Aprieto el botón del elevador con urgencia, voy tardísimo al trabajo. Me choca llegar tarde. Pero neta no podía levantarme de la cama, escuchaba la alarma a lo lejos y nomás no podía mover el brazo para apagarla, sentía que necesitaba dormir otras treinta horas para estar bien.
Esta semana casi no he dormido por tener que terminar unas piezas para el desfile que vamos a hacer en la escuela. He estado viviendo de café y siestas cortas en los pocos minutos que tengo libres pero ayer en la madrugada por fin acabé todo y aún me quedaban unas horas para descansar antes de que empezara mi turno en la cafetería. Es el sueño más necesario y revitalizador que he tenido.
Por suerte es un día tranquilo, lo único que no me gusta tanto es el clima.
Esta ciudad es tan fría y yo no me termino de acostumbrar. Tampoco me acostumbro a los silencios incómodos de los extraños en los elevadores. Vivo en el piso 4 de un conjunto de departamentos chiquitos, me gusta porque está muy cerca de la universidad y también puedo irme caminando al trabajo pero tengo una vecina metiche que me cae tan gorda. Lo bueno es que la veo muy poco y cuando estamos en el mismo elevador, ignoramos la existencia de la otra.
Qué diferente es esto de mi vida de antes. En el pueblo todos son amigos, todo el mundo se conoce, todos se saludan, todos platican. Y no es como que yo sea la más platicadora pues, pero llevo varios meses en este edificio y aquí ni los buenos días se dan.
Tal vez debería de empezar a tomar las escaleras, sería un buen ejercicio también.
El elevador se detiene y salgo corriendo.
Al llegar a la cafetería, saludo a Perlita y me recibe con un cafecito y un pan recién salido del horno.
"Ay Perlita, me vas a poner como tamal con tanto pan." Le digo después de darle una mordida.
"Si estás bien flaquita Juli, tienes que alimentarte bien porque estás en pleno desarrollo."
Eso me hace soltarme a reír. "Si sabes que ya soy mayor de edad, ¿verdad?"
Ella voltea los ojos. "Bueno, bueno, ya. Cometelo sin rezongar y ve a atender al muchacho." Me dice señalando al chico que acaba de entrar.
Perlita se va unas horas después y me pongo a limpiar las mesas, a esta hora suele haber poca gente así que conecto mi celular al bluetooth y pongo una playlist que me encanta. Me hace muy feliz bailar, es una de las cosas más simples pero placenteras.
Me recuerda mucho cuando la Lupe ponía sus cumbias y bailábamos juntas mientras hacíamos el aseo. La Lupe es mi mamá, por cierto, pero así le digo de cariño, es mi mayor fan, lo ha sido siempre. A veces la extraño muchísimo y lo único que quiero es irme con ella y abrazarla una hora o diez. Pero luego recuerdo el orgullo en su cara cada vez que le cuenta a alguien de su hija universitaria estudiando en la ciudad.
Así que mientras estamos lejos, bailar como lo hacía con ella me hace sentirla cerca. Algún día la convenceré de que se venga para acá.
Estoy tan concentrada en la música que ni cuenta me doy cuando entraste pero de pronto algo me hace mirar hacia la mesa del fondo. De esas veces que sientes la mirada de alguien en ti y volteas para cerciorarte de que es una persona real y no uno de los espíritus chocarreros que según la Lupe luego vienen a hacerte bromas cuando estás sola.
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Ours
RomanceAU Juliantina. "Mine" escrita desde la perspectiva de Juliana. Serie de one-shots basados en canciones.