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Isabella.

la puerta se abre y detrás de ella aparecen Sergio y Bruno, con el pastel en sus manos, el reloj marca las 23:55, rápidamente acomodamos la mesa y Ginés se sienta en ella, colocamos el pastel frente a él, y sin tener mucho conocimiento de dónde salió, le coloco un gorrito en su cabeza, y este ríe. Para mí sigue siendo el chaval de diecisiete que conocí hace unos años, soy un año mayor que él, pero ante mis ojos es un nene.

empezamos a "entonar" la famosa canción de cumpleaños, mientras este sonríe y canta con nosotros, sin embargo en medio del canto noto la cara de pocos amigos que carga Pablo, lo que hace que empiece a dudar sobre si alcanzó a escuchar algo de mi conversación con Chemi. Terminamos de cantar y aplaudimos mientras Ginés sopla las velitas que forman el número 19. 

— Pablo —lo llamo, este me ve totalmente serio— ¿puedes ir por el regalo de Ginés? —digo, no responde y se va hacia la habitación, donde está guardado, sale nuevamente, y cuando Ginés lo ve salir, sus ojos verdes brillan, buena señal.

—tío acá está tu regalo, esperemos que te guste y sepas valorarlo, te aseguro que fue elegido con amor y con cariño, y de la forma más estudiada posible, Isa fue la que vio lo de los detalles y demás. —dijo entregándole el regalo. El murciano abrió el estuche de la guitarra, no sin antes apreciar el acabo mate que acompañaba el estuche de color negro, dejando relucir en la parte baja las letras doradas que formaban "Walls."

pero la sorpresa es aún mayor, cuando abre el estuche y dentro había una guitarra, era una guitarra electroacústica, que había visto una vez que pasé frente a una tienda de música, le comenté a Pablo que le quería dar ese detalle a Ginés, porque lo veo más centrado en la música, y sé que tiene planeado grabar algunos vídeos, así que me parecía un buen regalo. La guitarra era negra, y al igual que en el estuche, tiene una letras doradas que forman "walls" 

mi amigo se levantó de su lugar y se tiró sobre mí para abrazarme, y pude escuchar un par de sollozos que me quebraron un poco, dejé un beso en su mejilla y rodeé su cuerpo con mis brazos, Ginés jaló a Pablo y nos abrazó a ambos.

—sois lo mejores tío, de verdad os amo un montón,—decía Ginés— me han mejorado la semana, el día, el año, este cumpleaños ha sido muy díficil para mí porque Alfon ya no está, pero su detalle me ha llenado el corazón. —decía Ginés con sus ojos llenos de lágrimas, sonrío sin mostrar los dientes y lo abrazo nuevamente.

—yo te aseguro que Alfonso siempre estará con nosotros Ginés. —digo en medio del abrazo.

comimos un poco de pastel, hicimos la rutina nocturna y nos iríamos a dormir, Javier, Bruno, Chemi y Sergio dormirían en la otra habitación, y Ginés en nuestra habitación en un colchón en el suelo.

después de haberme duchado, fui a la habitación, honestamente no me estaba sintiendo bien, el comentario de Ginés me dejó bajoneada, y tenía una fea presión en mi pecho. Entré a la habitación, Ginés ya estaba dormido y Pablo estaba sentado en la cama.

—no me siento muy bien —comento, pero mi amigo no responde, y su cara de pocos amigos sigue presente— ¿qué te pasa tío? Todo el rato estuviste así.

—no es tema de tu interés —me responde molesto.

—a ver chaval, cálmate, y baja el volumen de tu radio, ¿qué te pasa tío, qué te tiene así?

—que yo también me siento mal Isabella —dice en un tono de voz más alto— ¿tú de verdad no estarías conmigo?  —me quedo helada ante su pregunta.

—¿por qué preguntas eso?

—porque te escuché hablando con Chemi, y le dijiste eso, no me quieras hacer quedar como un tonto. —responde molesto. Suspiro de manera pesada.

—solo quería detener el cuestionario de Chemi, realmente no quise decir eso —respondo— esto está siendo demasiado complicado para mí, además hay algo que me tiene dándole vueltas.

—¿lo de las campanillas? —inquiere, alzo mi vista para encontrarme con sus ojos.

—sí, yo ya las había escuchado en una ocasión —hablo mientras juego con mi pulsera— cuando estaba con Alfonso, una vez que nos besamos, y ese día las volví a escuchar, eran las mismas campanillas.

—yo nunca las había escuchado —dice— entonces eso debe ser una señal, de que ahora es a mí a quién le toca amarte y cuidarte.  —dice mientras toma mi mentón con cuidado, y se acerca, para repetir lo que pasó aquella vez en la habitación del hotel.

junta nuestros labios, pero esta vez me permito disfrutar un poco más de sus labios.

—joder —escuchamos una voz ajena a la nuestra.

perenne ; AlfonBTA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora