Dulce de leche | Maylor |

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Tema: Colores pastel

Shipp: Maylor

Historia Fluff

Brian siempre ha tenido preferencia por aquellas cosas y personas que son de colores pastel.

La risa de Robert, el bebé de sus vecinos, es verde pastel y suave como el pelaje de Delilah, la gata de su casero.

El número treinta y nueve es su favorito, sabe a un día en la playa, cálido y medio salado. Es color rosa pastel. Pero por separado el tres es negro y sabe a lo mismo que la tristeza. Y el nueve es áspero y sabe a uva pasa. El recuerdo de su madre es amarillo pastel, aunque ella era naranja. Recordarla es como el amarillo pastel. Nostálgico pero lleno de vida, sin importar que viva solo en su memoria.

Ese día la ciudad huele a calma. Los sonidos son ondas pequeñitas que apenas distingue. Dejan tenues rastros de colores que se esfuman ante sus ojos para después dar paso a los colores de otros sonidos de esa tarde de domingo.

Se dispone a llevar un postre para su vecino Jim, pues su color rojo bermellón últimamente ha estado algo pálido. Jim está triste y lo sabe no solo por su color. También porque su voz sabe a pan quemado. Así que creyó que un postre podía alegrarlo. Pero al cruzar su puerta, el olor a calma cambia a vainilla. Escucha una voz rasposa, pero él la siente tersa como algodón de azúcar.

—¡Matilda! ¡Detente, cachorra maleducada!

Observa el halo verde neón de la Shih Tzu que se detiene y se acuesta a sus pies. Mira como aminora y ya no encandila tanto. La magia llega cuando la voz con textura de algodón de azúcar vuelve a sonar acompañada de un precioso color rosa pastel.

—Eres grosera y confianzuda, Matilda, ¡levántate! —La voz se acerca y además de saber que se siente como algodón de azúcar, Brian percibe que sabe a dulce de leche— Disculpa, soy Roger, tu vecino nuevo.

Brian lo admira devoto. Contempla su rostro que es tan hermoso como su aura. Sus ojos son azules. Como cielo despejado. Como los lunes a las dos de la tarde. Sus labios color durazno, igual al vapor del agua tibia.

—Brian May —sus manos se estrechan y mira encantado esos rosados rastros chispeantes que se mezclan con el lila de su propia aura.

Una charla casual comienza, contando anécdotas de la mudanza y algunas mas personales. Y mientras Roger habla, Brian no deja de observarlo fascinado. Su risa es dulce, tanto como su voz. Está totalmente embelesado por su belleza y su inefable mezcla de olor, textura y sabor que dispara sus sentidos y los hace explotar como fuegos artificiales. La platica se convierte en una cita a cenar en el apartamento del nuevo.

Después de esa cena llega otra mas. Después otra y así por seis meses.

Una noche antes de regresar a su apartamento, Brian toma a Roger por las mejillas, acerca sus rostros con lentitud y junta sus labios tímidamente. Sensaciones, colores, sabores. Cree que tocar el cielo es igual a los besos del rubio. Dentro del estómago siente el revoloteo de diez jilgueros y los hilitos de color que dejan al batir sus alas.

Mira los labios contrarios pintados levemente de lila. Un "te quiero" se pronuncia al unisono y ambos sonríen. Pero solo Brian puede percibir la intensidad que tomó el aura de Roger.

En su mundo de sinestesia, donde Brian saborea sentimientos, ve sonidos y auras, sabe que de los colores pastel que tanto le gustan, el color rosa de Roger, es y será su favorito.




¡Hola! ¿Como están? Aquí reportándome en esta preciosa dinámica. 

Quién me conoce o me ha leído anteriormente, sabe que mi escritura es estúpidamente larga, así que espero que les haya gustado este desvarío de 593 palabras.

Nos vemos los próximos días.

Cuídense mucho. Les llevo en el cora. 


Queen Week 2020 [One Shots Maylor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora