Hay cinco cosas que vuelven loco a Jisung.
1: La forma en la que el rostro inocente de Chenle se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído.
2: Como Chenle desciende la mirada cada vez que lo siente cerca.
3: Como Chenle se resiste c...
Chenle sintió como todos los músculos de su cuerpo se tensaban enseguida y su corazón revoloteaba con latidos apresurados en todo su estómago para luego estallar como fuegos artificiales en todo su cerebro. Las luces le atiesaron el pensamiento y lo único que logró hacer fue descender la mirada lo más que pudo y ruborizarse muchos más, pero la mano de Jisung se encontraba sosteniendo su barbilla y moviéndola hacia arriba con un rápido movimiento. Chenle apartó más la mirada, era incapaz de mirarle, no a los ojos, no ahora.
—Eres precioso, Chenle. Y me gustas mucho. Demasiado.
Jisung movió sus ojos oscuros hacia los suyos, pero lo único que obtuvo fue que el menor apretase los ojos al instante, estremeciéndose cuando su aliento rozó con su rostro. Se veía tan excitante indefenso de esa manera; con esos labios rosas abultados, esas mejillas todas enrojecidas y esa carne tan malditamente provocativa.
Mierda.
Las ganas de tomarlo con todas las fuerzas de la cintura y apretarle el trasero mientras lo desnudaba a mordidas lograron que su sangre hirviera más allá de los cien grados. Quería comerle los labios hasta verlos tan rojos como le gustaban, pero tenía que controlarse; sólo un momento más. Sabía que si empezaba ahora, luego no habría marcha atrás.
—Jisung... —El susurro entrecortado lo sacó de sus pensamientos.
—¿Qué sucede, nene? Creí que el ratón te había comido la lengua.
Su criado se encogió un tanto y abrió varias veces los labios con indecisión y vergüenza.
—Tú... dijiste que no te gustaban los chicos...
—No me gustan, ¿o acaso te parezco un maricón? ¿Qué tienen todos hoy día conmigo? No me gustan los tíos. Tú me gustas, que es distinto.
Los ojos de Chenle se abrieron de golpe y lo que sea que lo mantuvo todo ese tiempo con vida, estalló también cuando se encontró con los ojos de Jisung mirándole fijamente. Los fuegos artificiales explotaron nuevamente sobre sus neuronas y desvío la mirada.
—Yo... Yo soy un chico.
Jisung elevó una ceja y luego rompió en ásperas carcajadas.
—Eso ya lo sé, no soy idiota.
—¿No te importa que yo sea un chico? —Las palabras salieron apresuradas de sus labios. —¿No te importa que lo sea...?
—No hay cosa que me valga más mierda que eso.
Sí, claro, no había nada que le importase menos; él era libre de follar a las tipas que se le vengan en gana y este lucía como una. No, no lucía como una, lucía mejor que una. Caso contrario, no estuviese en esta situación. Notó como el menor fruncía los labios y luego la frente con algo extraño en su rostro. Era tan ridículo y excitante.
—Yo soy el empleado de la familia, no tengo dinero, Jisung, no tengo dinero ni soy importante como todos tus amigos... ni tengo nada que darte a cambio ni...
Jisung sintió que las carcajadas estaban a punto de colarse en su garganta, así que mantuvo su mirada en él por unos cinco segundos y entonces lanzó sus labios sobre los suyos, apresándolos durante unos cuantos segundos antes de separarse y quedársele mirando con una ceja elevada. Chenle tenía los ojos tan abiertos, el cuerpo deshaciéndose en temblores y la mente completamente en blanco, ¿Park Jisung lo había besado?
—Jisung... —Tartamudeó a penas, oprimiendo los ojos y sintiendo como la alegría se disparaba por todo su cuerpo, aunque su mente seguía en blanco. —¿Eso significa que... estamos... en una relación?
—¿Relación? —Jisung elevó la otra ceja, sus ojos clavados en el cuello de su criado, mientras una media sonrisa se formaba en su boca. —Ajá, eso tenemos, una relación.
Chenle sintió que la conciencia venía a él repentinamente de golpe y la vergüenza invadía cada uno de los rincones de su rostro. Descendió la mirada, mientras la alegría sacudía su menudo cuerpo, ¿Jisung había dicho que sí estaban en una relación? ¿Jisung y él en una relación? Sintió el impulso de llorar, gritar y reír o hacer todo a la vez; se cubrió el avergonzado y sonriente rostro con las manos, mientras retrocedía y se apoyaba contra el respaldo de la cama, aún temblando para luego bajarse y quedarse quieto, sin saber qué hacer o decir. Jisung se levantó de inmediato, inhaló una bocanada de aire y lo sostuvo por los hombros, antes de alzarle la cabeza y atraerlo hasta su boca, pero se separó a los diez segundos, era como estar besando a la nada.
Una de sus manos se coló por su cabello, que estaba ahora humedecido por un sudor tan jodidamente frío que contrastaba con la temperatura de su rostro.
—¿Qué te pasa? Estás hecho hielo, ¿no vas a mover tus labios?
El muchacho negó rápidamente con la cabeza, aún manteniendo esa minúscula sonrisa en los labios, mientras sentía que ningún músculo le respondía. Tartamudeó antes de volver a cubrir su rostro con las manos y encogerse un poco.
—No sé cómo hacerlo... yo lo siento...
—¿Ah? ¿No sabes cómo besar? ¿Cuántas veces te han besado?
—Ninguna...
Jisung frunció el entrecejo, echándole una mirada fría, ¿de verdad no lo habían besado nunca? Desde un inicio supo que no era un experto, pero nunca se había imaginado que sería un completo virgen, ¿no tenía dieciocho años acaso? Una sarcástica sonrisa curveó sus labios: patético, atractivo y jodidamente virgen; el asunto se ponía más entretenido todavía. Le tomó con fuerza de las manos y picó de nuevo una de sus mejillas.
—Qué bueno, nene, me pone la idea de ser el dueño de esa preciosa boca, además, conmigo vas a tener todo el tiempo de aprender, ¿sabes?
Chenle continuaba con la mente en blanco, las luces de colores todavía volando a su alrededor y estallando cerca de donde antes se encontraba su corazón, ¿debía contarle a su mamá?, ¿debía decirle que alguien como Park Jisung lo quería?, ¿debía?
—Oye, ¿me estás escuchando? —Los dedos de Jisung golpeando cerca de su rostro le sacaron una risita nerviosa.
—Sí... sí, como tú digas.
—¿Como yo diga, eh?
Los ojos de Jisung se oscurecieron instantáneamente y otra media sonrisa delineó sus masculinos labios. Acercó sus labios hacia su rostro y lo atrajo violentamente de la cintura.
—Ahora ven acá.
Notó como Chenle abrió los labios con sobresalto y sus ojos parecieron encontrarse con los suyos durante unos dos segundos. Unos dos segundos que fueron rotos por el sonido de unos tacos subiendo apresuradamente las escaleras y una voz tan jodidamente familiar.
—¡Park Jisung! Mis padres y mi novio están acá, ¡no seas tan haragán y ven ayuda con las malditas maletas!
Lo soltó de inmediato.
Oh, mierda, ¡lo que faltaba!
Mierda, mierda, mierda.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
estoy feliz, porque poco a poco hay más gente que lee esto uwu