Cap. 4

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—Al menos te ocurrió algo bueno hoy. Te dijo que eres lindo. —Harrison lo codeó amistosamente. 

—Seguramente lo dijo para que no me sintiera mal. Él nunca se fijaría en mí. —Tom suspiró profundamente. —Sólo mírame. ¿Qué tengo de especial?

—Hermano, escúchame. —el ojiazul lo tomó por los hombros con cariño. —Yo lo que pienso es que deberías trabajar en mejorar tu autoestima. Quién sabe si él te ve como lo más hermoso del mundo y tú simplemente no te das cuenta por estar pensando lo peor. 

—Lo intentaré. —fue toda la respuesta del castaño y todo lo que necesitó escuchar Harrison para entonces volver a caminar junto a él, como lo hacían toda la vida. 

El mundo es como un pañuelo, o eso dicen porque, al entrar a una tienda de discos, lograron ver a un corpulento hombre de espaldas a ellos. Tom, como siempre, intentó huir de la situación pero su amigo le dio un pequeño empujón. 

Como su suerte no podía ser mejor, nótese el sarcasmo, tropezó con la espalda de Jake cayendo de culo al suelo. El mayor, al darse cuenta de esto, se volteó a verlo y lo ayudó a ponerse de pie con una sonrisa marca Colgate en su rostro. 

—Qué coincidencia encontrarte de nuevo, lindo. —habló Jake y el pequeño castaño se sintió en las nubes, dejando volar su imaginación. —¿Venías a verme? —preguntó bromista. 

—Eh, yo… Yo… En realidad venía por esto. —agarró rápidamente un CD por los nervios sin mirar la carátula y de milagro le salieron las palabras. 

—No sabía que te gusta Coldplay. —Jake levantó una ceja sorprendido. Finalmente alguien tenía algo en común con él y le daba las gracias al destino por eso. —Algo en común tenemos. 

—Digo, ¿a quién no le gusta Coldplay? Son lo mejor. —Tom se sonrojó tanto que bien se podía hacer salsa de tomate con sus mejillas. 

—Me encanta cuando te sonrojas. —Jake admitió honestamente. —Venía por el mismo disco. 

—Te lo regalo si quieres. —le tendió el CD que tenía en la mano y agarró otro. Éste tenía la carátula rosada y decía Lover en letras brillantes. —Yo cogeré este. 

—¿Te gusta Taylor Swift? Al parecer tenemos ya dos cosas en común. —rió Jake. —Quería invitarte a comer el próximo sábado a las 8, si no es molestia. 

“Sería todo un honor”, pensó Tom con una pequeña sonrisa, la cual desapareció apenas un segundo después. Esto no fue algo que Jake no notara. 

—¿Dije algo que te molestara? Si es así, lo lamento mucho. —se disculpó de inmediato. Él pensaba que el chico se veía mejor cuando sonreía. No le gustaba verlo cabizbajo. 

—No, no es eso. Es sólo… Olvídalo, no quiero preocuparte. —Tom le restó importancia al asunto y colocó el disco nuevamente en su lugar. —Creo que es mejor que me vaya. —agregó con pesar. 

—¿Y el disco? Pensé que lo querías. —se extrañó Jake, más por la actitud del muchacho que por lo que había hecho. 

—En otra ocasión será. —susurró. —Fue un placer volver a verte. Debo irme. 

Se sentía un completo cobarde por dejar al hombre que le gustaba con la palabra en la boca y totalmente confundido, pero tenía que salir de allí de una vez por todas o le daría uno de sus arranques de llanto en público y lo que menos deseaba era eso. 

Se agachó a recoger los libros a toda prisa y corrió lo más rápido que pudo sin cerciorarse de que había dejado algo muy importante para él al alcance de Jake: el diario. 

Con miles de dudas en su mente, Jake vio aquel cuaderno que lo intrigaba desde que se lo vio en manos esa misma mañana en la librería y lo tomó. ¿Qué escondía ese cuaderno? 

¿Por qué ese chico era tan misterioso? Esa era otra pregunta que no lo dejaba en paz. Quizás tenía algo que no deseaba que nadie supiera, ni siquiera él, pero ¿por qué? 

Lo abrió comido por la curiosidad y en la primera hoja decía en letras de color magenta sobre el papel blanco: Diario y debajo, casi al final de la página, un nombre que no saldría de su memoria: Tom Holland

El resto del papel estaba decorado con dibujos que había hecho el chico, entre los que se hallaban corazones, mariposas, arcoiris, pequeños unicornios… Incluso había escrito párrafos de canciones. 

Esto, lejos de parecerle ridículamente femenino, le pareció tierno y cursi. Cliché, pero tierno y Jake amaba esa mezcla. Era del tipo de hombre de mentalidad abierta que estaba a favor de que cada quien podía gustar de lo que quiera. 

Jake siempre quiso alguien con quien poder compartir lo que le gustaba sin que lo tacharan de ridículo, anticuado, demasiado cursi o afeminado, lo cual ocurrió con sus parejas anteriores. Ninguna de sus relaciones funcionó. Quería alguien con quien pudiera ser él mismo, alguien que no lo juzgara, alguien con quien tuviera intereses en común… El dulce e inocente Tom lo había cautivado. 

Decidió que no leería aquel diario. No le gustaba husmear en donde no le convenía y un diario era algo muy íntimo. Él también tenía uno. 

Se lo devolvería al día siguiente en el trabajo ya que notó que ni siquiera el amigo estaba ahí para enviárselo con él. 

—¿Por qué eres tan misterioso, Tom Holland? ¿Quién eres realmente? —le preguntó a la nada, dando un suspiro. —Desearía que me dejaras conocerte. 

Diario de un chico feo (Gyllenholland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora