Capitulo 2

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Tu llegada a mi vida fue apresurada, entre noches de desvelo para hacerte saber que todo estaba bien, que has hecho una buena elección , había cosas que no comenzaba a comprender.

El como empecé a adorar tu absurdo cabello, o el olor que emanaba de ti, inclusive esa forma tan extraña y peculiar de actuar, tu pasión por la música, tu delgadez, todo eso se volvió mi anhelo.

Intenté llegar a ti, pero me estrelle con la realidad al intentarlo.

Tú no me querías, intentaste disculparte por tu comportamiento, mismo que según tu confundí, por un momento creíste que lo mejor que podías hacer en ese momento era alejarte de mi, tal vez eso iba a enmendar tu infravalorado rechazo.

Te pedí que no te fueras, ya no sería capaz de lidiar con esta soledad. Te convencí, y ese tema se dejó en paz.

Al principio te costo un poco reiterar el trato que me otorgabas antiguamente, misma razón por la que comencé a salir con chicas, tal vez eso te haría sentir más tranquilo, tal vez eso te demostraría que no me dolió, aunque por la noches llorará.

El tiempo hizo su trabajo, toda esa indiferencia se perdió entre vivencias,  ahora todo estaba bien,lo que no se perdió fue ese amor por ti, que lo hiciera ver como algo banal no era sinónimo de que haya desaparecido.

Pero estaba funcionando, hasta que vi tu cara de ilusión mientras me contabas sobre "ella", el como te hacía sentir, el como darías todo por estar a su lado, todo eso parecía algo impasible.

Tuve miedo, sabía que en cualquier momento te irías, y así fue, decidí no detenerte, no deseaba suscitar algún problema entre los dos.

Eso no evito que un tiempo me sintiera parte de la inmundicia, intentaba justificar tu abandono con el hecho de que había algo en ella que yo no tenía. Nunca obtuve una respuesta concreta.

Asistí a tu boda, sabía que debía hacer acto de presencia para hacer las pases con mis pensamientos. En ese acto tan solemne dijiste "sí, acepto" con una mirada jovial, que no pude evitar llorar. Pensaste que lo hacía de felicidad.

Tiempo después fui testigo de la llegada de tu primogénito.

Ese día estabas lleno de ilusiones, por fin sentías que pertenecías a algo, ahora eras parte de una familia, y decidiste incluirme, me denominaste tío de ese niño.

Cuando entre a la sala de maternidad, me topé con el mayor tesoro que pude haber encontrado en la vida, un ser tan pequeño y frágil, con una piel no tan pulcra por las pecas, pero no dejo de ser tu viva imagen. Era maravilloso, era otra oportunidad de estar contigo, ese niño era un trozo de ti, todo estaba decidido, yo tenía que estar con él.

En ese momento mandé al carajo cualquier posible prejuicio, no me rendiría. Sabía que era algo muy soez de mi parte, algo enfermizo quizás. Pero no me detuve, ya había encontrado a quien me haría feliz.

Desde entonces te visitaba muy seguido, antes de irme iba y conversaba con tus pequeños, intentaba crear un lazo. No fue hasta que tú pequeño cumplió trece años, cuando note que empezaba a sentirse nervioso a mi lado, era algo tímido cuando hablaba.

No fue hasta los quince años donde él decidió dar el paso, yo no podía darlo, no quería someterme al mismo error.

Lo hizo de una forma sutil, yo solo sonreí, lo había logrado.

Se que esto es un error, lo siento tanto... pero no pienso abandonarlo, lo amo, demasiado, aunque a veces me porte mal con él, yo lo amo.

Chess

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