¿Qué es lo que les pasa?

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No le gustaba.

Demonios, no quería ni siquiera estar ahí. Pero la mirada insistente de Yoongi y sus pucheros, pudieron con ella.

Al menos sus chicas estaban allí. Eso en medio de esa catástrofe que llamaban fiesta, la hacía sentir mejor.

Kim Jennie nunca había sido una persona de fiestas. Le abrumaban e incomodaban. Claro, iba de vez en cuando a algún bar o reunión con personas conocidas. Pero las fiestas a las cuales iban Yoongi y sus amigos eran más... salvajes.

Nunca había estado en una. No sabía cómo se comportaban o qué hacían. Sentirse perdida le abrumaba en cantidad indescriptibles.

No supo en qué momento la mano de su novio desapareció y se encontró sola en medio de la sala. Olores que no quiso nunca sentir, le nublaban los sentidos. Tocó su cabello largo en modo de desesperación, porque ahora no veía a nadie que le pareciera conocido.

Se sentía tan desprotegida.

Lo único que pudo hacer fue aferrarse a su saco negro. El olor a su perfume, era lo único reconfortante de aquella situación.

Música. Mucha música que ni siquiera le gustaba. Vasos rojos con sustancias que no quería probar. Rayas blancas en mesas de madera. Personas rozandose contra los cuerpos de otros. Olor a sudor y marihuana.

Arrugó la nariz. Se iba a largar. Con o sin Yoongi.

Pero primero, haría el intento de traerlo con ella. No dejaría que su novio se quedara en aquel entorno. Su conciencia no la dejaría dormir.

Más al saber que Yoongi no era ese tipo de personas ¿Verdad?

—¡Yoongi!— Le llamó.

Ahogó las arcadas de asco, al escuchar los piropos de algunos hombres mayores. Quería pegarles en la boca hasta que esas palabras obscenas quedasen en el olvido.

Pero todo se quedaba en un simple y vacío: quería.

—¡Min Yoongi!— Intentó de nuevo. Las esperanzas de encontrarlo entre el tumulto de gente, desapareciendo.

Bufó y cuando estuvo a punto de irse, algo llamó su atención. Personas unas sobre otras, parecían animar algo o... alguien.

Jennie frunció el ceño. Su instinto le gritaba que se fuera. En verdad quería hacerlo. Pero, mierda. Ella siempre se llevaba la contraria cuando se trataba de este tipo de cosas.

Con pasos inseguros, se dirigió a ese lugar. Tenía calor, pero no planeaba quitarse ese saco que la mantenía en resguardo.

El corazón le temblaba porque en parte sabía que no le gustaría aquello. Pero aún así, todos tenemos un lado masoquista que a veces lucha por salir. El suyo, se estaba haciendo presente en el lugar menos indicado.

Frunció aún más el ceño cuando vio a Lisa reír de manera exagerada. Sus ojos inyectados en sangre. La mano derecha sosteniendo algo que parecía ser un porro.

Jennie no sabía que Lisa fumaba.

Apretó la tela de su saco y tomó una fuerte respiración. Con cada paso que daba, podía distinguir mejor los rostros de sus amigos. Haciendo cosas que jamás pensó.

Pero faltaba alguien.

Y el corazón se le paró cuando vio qué estaba haciendo.

xanny » yoonnieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora