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Se mostraba indiferente a las relaciones sentimentales en la etapa madura de la vida, no entendía como tantas personas intentaban buscar a alguien con quien pasar los últimos días de su existencia. A él le gustaba su intimidad, sin nadie invadiendo su privacidad, se acostumbró a estar solo incluso cuando era joven. En su juventud gozó de la vida y de la vigorosidad de su cuerpo, pero no se estableció al lado de alguien. Temía que en algún momento esa persona se fuera de su lado y lo dejara solo. No es que le disgustara que lo dejaran solo, sino que lo dejaran cuando él estaba más aferrado a ese alguien. 

Como cuando su madre lo dejó solo a temprana edad, o su tío que se alejó de él en cuanto aprendió a valerse por sí mismo. O esa joven que él amó y ella no le correspondió como era lo esperado. Ya no quería amar y que lo dejaran solo; por eso se decidió a seguir su vida sin alguien a su lado, así no sufriría cuando le dijeran adiós. ¿Egoísta? Tal vez, qué más daba.
En el ocaso de su vida laboral decidió alejarse de su profesión para llevar una vida de descanso y disfrutar de las cosas a su alrededor. No aparentaba la edad que tenía, con su cabello aún negro y su piel blanca con una que otra pequeña arruga, fácilmente pasaba por un adulto joven, aunque ya no lo era.   

A sus sesenta y dos años, Levi Ackerman solía llevar su rutina diaria sin percances haciendo lo que más le gustaba hacer, la escultura en arena. Siendo un arquitecto retirado encontró una nueva emoción al esculpir en la arena. En las tardes cuando el sol agonizaba, iba a la playa y se dedicaba a esculpir. Mucha gente se arremolinaba a su alrededor para observar con gran deleite las obras del señor de baja estatura y con cara de pocos amigos.
Cuando no esculpía en la playa, acudía a leer a ese bonito café donde pedía religiosamente su ración de té negro. Era bueno, solía decir él. 

Pero ese día en especial, que no debía estar ahí, ahí se encontraba. Ese día le tocaba esculpir y prepararse para un torneo de esculturas en arena que se llevaría a cabo en un par de meses. Siempre era invitado de honor y siempre obtenía los mejores lugares. Aún con eso en mente, no supo por qué de repente le invadió el deseo de ir, leer y tomar té dejando de lado su día de práctica. Nunca se desviaba de su agenda, pero esta vez lo hizo y eso fue algo que le cambió la vida.
Se encontraba leyendo en la mesa acostumbrada, eran las siete de la noche cuando la campanilla del café literario tintineó indicando la llegada de un cliente más, para Levi eso era indiferente. Escuchó el sonido de tacones que interrumpían su lectura: «que mujer tan escandalosa» pensó. 

Las pisadas cesaron justo a su lado, en la mesa contigua. Siempre le daba igual quien fuera el que se sentara cerca de él, pero esta vez su curiosidad fue más lejos al voltear a ver sin cuidar su discreción.
A escasa distancia tomaba asiento una delgada mujer vestida en un jumpsuit de pantalón color rojo sin mangas, mostrando levemente el escote y con una cinta atada en un moño a la altura de su cadera. Su cabello castaño con algunos destellos plateados estaba sujeto de una manera desenfadada, pero que iba bien con el rostro de la mujer, sus ojos estaban cubiertos por sus anteojos, pero a simple vista emitían un gran resplandor. Sus pies estaban enfundados en unas zapatillas negras de delicadas tiras.   

Levi pensó que era una mujer hermosa, a simple viste se veía que era una persona mayor. Una mujer madura que nada tenía que envidiar a mujeres de menor edad; su piel bronceada se miraba tersa, su rostro era peculiar al igual que su nariz. Le gustó lo que vio.
Consideró que ya había sido suficiente de observarla, así que regresó a su lectura. Pero lo que en realidad hacía era mirar a la mujer de soslayo. Observó cómo se dirigía al estante de libros y regresaba con una revista de sopa de letras y un lapicero. Al instante la mujer comenzó a resolver rápidamente el juego. Al poco tiempo ordenó un café con leche, aunque más leche que café y lo endulzó con mucho más azúcar de lo que está permitido consumir.  

Despertando al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora