¡ENSÉÑAME, HYUNG!

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"Te veo en la cancha de basquetbol después de mi entrenamiento. Si llegas tarde, olvídate de los consejos".

Ese había sido el mensaje que Yoon Gi me había mandado por privado; lo cual, es raro, pues el único lugar donde hay interacción entre nosotros por medio de mensajes de texto es en el grupo que tenemos con los chicos.

Miro la hora en el teléfono, dándome cuenta que faltaba media hora para que el entrenamiento de hyung terminara, al igual que mi entrenamiento de taekwondo. Me apresuro a volver a este, pues mientras más rápido termine, más rápido podré ir con Yoon Gi.

Cuando mi entrenamiento se da por concluido, voy tan rápido como si de Flash me tratara hacia las duchas, pues tampoco pensaba llegar a mis —si es que se podía llamar así— clases con hyung lleno de sudor. Al terminar de ducharme, con la misma velocidad en la que llegué, me vestí, mirando rápidamente la hora; maldigo al ver que ya habían pasado diez minutos desde que el entrenamiento de Yoon Gi terminó.

Sin tomarme la molestia de ponerme mis zapatos y terminar de secarme bien siquiera, salgo disparado con mis pertenencias hacia la cancha de baloncesto, que está a unos cuantos salones de entrenamiento más. Sé cómo es Yoon Gi, y él odia la impuntualidad por sobre todas las cosas; podría perder su amistad si lo hago frustrar por llegar tarde, incluso.

Abro la puerta que da a la cancha de basquetbol, agradeciéndoles a todos los dioses que existan y no por encontrarme a hyung haciendo unos cuantos tiros a la canasta. Aun así, corro hasta donde está él, y por mí torpeza e imprudencia, termino por resbalarme gracias a que mis pies estaban algo mojados aún, y este piso no se comparaba con los que ya había cruzado.

Cierro los ojos, esperando mi dolorosa caída de cara hacia el suelo; pero esta jamás llega, y en su lugar siento unos firmes brazos rodeando mi cintura y algo parecido al pecho de alguien pegado a la parte derecha de mi torso.

—¿Podrías dejar de ser torpe por un segundo en tu vida? —Escucho la voz de Yoon Gi muy cerca de mi oído.

Demasiado cerca.

Abro los ojos para comprobar la proximidad que hay entre su rostro y mi cabeza, notando que es muy mínima. Tampoco me siento incómodo por ello, pues sé que ambos nos tenemos la suficiente confianza como para estar así de cerca; pero, si es así, ¿por qué mi corazón está latiendo como si hubiera corrido un maratón? Eso quizá tenía como respuesta que ha sido por la adrenalina que sentí por que creí que me caería de cara, pero ¿por qué siento mis mejillas enrojecer? No tenía respuesta para ello.

—Lo siento —digo muy bajito, muriéndome de la vergüenza; seguramente por ese motivo mis mejillas se están poniendo igual que las de un payaso—. Y gracias por evitar mi caída —lo miro a los ojos, sin evitar que nuestras narices se rocen por mi acción.

Me tomo el tiempo necesario de analizarlo, aprovechando la oportunidad de tenerlo así cerca.

Tiene unos muy lindos ojos gatunos; no es que antes no me haya dado cuenta de ello, sino que jamás los vi tan de cerca como ahora. Su nariz es demasiado bonita también. Incluso sus pestañas son demasiado lindas. Sus labios no están ni muy gruesos, ni muy delgados. No tiene las facciones tan enmarcadas, pero por la cara que tiene todos los días, parece siempre estar de mal humor; sólo que ahora parece tener otro tipo de sentimiento mostrado en su rostro que no logro entender. Sin tocarla demasiado, sé que la piel de su rostro es demasiado suave.

Yoon Gi es muy hermoso; ahora entiendo mucho más porque todos —o casi todos— en la preparatoria —sea hombre o mujer— se mueren por tener algo con él.

HYUNG!| ʸᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora