Capítulo 0| El Comienzo.

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Despierte sin motivo alguno, por lo que supuse era debido a que mi cuerpo ya había descansado lo suficiente para afrontar el complejo día que me esperaba.
Mi cabeza golpeaba con ligeras punzadas y mis ojos intentaban acostumbrarse a la claridad sin mucho éxito.
Volte a mi mesilla de noche por un poco de agua, pues siempre procuraba tener una jarra cerca para estos casos. Busqué y busqué , hasta que abrí los ojos completamente y caí en cuenta que no me encontraba en la habitación de posada en la que me había quedando mientras conseguía un empleo, esta era diferente y suave, por lo que probablemente eso explicaba lo bien que había dormido durante la noche.
Intenté levantarme, no obstante, un peso extra me lo imposibilitó. Detallé a la persona a mi lado, no tenía indicios de musculatura, aunque su rostro era casi perfecto, sobre todo su nariz; sus hebras alborotadas le cubrían la frente, pero aún así pude notar un par de lunares casi imperceptibles.

Intenté recordar un poco de la noche anterior, pero la mayoría eran recuerdos vagos sin sentido. Me deshice del brazo del rubio lentamente para que no despertase. Gracias al universo, ni siquiera se inmutó.

Los últimos años había vivido mi sexualidad como me apetecía a pesar de estar cerca de los diecisiete, por ende, sabía qué hacer en una situación como esa.

Irme.

Era casi como un hecho que los hombres esperaban a irse hasta la mañana siguiente mientras las mujeres dormían, lo que nos hacía sentir como una basura o que habíamos sido utilizadas. Por ello, con el tiempo aprendí que era mejor marcharme primero para así poder jactarme de que yo les devolví la moneda.

Levanté mi ropa interior que estaba esparcida por el suelo y me la coloqué lo más rápido que mi cerebro me lo permitió. Ya tendría tiempo para una ducha pacífica más tarde, ahora la prioridad era marcharme.

Antes de salir, reconocí el empaquecillo plateado sobre el suelo, estaba casi abierto, pero no utilizado.
Me regañé internamente, no era la primera vez que la calentura hacia que se me olvidase el preservativo, pero si había jurado que sería la última. La mayoría de las veces procuraba protegerme a pesar de contar con el implante, no obstante, ese no era el momento de volver a hacer promesas que serian incumplidas, sino, el de huir.

Abandoné la habitación intentando no perder el equilibrio, ya que, las zapatilla eran demasiado altas que apenas sabia como le había hecho para conseguir bailar durante toda la noche.
Presioné el botón del ascensor, quien por suerte no tardó y al abrirse.
Un hombre realmente hermoso me observó con desdén, como si solo fuera una persona del montón aunque técnicamente si lo era, detrás de él apareció una chica quien rió cínicamente mientras me dedicaba certeras miradas de odio.

Me quedaré toda la gira, te guste o no; o bueno, terminamos si no eliges antes del almuerzo. — Vaciló a él chico.

Rodé los ojos.

Siempre he odiado los problemas de parejas, yo unicamente había tenido una relación en toda mi vida y él me había engañado con una mujer mayor, supongo que Asher no era para mí.

Subí al ascensor intentando borrar la imagen de Asher; sí, lo amaba y lo seguía amando tanto como para que se me arruinara aún más la mañana.

En mi bolsillo trasero mi móvil comenzó a vibrar, no demoró en resonar el tono que me informaba de la llamada, así que lo saqué y lo llevé a mi ojera.

Buen día... — resonó la voz de una mujer. — ¿Me comunico con la señorita West? arrugué mi nariz y estúpidamente, asentí .

Golpeé mi cabeza.

Dios, ella no podía verme.

Me recompuse y volví a tomar el control de la llamada.

Drew Daniels✔️ [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora