Capítulo 10

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"Es sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana"

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Shizune elevó la mirada mientras tecleaba al escuchar la puerta abrirse e inhalar aquel aroma varonil que dio de lleno en sus fosas nasales, sujetando el mause y clickeando sobre el cuadro de excel, confirmando la presencia del último paciente de la tarde, desviando sus pupilas y pronunciando una suave sonrisa mientras lo recorría con la mirada. 

Traía puesta una camiseta blanca con una calavera en la parte izquierda del pecho, un jean, unas zapatillas, un reloj de plata y una cadena delgada con lo que parecía ser un pequeño número seis carmín. Su cabello era de un profundo azabache como la noche al igual que sus pupilas, su piel pálida dejaba denotar la clavícula del cuello. Se veía joven y bien cuidado al verse sus brazos marcados, con una levadura muscular parcial al no ser exuberante en totalidad, sino más bien, llamativo. 

—Caballero —le llamó a lo que éste caminó, dejando los billetes sobre el escritorio—, por favor espere en la silla, el psicólogo lo hará pasar en brevedad. 

Una simple mirada bastó para que cesara las indicaciones, permaneciendo éste de pie frente a la ventana, con las manos enterradas en los bolsillos mientras el celular le sonaba, ignorándolo hasta que escuchó la voz masculina decirle que prosiguiera, adentrándose. 

Nunca se había visto tan encerrado en unas cuatro paredes como lo estaba ahí, permaneciendo de pie mientras miraba al hombre que era mayor a él, sentarse en la silla de cuero con la vista hacia él, provocando que su ceño se frunciera levemente. 

—Sasuke, ¿desea sentarse? 

—Kakashi —devolvió el nombre como si se tratara de un reconocimiento—, no sé qué hago aquí. 

Hatake escribió en la libreta y relajó los hombros. Era muy común recibir en terapia pacientes que se negaban a requerir un apoyo terapéutico, siendo la primera pared a traspasar aquella de negación.

—¿Qué cree que lo trajo aquí?

El silencio fue perpetrado por la lluvia fuera del edificio, permaneciendo por un largo rato el único sonar de los truenos en el cielo, denotándose la luz que producían cada tanto, acompañado del estruendo. La luz era más ágil que el sonido... la impulsividad más veloz que el razonar, viniendo de él. 

—Mi infancia. 

—¿Qué te hace pensar en tu infancia?

Sasuke decidió sentarse y juntar sus manos con la vista perdida en sus propios dedos, respirando pausadamente. 

—¿Alguna vez usted se ha sentido responsable por algo que no sabe qué es? 

Kakashi logró entender la dirección de sus palabras, conociéndolo un poco más. Parecía ser un joven centrado, calculador, frío, tal y como Sakura lo describía en sus fragmentados recuerdos, lo que lo llevaba a replantearse. ¿Sasuke acaso sabía que estaba tratando a Sakura? Si aquello fuese cierto debía alertar por la orden de alejamiento que mantenían estos dos desde que la mujer terminó en el psiquiátrico, y Sasuke en libertad condicional. 

Asuma había comentado algo de ello hace un tiempo atrás, pero no lo recordaba perfectamente. 

—Lo he hecho —confirmó dándole confianza a su paciente—, un par de veces me he sentido tal y cómo dices. 

Los orbes azabaches terminaron sobre los suyos, como filosas cuchillas luego de afilarse fervientemente contra una piedra. 

—Yo no he logrado sentirme responsable por nada —la dirección de la conversación se desvió—, mi hermano mayor me agredió por ello —siseó—, he leído bastante sobre eso. La permanencia apática, usted es experto.

Kakashi denotó aquella constante prueba que mantenía en el discurso, como si lo retase entre un juego de palabras, burlándose de él. Se mantuvo recto en la silla a diferencia de Sasuke, que estaba levemente encorvado frente a él. 

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Naruto arropó el cuero desnudo y comenzó a vestirse, sacudiéndose sus propios cabellos rubios. Él quería una relación seria, no solo sexo, pero aquel maldito sexo fue el mejor de su vida, y se sentía ansioso por repetirlo, hasta que la puerta se abrió y Sasuke lo miró. 

—Te dije que no te acercaras a ella. 

—Sabes que me gusta Sasuke —respondió con voz suave, tratando de evitar un conflicto—, lo que sucedió... si me permites, puedo ser un buen novio para ella. Sabes que no soy un mal chico. 

—Cállate imbécil —Uzumaki se colocó las medias. Las zapatillas y la camiseta habían quedado en las escaleras, levantando de nueva cuenta su mirada azul celeste hacia las perlas ónix. 

Se levantó de la cama y caminó hacia el marco de la puerta. 

—Solo... déjala en paz —pidió Naruto al pensar en un regaño hacia la jovencita que era un año mayor que ellos. Pero, si algo conocía era el carácter machista de tener todo bajo control cuando se trataba de Sasuke sobre Sakura. 

A veces pensaba que era extraño.

—Lárgate perdedor.

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—¿A qué te refieres con apático?

Sasuke se mantuvo en la misma postura, respondiendo con un deje de burla.

—A golpear a alguien hasta que no pueda moverse. 

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Itachi abrió la puerta con la mochila en el hombro, pasándosela a una de sus empleadas mientras dejaba los zapatos en una esquina de la casa, escuchando la cafetera. Probablemente les estaban preparando el desayuno. Según Sasori Sakura y Naruto se fueron más temprano de lo que creían, y luego Sasuke desapareció en las sombras con Karin. Suspiró, Ino y él habían discutido por lo sucedido. 

Sakura necesitaba aumentar las veces que visitaba al psicólogo, urgente. Era su hermana menor, sí, pero no era su mujer pese al incestuoso mundo en el que se había dejado absorber. Subió las escaleras y abrió la puerta de su habitación, notando el cuerpo de Sakura en el suelo. Sasuke estaba sobre ella, golpeándola sin premura. 

Una vez más... 

El mayor perdió los estribos, escuchando ahora el sonar de la ambulancia a las afueras de la vivienda, el griterío de las empleadas tratando de jalarlo hacia atrás, viendo de forma borrosa el rostro de Sasuke bajo su puño que lo golpeaba innumerables veces. 

Estaba untado de sangre de su hermano menor.

—¡¿Qué has hecho, Sasuke?! —gritó iracundo, sacudiéndolo con violencia al no escuchar a Sakura respirar. 

El cuerpo médico ingresó al igual que el policial, sintiendo en su espalda un electrochoque que lo hizo perder fuerzas y disminuir el agarre sobre el menor de los Uchihas, viendo mientras sus párpados cedían al desmayo, el cómo reanimaban a Sakura. 


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Las invito a leer absurdo si les gusta Shikamaru con nuestra nena de Sakura. 

Saludos. 

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