22

296 42 76
                                    

Mientras que con su pluma golpeaba la madera de su escritorio, miraba disimuladamente el reloj de la pared en espera de su hora de salida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mientras que con su pluma golpeaba la madera de su escritorio, miraba disimuladamente el reloj de la pared en espera de su hora de salida. Estaba mentalmente planeando su outfit para salir con Chemi. Eso le servía para olvidarse de la esposa de Ginés.

El elevador abrió sus puertas revelando así la cabellera rubia del español, le sorprendió verlo ahí. Este llevaba unas flores en la mano y una sonrisa impecable en el rostro.

— Chemi, ¿Qué haces aquí? —preguntó ella poniéndose de pie para darle un abrazo y recibir las flores.
— vine a recogerte para llevarte a casa y luego irnos a cenar —sonrió y le tomó la mano, la verdad era que él le había subido el ánimo en segundos.
— aún no es tiempo de mi salida, pero puedes esperarme 10 minutos más —dijo ella y lo invitó con las manos a sentarse frente a su escritorio en las sillas.

Mientras tanto comenzó a guardar sus cosas para que tan pronto como el reloj marcará las seis y quince ella abandonara el lugar.

Esperaba impaciente y a la vez un poco aterrada la hora de salida, no quería que Ginés saliese de su oficina y pensara que ella hacia todo eso por despecho porque realmente no era así, esa cita estaba planeada desde mucho tiempo atrás.

El reloj marcó la hora y ella sonriente se puso de pie y miró al chico para que esté caminara a su lado. Entraron al elevador y esperaron a que se cerraran sus puertas solo para, por el pequeño espacio, ver qué Ginés los había visto.

Se sintió mal por un momento, pero tan pronto como llegó  sentimiento tan pronto se fue. Él le hizo algo mucho peor.

Se concentró en el chico que la acompañaba sonriente hasta el auto, con él sí podía salir públicamente y subir a su coche sin miedo a perder su empleo.

Por otra parte, Ginés estaba hecho una furia y al mismo tiempo hecho pedacitos por dentro. Corrió escaleras abajo cuál lunático y volvió a verla, aunque está vez ella estaba subiendo al auto de él y luego habían desaparecido.

Subió a su propio auto y condujo a su casa con la rabia saliéndole hasta por las orejas. Tan pronto como llegó subió furioso y con un grito llamó a Itziar quien apareció frente a él en un chasquido de dedos.

— bueno y a ti que te pasa? —le preguntó esta completamente intrigada por la respiración y mala actitud de su hermano.
— ¿¡Qué qué me pasa?! —gritó— ¡Que has alejado a Elisa de mí! ¡Eso me pasa! Joder Itziar —sintió un nudo al pensar en las palabras de la chica... Y al recordar lo sonriente que se veía con el otro hombre.
— ¿¡bueno y por qué te importa tanto esa chica?! —cuentionó ella a los gritos también— Y si lo hice fue por tu bien, no creas que no los ví el otro día durmiendo juntos y abrazados —le empujó con su dedo sobre el pecho del chico— no quiero que te enamores de ella y te conviertas en un traidor —le soltó. Ginés la miró incrédulo... Entendía las buenas intenciones de la chica pero simplemente no las quería.
— no debiste hacerlo, no así —se relajó un poco y le dió la espalda
— ¿Y entonces como te la apartaba? —ella también se tranquilizó
— de ninguna manera —respondió— no la quería fuera de mi vida.
— Ginés escucha, entiendo perfectamente que la chica es guapa, es un manjar —confesó la chica castaña— pero por dios Ginés, solo embaraza a alguien y vuelve al infierno, entre más tiempo pasas aquí más probable es que no quieras regresar —él pensó... Sabía que su padre se enfurecería cuando se enterara que su hijo era un maldito traidor, pero ya era demasiado tarde, ya sé había enamorado de ella.
— Me enamoré de Elisa, Itziar —confesó con los ojos cerrados y escuchó perfectamente como la respiración de su hermana se detenía. Prácticamente estaba confesando su traición frente a ella.
— ¿Qué mierda dices? —cuestionó la chica con una confusión evidente en su voz— Ginés, dime que mientes —ella se puso frente a él, pero él no podía mirarla...— oh por Belcebú —aguantó el aliento— nuestro padre tiene que saberlo ya —y tan pronto como lo dijo desapareció.

Ginés estaba listo para despedirse de sus privilegios como demonio, estaba listo para ser un simple humano al que a demás ya de nada le servía pues la chica que quería no deseaba saber nada de él. Estaba en una cita con otro hombre.

Claro, aún no estaban en el restaurante, habían llegado a su casa donde ella nuevamente notó la falta de su compañera. Se preocupó un poco y pensó en llamarla antes de ver la nota que decía que estaba con Mauro. Ahora parecía que vivía en lo de Monzón.

Entró al baño a cambiarse mientras que el chico de cabellos tintados la esperaba en el sillón de su sala, había cogido un vestido negro ajustado y de tirantes delgados con un abrigo un poco grueso para el frío. Unos tacones de tacón delgado y un poco alto y un maquillaje tan sencillo como el outfit, un delineado de gato, labial rojo y listo.

Salió de prisa recibiendo por parte del español una mirada acaramelada. El chico parecía no creer lo que veía.

— te ves —pasó saliva y al mismo tiempo agarro aire— wow, increíble —sonrió y se acercó a tomarle la mano y darle una vuelta para verla mejor.— me has robado hasta el aliento Elisa —ella se sintió halagada, y hasta cierto punto admirada.

El chico la miraba como si fuese ella una pieza de arte del que quieres apreciar hasta el más mínimo detalle. Porque todo era hermoso en ella.

Se dieron prisa y salieron del edificio entre cuchicheos de la gente, seguramente estaban sorprendidos de haberla visto con un chico y luego con otro. Pero poco le importaba lo que pensarán los demás.

Subió al auto de él y luego se dejó conducir hasta el hermoso restaurante con una vista preciosa de la ciudad. Eso era lo que necesitaba para evadir todos sus malos pensamientos.

Dᴇᴍᴏɴ ~ Wᴀʟʟs (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora