Capítulo 8

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"El despecho es la cólera con temor de expresarse; es la sensación impotente al darse cuenta de su impotencia"

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Naruto fue el primero en bajar del auto, continuando con su mano entrelazando la de Sakura, la cual le siguió inmediatamente caminando con parsimonia. Sasuke consiguió ir un poco más adelante hablando con Kiba, el cual estaba fumando un cigarrillo, desprendiendo el humo que se perdía al contacto con el aire. La música en aquella casa desolada en mitad de la nada retumbaba entre los árboles, viéndose mujeres desnudas esparciendo bebidas alcohólicas sobre sus cuerpos, de los cuales un par de chicos bebían sobre la piel expuesta, arribas de una camioneta.

A lo lejos discernió la gran y pesada puerta blanca abierta, la piscina a un costado llena de flotadores, mujeres, varones consumiendo marihuana dentro en combinación a otras sustancias.

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Sus tacones rozaron la nueva alfombra sobre el suelo, siendo de un color pálido entre el rosa y el naranja, moviendo la punta de sus zapatos altos sobre la tela en la sala de espera. Suspiró al mirar el reloj. Kakashi estaba con otra mujer dentro, ella vio cuando la intrusa se coló en el consultorio... según Shizune una paciente, según ella una serpiente.

Se mordió el labio inferior mientras sus uñas comenzaban a arrancar el cuero de la comisura de su labio superior por la ansiedad. Aquel maravilloso viernes se había puesto un hermoso vestido de tirantes, color negro, le llegaba hasta los tobillos pero al cruzar la pierna la desnudez de su muslo era innegable, al llegar la abertura casi hasta su cintura. A sí mismo, su largo cabello estaba recogido en una coleta alta, y el maquillaje negro resaltaba sus gruesas pestañas al igual que el esmeralda de sus ojos. Sus labios por otra parte estaban cubiertos únicamente por un hidratante dermatológico.

La puerta de madera se abrió y su conciencia la obligó a dirigir su pesada mirada sobre aquel busto abultado que sobre salía en aquella camiseta, el jean alto y los tacones rosados.

—Samui, firma por favor acá —Shizune le extendió un lapicero a la desconocida la cual asintió con aquel porte imperturbable. Su corazón latió de aquella forma tan similar a aquel día de celebración ante el color de las hebras capilares de aquella mujer—. Sakura —le llamó la atención—, ya puedes proseguir.

Con elegancia se levantó del asiento y ondeó su cabello con cada paso, entrando para cerrar con pasador, denotando el rostro frívolo de su terapeuta, el porte marcado que se detallaba por encima de la camiseta negra, un pantalón, un reloj de plata en una de sus muñecas, y el tapabocas en esta ocasión a un lado de la madera.

Su boca palideció al verlo ahí sentado, mirándola, estremeciéndola sin siquiera tocarla.

—Puedes tomar asiento Sakura.

—Gracias —susurró obedeciendo—. ¿Sabe algo? Desde que vengo aquí mi mente se nubla en pequeños recuerdo que se están hilando.

Las pupilas negras removieron el carmín en las mejillas ajenas.

—¿Cómo te sientes con respecto a ello?

—Enferma —confesó con la mirada fija en un rincón—, puedo permitirme decirle que, no quiero continuar recordando nada más, Kakashi.

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Sakura se detuvo en seco al ver a Sasori recostado en un cristal bebiendo de aquella copa mientras reía con Deidara. Sus ojos no encontraron a Itachi por ninguna parte, y al volver la vista al frente Sasuke ya no estaba, a diferencia de Kiba que comenzaba a platicar con Hidan y una desconocida que llamaban Tayuya. Naruto volteó a verla al sentirla temblar, apretando suavemente su mano sobre la de ella.

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