchachitas que se le tiran a cualquiera?
Creo que tenemos un no sé qué de misterio, aunque sigo siendo la misma pero ya no tan reservada y es una cualidad que extraño mucho de mí. Siempre he sido de pocas amigas, en realidad solo tenía una, Julia éramos como agua y aceite creo que por eso nos llevábamos tan bien todo lo hacíamos juntas, éramos hermanas. Si son buenos observadores se dieron cuenta de que todos los verbos estaban en pasado y eso se debe a que Julia me dejó, si como lo hacen las parejas sólo que dejo de ser mi hermana, para pasar a ser mi amiga, luego a una compañera de instituto y ahora como una simple persona la cual sé su nombre y su historia. No se los voy a negar fue muy triste y solitario, me quedé sola por unos meses pero aquí es dónde empieza las historias de las cuales fui testigo.
Fue un año para no recordar, o mejor para aprender a no cometer los mismos errores nunca más.
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Un año para olvidar.
أدب المراهقينEn un año pueden suceder muchas cosas, ganar amistades, perder otras, enamorarnos ser felices o llorar al segundo. Al fin y al cabo somos románticos, somos adolescentes somos extremos. Aquel que no tenga un año que quiera olvidar no es realmente un...