Despertaba un chico de ojos Rubí y cabello blanquecino, sentía su cuerpo pesado y un dolor de cabeza junto con náuseas. Se removió para abrazar al chico a su lado, pero al percatar que no había nadie abrió los ojos y se sentó para buscarlo, pero ya no estaba.
—Se fue sin despedirse... Sabía que era un imbécil como todos los demás —Se levantó sintiendo un dolor en su cadera y espalda, que punsaba un poco.
Se levantó por completo y se dirigió al baño para tomar una ducha, arreglarse un poco y lavar sus dientes, para depués salir de la recámara viendo a su amigo preparando algo en la cocina, sentía el olor a dulce entrar en sus fosas nasales y lo dejó salir en un suspiro.
—Noche que has tenido, Mafu —sonrió el de cabellos rosados.
—Si, fue genial eso. Pero se fue sin decirme nada, es malo —Se cruzó de brazos recargandose en el marco de la entrada a la cocina.
—Oh, me dijo que te vería después y se veía un poco... Preocupado, ¿de donde sacaste a ese chico?
—De la Fiesta de los Kurogane, la tonta de la chica ya se lo iba a devorar. Por suerte su hermano los detuvo y yo me quedé con el premio —sonrió.
—Voy a adivinar, le dijiste que eras virgen —dijo borrando la sonrisa—, ya es al tercero que le dices eso.
—No me regañes, no es mi culpa quererme divertir un poco, además que él...es diferente a los que había conocido.
***
Cierto chico de hebras y ojos oscuros se encontraba almorzando solo, sus padres trabajaban de lunes a sábado así que la mayor parte de la mañana y tarde se la pasaba solo en fines de semana, salía con sus amigos o a veces solía tener citas para entretenerse un rato, o solo se quedaba en casa a estudiar y no bajar su promedio; no sabía si dormir o estudiar para los exámenes que ya se acercaban, si no aprobaba esos exámenes no podría ser aceptado en la Universidad que él deseaba sin contar que sus padres lo matarían de no cumplir su palabra de ir excento en el Colegio como había prometido.
—¡Soraru! —escuchó que gritaron desde fuera de su casa, una voz que ya conocía.
Se levantó y camino a su portón viendo a sus dos amigos con bolsas de supermercado, ¿Estos chicos nunca se cansaban? Ayer ellos parecían estar muy animados y ahora estaban frente a su puerta tan energéticos como siempre, en cambio él de solo el rato que pasó tenía sueño.
—¿Como está nuestra máquina del amor? —preguntó Amatsuki.
—Haha si, ayer te vimos con Izuku Kurogane, como muchos la conocen la diosa del sexo —siguió el blanquecino.
—¿Que? ¿Y porque no fueron por mi? Casi me mata su hermano a puñetazos, de no haber sido por... Alguien, estubiera muerto —regaño cruzándose de brazos.
—No pensamos que eso fuera a pasar, además que te buscamos por todos lados y ya no estaban así que nos fuimos, creímos que la pasabas bien —sonrió picaron el castaño oscuro.
—¿Enserio te iban a golpear? Es una suerte que te salvarán, porque esos tipos cuando se enojan se ponen como salvajes.
—Ya lo noté... Alto, ¿no se supone que deben estar estudiando? —alzó una ceja confundido.
—Soraru, no todo es estudio y estudió, relajate un poco, —hizo de lado al dueño de la casa y entró a la Sala dejando la bolsa sobre la mesa de centro— por eso siempre tus novias te abandonan.
Los otros dos entraron y siguieron sus típicas charlas que tenían, mientras jugaban videojuegos y comían botanas para entretenerse, pasaban así juego tras juego haciendo apuestas y retos para los perdedores durante la mitad de la tarde. Fue así hasta que a Amatsuki le dió hambre y decidieron salir a comer algo al centro de la ciudad en una cafetería que tenía platillos sencillos pero deliciosos según los chicos que visitaban mucho ese lugar.
Parecía que todo iba bien y correcto, los chicos estaban jugando mientras comían tranquilos, necesitaban un respiro después de tanto estudio y repasos escolares aunque uno de ellos sienpre se lo tomara a la lijera y aún así sacaba buenas notas, no excelentes pero eran buenas para ingresar a una buena Universidad.
—Mira, viene Ayagi-sempai —dijo sonriendo el de orbes cafés.
—¿Sempai? —Miró al chico de cabellos rosados caminar a ellos, no lo podía creer, era el compañero de Mafu.
—Hola, chicos. No los esperaba ver aquí —habló son una sonrisa tranquila, mirando a los tres chicos.
—Ayagi-sempai, él es nuestro amigo Soraru —presentó Luz, tomando del hombro al último mencionado.
—Hehe ya nos conocemos, nos conocimos ayer en el apart-
—¡El cuarto de donde me llevó Izuku! Haha —interrumpió el peli azul con una sonrisa nerviosa—, me da gusto verte, Ayagi.
—Él es nuestro maestro de guitarra, es un dios tocando —sonrió bobamente el castaño.
—Hehe gracias, debo irme que mi amigo me espera. Soraru, espero que nos encontremos después —caminó a la salida, donde se detuvo frente a un encapuchado y ambos se fueron.
—Hermano, ¿como conociste a Ayagi-sempai? —preguntó Luz.
—Él... Estaba con el hermano de Izuku y alguien más —dirigió su mirada a su comida y siguió degustando algo serio.
Los otros dos se miraron confundidos, ¿que acababa de pasar? Parecía que guardara un secreto donde el adulto tenía algo que ver, pero, ¿que pudo haber pasado?
Los compañeros de departamento caminaban por las calles donde todo lucia en un tono naranjo por el atardecer que casi no se podía apreciar por los edificios y anuncios grandes. Ambos iban callados, no era un silencio incómodo ni tranquilo pero se sentía una ligera aura extraña.
—¿Pasa algo, Ayagi?
—Es que... Soraru no quizo decir donde nos conocimos, dijo que en el cuarto de no se que.
—¿No dijo nada de mi o algo?
—No, y parecía tenso o nervioso, ¿crees que sea un homosexual de clóset? —miró al otro.
—No, me dijo que no es gay... Pero ahora que dices eso yo quiero conocerlo más —sonrió.
—Te negó frente a su amigos.
—No estamos saliendo en primer lugar, en segundo lugar me parece muy lindo y en tercer lugar, pienso que será divertido jugar un poco a las escondidas con Soraru —mordió su labio sonriendo.
—Eres raro y muy peligroso.