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— José Miguel puedes hacerme el favor de quedarte quiero y tomarte esto? —dijo la rubia riéndose y pasándole al malagueño una taza de té

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— José Miguel puedes hacerme el favor de quedarte quiero y tomarte esto? —dijo la rubia riéndose y pasándole al malagueño una taza de té.

Había pasado un mes desde que habían dejado a Chemi ir libre del hospital y como los médicos no sabían que era lo que había pasado, pues le habían recetado tes para el estómago.

Elisa sabía que no tenía nada que ver con una enfermedad, pero igual le daba tés para seguir la corriente... No iba a decirle a Chemi que había sido una maldición de su ex novio.

Ahora estaban solo ellos dos, se la pasaban en casa todo el día, o la mayoría del día. Porque Chemi trabajaba desde casa y Elisa estaba en su descanso por embarazo. Así que ninguno de los dos salía realmente de casa.

Por esa razón, Ginés y ella no se habían visto ni una sola vez, ni se habían llamado, ni siquiera un mensaje se habían enviado. Nada... Eran dos desconocidos otra vez.

— Ya te dije que los tés no me sirven de nada, ya no me siento mal —dijo él tomando la taza— ¿Como podría estar mal si tengo la mejor enfermera del mundo? —dijo tomando las manos de ella entre las suyas.

Entre ellos ya no se sentía está química romántica de antes... Algo había cambiado entre ellos, ahora era más... Era como si ambos supieran que lo de ellos no tenía pies o cabeza. Que no estaban hechos el uno para el otro.

Ahora solo eran amigos, y Chemi seguía pensando que iba a hacerse cargo del hijo de Elisa sin importar que pasara, o lo que sea... Él la seguía queriendo, quizás ya no como antes, pero le tenía cariño.

La veía preocuparse por su hijo y le enternecía verla en su maternidad, pero también la veía llorar y sabía que era porque en la cabeza de ella... Ginés no desaparecía. Y bien o mal Ginés era el padre de aquella criatura, jamás iba a dejar de serlo.

Por eso Chemi quería irse, con Sergio habían hablado ya la posibilidad de que la empresa se abriera una sucursal en Inglaterra, el único problema es que uno de los dos tenía que irse a Londres... Y Chemi no sabía cómo decirle a Elisa que podían ser ellos. Porque no sabía si era una posibilidad que ella quisiera irse con él.

Buscaba la oportunidad de planterarle el asunto, pero no estaba segura de que ella lo quisiera... Alejar a Ginés de su hijo era algo horrible y ella podía cuestionarse aquello.

— tengo que ir con Sibel a que nos entreguen el vestido final y para que nos hagamos cargo de los vestidos de las damas de honor —comentó ella mirando al chico frente a ella, este asintió.
— ¿Quieres que vaya contigo por si algo pasa? —le acarició la mano, ella negó.
— Solo llevo 6 meses, no es demasiado, puedo aún ir sola además... Voy con Sibel y la madre de Sibel —alzó los hombros. No era una preocupación en realidad, ella seguía sintiéndose ligera como antes...

Sibel la había convencido de ser dama de honor también, a pesar de que estaba embarazada. Porque Elisa no quería pero en palabras de Sibel "No quiero que nadie más sea mi dama de honor porque tú eres lo más importante para mí" lo que acabó convenciéndola.

Los vestidos iban a ser rosados, con algunos brillos desde las mangas hasta la cintura que iban desapareciendo... Y era flojo, era muy bonito, en verdad.

Ginés estaba ansioso por esa boda, porque claro... Con Mauro eran bastante amigos, tanto que él iba a ser el padrino, iba a ser quien llevara a Elisa del brazo hasta su sitio en la boda.

Aquello había sido plan de Sibel, porque ella conocía a su amiga, sabía que por más que negara seguir queriendo al rubio... Lo hacía, le quería, le extrañaba, necesitaba verlo de nuevo. Y había tenido tiempo además para hablar con él, así que sabía que era mutuo.

Que Ginés también quería a Elisa, que la amaba y extrañaba y que pensaba en ella casi todo el tiempo. Así que si cupido no actuaba, ella lo haría. Había planeado todo aquello con la intención de que ambos pudieran estar juntos al menos por un momento.

Y Ginés lo sabía, por eso le emocionaba, había incluso preparado su discurso, lo que diría lo que haría... Estaba preparado para rogar y para explicar todo lo que había pasado.

Estaba seguro de que esa no iba a ser la última vez que la viera y hablara con ella. Estaba seguro que iba a lograr hacerla que lo quisiera otra vez... Esta vez iba a hacer las cosas bien.

Elisa salió del apartamento luego de besar la mejilla de Chemi y se dirigió a su Uber para poder ir a casa de Sibel para luego ir a hacer lo que tenía que hacer.

Estaba feliz por su amiga, y emocionada por la boda, aunque sabía que Chemi había negadose a ir... Dijo que no se sentiría cómodo con todos los amigos de ella que él no conocía, y había optado por no ir.

Era bueno, porque así podría funcionar el plan de Sibel para unir a Ginés y a Elisa, plan que seguramente no sería posible de haber un Chemi cerca.

Solo faltaba un mes para la boda, un mes... 30 días que se podían sentir como mucho, pero que se iban a pasar volando.

Elisa bajó del coche cuando llegó, pagó y subió hasta el edificio de Mauro y Sibel, donde tocó la puerta y la recibieron los brazos de si amiga que la abrazaba con cuidado de no lastimar la barriga que aunque no era muy grande, era barriga a fin de cuentas.

— ¿Cómo está el bebé más querido del mundo? —dijo Sin poniéndose de cunclillas para acariciar la barriga de su amiga, la rubia soltó una risa.
— ¿Cómo es posible que solo oir tu voz lo haga moverse como loco? —soltó, la castaña se levantó a mirarla con una sonrisa.
— Quizás yo soy el verdadero papá de tu bebé —alzó los hombros y le guiñó un ojo, Elisa rió.
— ojalá —soltó un poco triste y Sibel negó.
— Sabes que no lo dices en serio, y estoy segura que vas a poder arreglar esto de Ginés y tú —le acarició el cabello, Elisa asintió y entró en la casa para seguir con sus asuntos.

Dᴇᴍᴏɴ ~ Wᴀʟʟs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora