─Padre debo volver al mercado, traeré las flores ya que venga de vuelta ─explica Er dejando la escoba en su lugar después de haber barrido la acera.
─Está bien, con cuidado ─permite sonriendo.
El nombrado asiente y sale de la iglesia rumbo al lugar, han pasado dos semanas desde que comenzó a trabajar ahí y la verdad no la ha pasado mal.
Es mucho menos pesado que su trabajo habitual, disfruta de las conversaciones que tiene el mayor además de que las enseñanzas que le da son bastante positivas.
Siempre había visto la religión como una secta que te quitaba la razón e imponía sus creencias contra todos así no estén de acuerdo.
Y si bien conoce a personas que llegan a ese extremo, pensando que su Dios y sus creencias son las verdaderas, Joel le ha enseñado que no hay una respuesta incorrecta o correcta, solo hay suposiciones y tú puedes elegir lo que quieres creer.
Lo más importante dentro de la religión a la que apoya es el amor, el respeto y sobre todo no juzgar ya que de todos los pecados es el único que ese tal Dios no perdona.
Lo cual es irónico tomando en cuenta que los llamados "Mayores fieles" se la pasan juzgando como si fueran un ejemplo a seguir.
Además de la existencia de uno que otro hipócrita que al cambiar de una vida pecaminosa y llena de depravaciones a una de religión y meditación juzgan a los que están pasando por lo que ellos en su momento.
Y eso es de hipócritas.
No ha olvidado su misión principal pero por momentos se da permiso de hacerlo, le gusta imaginar que solo está ahí para ayudar al padre y buscar la ayuda que sin saberlo necesitaba.
Le gusta escuchar sus clases.
Le gusta poder llegar a casa de su hermano y abrazar a su hija sin tener que bañarse antes por miedo a que tenga la peste de uno de los hombres que lo utilizan.
Le gusta la compañía del padre.
Le gusta la voz del padre.
Lo peor de todo, es que parece que le gusta el padre.
Tal vez sea solo algo pasajero, es obvio que pasando tiempo con alguien tan agradable ha llegado a tenerle empatía y gusto por su presencia.
Y el físico que tiene Joel no ayuda porque Erick no es ciego, de verdad le es atractivo, ha notado que algunas personas lo observan de más y aunque en su mayoría son mujeres hay uno que otro hombre que guarda su gusto en secreto.
Pero Er los conoce como la palma de su mano.
No se hace ilusiones ni nada que ver, pero no es ajeno a los encantos de su jefe temporal y próxima víctima, por desgracia.
Compra lo que será necesario para este día y vuelve sintiendo una mirada sobre él, no debe voltear para saber que se trata de Yoandri que lo ha estado vigilando últimamente.
Sabe que se está tardando en algo que los ladrones de Richard les tomarían minutos pero no quiere arriesgarse, jamás ha robado y no sabe cómo hacerlo, además el hecho de que el padre le agrade solo lo empeora más.
Regresa a la iglesia y una vez más las miradas no se hacen esperar, ha tenido que lidiar con muchas de esas últimamente.
La noticia de que "El prostituto" es el nuevo sacristán ha puesto la mira encima del ojiverde, las señoras recatadas, los hombres aparentemente respetables que han pagado por sus servicios un par de veces.
Todos lo miran como si de un bicho raro se tratase.
Cambia las flores que adornan los santos de la entrada y limpia todo lo que le corresponde.
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Joerick: Mi religión.
أدب الهواةJoel es el nuevo padre de la iglesia. Erick es un simple prostituto.