Solo sirves para desestabilisarme.

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Parte II:
Mis ondas sentimentales

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Habían acordado que se encontrarían a las afueras del lago principal de Yummeng, cerca de unas rocas con formas muy voluptuosas donde antes cuando Wei Ying y Jiang Cheng eran niños jugaban. Jiang Cheng espera pacientemente mientras lanzaba piedras a lo idiota. Las ondas que estas hacían al chocar contra el agua siempre le parecieron chistosas, pero no era más que por la reacción que hacían en la superficie.

Ondas que iban agrandandose conforme el tiempo pasaba.

Tirabas la piedra y después de que la piedra se perdiera entre el fondo del agua se acentuaba y ya no se movia más y por ende no se preocupaba por la calma del lago. Sus ondas se iban entre más pequeñas a más grandes, hasta expandirse por el agua. Y quitar la calma, pero después se borraban.


Así se sentía Jiang Cheng.

Como el lago con las ondas y el otro como la piedra.

No podía pensar en otra cosa, todo tenía relación con él y cualquier analogía era siempre comparada a su inexistente vida amorosa.

Un leve silbido hizo que por inercia tomara aquel objeto que se le había sido lanzado, casí rozando su rostro un poco arriba de sus ojos. Una pequeña y húmeda piedra yacía en sus manos.

—Idiota, no lances piedras como si fueran panecillos.

—¡Oh! —exclamó el mayor saliendo de unos arbustos—. Mí A-Cheng estaba tan perdido en su mente, que no se dio cuenta de mi temprana llegada —se burló su hermano quien caminaba con gráciles pasos—. ¿Qué es lo qué estarás pensando? ¿Una bella dama invade tus pensamientos? ¿Un atractivo y fuerte hombre lo hace?

Jiang Cheng no pudo evitar sonrojarse. Y se volteó de inmediato hacia unas piedras, alejando su rostro de la vista de su molesto e irritante hermano.

—Callate idiota.

—A-Cheng no hay de que avergonzarse, vamos que es normal a tú edad, bastante normal diría yo —se mofó—. Aunque quien será el o la pobre que se ganó el fogoso corazón de mi Shidi.

Jiang Cheng arrugó el ceño molestó y se cruzó de brazos.

—No te enojes, solo me estoy divirtiendo contigo.

Jiang Cheng chasqueo la lengua irritado.

—¿Para que me citaste aquí? —preguntó con brusquedad—. Era tan difícil para tí ir a mí habitación.

Wei Ying sonrió nervioso.

Y Jiang Cheng se alarmó. No era su culpa, tantos dolores de cabeza a causa de esa nerviosa sonrisa siempre tenías que estar alerta.

—¿Que hiciste ahora maldito? —dijo con un modo tan familiar que Wei Ying supo que no estaba tan enojado.

—Nada —reaccionó con indignación—. ¿Por qué siempre piensas qué nuestras citas lejanas son por hechos inconvenientes míos?.

—Realmente deseas que responda esa pregunta.

Wei Ying suspiro.

—No te desvíes Jiang Cheng —miro las manos de su Shixiong enredarse con nerviosismo. La curiosidad lo estaba matando. Pero el idiota no hablaba—. Veras.. ¡Ah! ¡Qué difícil! Lo ensaye tantas veces en el lago, ¡¿Por qué ahora no me sale?!

Jiang Cheng se estaba hartando.

—Bien, es sencillo y bueno, eres a la primera persona que se lo cuento.

Jiang Cheng lo observo en espera de su cometido, realmente estaba nervioso.

—Mi Lan Zhan me propuso matrimonio.


—¡¿Que carajo?!

Vaya mierda, esa no se la esperaba.




N O T A:

Por que la vida no me deja hacer de las mías.

ButterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora