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La chica se desabotonó la camiseta y se quitó la falda. Su ropa era negra y bastante simple. Sin encajes no muy provocativa.

Aún si el rubio la miró atentamente cada movimiento que ella hiciera, siguiendo las curvas de esta, era tan perfecta.

— bien, entonces —se giró a verlo, este la miró a la cara— ¿Qué esperas para desnudarte tú? —preguntó ella con una sonrisa en el rostro. El chico de quitó la camiseta luego e desabotonarla y se sacó la camisa que llevaba debajo.

Mientras se desnudaba la chica lo iba observando, aunque su mirada estaba más fija en los abdominales de este... Era la primera vez que lo veía tan desnudo y le gustaba mucho lo que veía.

— listo —dijo una vez que solo le quedaba el boxer— ¿Entramos? —preguntó tendiéndole la mano. Ella la tomó y metió una pierna en el agua para luego meter la otra.

Todo olía delicioso, y el agua estaba tibia. Cuando los dos estuvieron dentro se sentaron para dejar la mayoría de su cuerpo bajo el agua, solo los hombros y la cabeza fuera.

Ella cerró sus ojos, realmente necesitaba eso, necesitaba la tranquilidad y la relajación de un baño de burbujas.

— Bien, es momento de que pruebes el chocolate —dijo la rubia abriendo los ojos y acercándose a él. Quien la miró un poco nervioso, de cerca era aún más hermosa y en esas condiciones debían darle una medalla por no tomarla en ese momento.
— vale —sonrió un poco, tomó con sus dedos un trozo de chocolate blanco. Lo metió en su boca y comenzó a probarlo, su boca estaba por completo extasiada de sabor.
— es delicioso, muy dulce —respondió, acto seguido dió un trago a su copa que tenía vino blanco.
— a mi no me gusta —confesó la chica, con una sonrisa traviesa— prueba este —dijo ella dándole en la boca un trozo de chocolate semi amargo, el chico lo saboreo con una sonrisa.
— este me gusta más, es delicioso —dijo obteniendo de ella una sonrisa aún más grande, la chica le dió una pequeña mordida a la fresa y se recargó en la pared del jacuzzi.
— gracias por esto —dijo con los ojos cerrados, Ginés la miró desde su altura... Los rasgos tranquilos, finos... Era como un Ángel en el cuerpo de una humana. Era perfecta para él.

Se acercó a ella, solo para darle un beso en la mejilla haciendo que esta al instante abriera los ojos y lo mirara. Sus caras estaban tan cerca la una de la otra, sus alientos chocaban el uno contra el otro...

Él la miró con detenimiento, se había enamorado de ella... No quería solo un hijo con ella, quería algo más. Ella lo había hecho sentir, gracias a ella es que ahora conocía lo que los humanos llamaban amor...

Sabía que acostarse con ella significaba que tendría un hijo... Y no quería eso, quería disfrutar más tiempo con ella.

— Elisa —susurró con los ojos cerrados y con sus manos a cada lado de los hombros del chica, tan cerca de ella— ¿Te parece loco si te confieso que me gustas mucho? —la chica sintió que su respiración se agitaba como loca, por supuesto que le parecía loco, pero le gustaba también.
— Tan loco como que me gustas también —respindió ella de la misma manera que él, abrió los ojos el rubio para conectar sus pupilas con las de ella, tratando de transmitirle todo el cariño en una mirada.

Cómo por inercia, sus labios se unieron en uno solo, se movían como si estuviesen hechos a la medida del otro.

Las manos de ella se enredaron en los cabellos de la nuca, metiendo entre sus dedos las hebras rubias del chico. Sus cuerpos mojados estaban pegados el uno con el otro pero no había más que ternura en el aire.

— No quiero solo acostarme contigo, Elisa, te lo juro —dijo luego de separarse de ella un poco, la abrazó como pudo pegando su pecho con el de ella. Le besó la mejilla de nuevo y recargó la cabeza en su hombro.

Jamás se había sentido así, como... Cómo feliz, enamorado.... Sentía que la quería, que no quería que ella se alejase.

— eres la razón perfecta para romper las reglas del trabajo —dijo ella con una risa pequeña y sin dejar de acariciar la espalda del chico con sus dedos.— jamás creí que diría esto... Pero contigo estoy dispuesta a meterme en problemas —él se separó a mirarla. Sonrió y la volvió a besar.



La chica abrió los ojos lentamente, sintió que llevaba una camiseta que desde luego no le pertenecía. Además de que un olor intenso a colonia varonil le inundaba las fosas nasales.

Se giró solo para toparse con el rubio que tenía por jefe sin camiseta y completamente dormido, con la boca ligeramente abierta.

Sonrió al recordar lo lindo que había sido la noche al lado de el chico. No habían tenido sexo, los besos y las caricias habían sido suficientes para ambos. Pero habían dormido juntos, y eso para ella ya era demasiado.

Ella no podía recordar la última vez que durmió con un chico... Quizás desde su ex que no dormía con alguien en el mero sentido amoroso.

Se sentó sobre la cama, debía volver a casa. No tenía que ir a la oficina a trabajar, pero necesitaba ir a casa a contarle a Sibel como se sentía.

Se vistió de nuevo y dejó un beso en el rubio antes de escribir una nota e irse.

La sonrisa en la cara no se la quitaría nadie en el mundo. Iba tan feliz en  taxi, h al bajar de él.

Se sentía como una adolescente, como cuando era una chica del bachiller y le gustaba un chico... Se sentía tan bien.

Él estaba de la misma manera, tan pronto como despertó y no notó la presencia de la chica se sintió vacío, se levantó en busca de ella más solo encontró una nota que le hizo sonreír. No había soñado.

Cualquiera diría que estaba tan enamorado de ella... Que podría convertirse en un traidor de los suyos...

Dᴇᴍᴏɴ ~ Wᴀʟʟs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora