Que miedo es no tenerle miedo al fuego. Y es que en mi vida jamás pensé que estaría en una encrucijada entre un infierno y otro, porque si algunos luchan con un demonio a mi me toca batallar entre dos.
Mi nombre es Marcela, y si lo que buscas es una historia de mitología estas en las páginas equivocadas, vine a contarte como llegue por decisión propia a las puertas de mi inframundo personal, y es que ese es el verdadero infierno, no hay un hombre con cachos y un tenedor pinchándote mientras te quemas. Claro que el infierno quema, arde y destruye el alma, como no, pero de otras maneras, al principio seduce y engaña con una sutileza casi imperceptible, ya para cuando te das cuenta, has caído en la trampa, tienes un precio que pagar y no habrán lagrimas que te saquen de donde tu mismo te colocaste. Esta historia empezó hace cinco años, tenía 32, una carrera exitosa en ascenso en el mundo de la banca, y una vida bastante monótona. Es el momento de que conozcas a mis demonios, el origen de mi perdición...
Ernesto es un don Juan, desde que vi esa sonrisa brillante y picara sabía que significaba problemas, entrado en sus cuarenta, deportista, inteligente y con un aire de falsa inocencia, no pierde el tiempo para lanzarme algún anzuelo que yo no tengo ni ápice de esquivar, me tiene colada desde que lo conocí bien y lo sabe, mi nula e inexistente capacidad de disimular la cara de idiota cuando lo veo me delata y aunado a esto él hace cualquier cosa, truco o artimaña en la que termino vuelta un ocho, diciendo incoherencias, toda sonrojada y en el peor de los casos hasta me he caído, a su lado me he vuelto la mata de lo inútil y ¡no soporto esto!, yo, la reina del control y la perfección, lo pierdo todo apenas Ernesto aparece.
Y como si la vida no pudiera darme más, un día de tantos en una fiesta de lo mas aburrida, de esas en las que vas por compromiso y por dentro mueres lentamente, he conocido a Armando, el cliché de chico malo de película de los 90's, en sus treinta, todo su ser exudaba oscuridad, pero de la buena, tatuado, fuerte y viril, corte militar que acentuaba esas facciones tan sexys, la verdad no combinaba con nada en esa fiesta, tal vez por eso llamaba aún mas la atención, músico, bohemio y rebelde. Entablamos conversación por mera casualidad o torpeza (mía por supuesto) no me había percatado de lo cerca que estaba del borde de la escalera, cuando di un traspiés y caí de tumbos, mi trago salio volando y fue a parar en su cara, todos reían, menos nosotros, me levante lo mas rápido que pude y sin darme cuenta estábamos hablando a las afueras del lugar, fue la conversación mas interesante que he tenido en años, casi me hace olvidar ese insoportable cigarro que llevaba encendido, la conversación valía la pena, ya mandaría mi ropa a la tintorería. La gente al pasar nos veía extrañados, a su lado yo me veía como la inocencia hecha persona ¿Las apariencias engañan o no? más polos opuestos no podíamos ser, pero ¿que tiene de lógica la atracción? nada. Al finalizar la velada intercambiamos números y desde ese día no nos hemos dejado de escribir.
Ernesto solo jugaba con mi mente, sabía que me llevaba loca pero apenas se empezaba a acercar demasiado, él mismo ponía una barrera de hielo emocional y desaparecía. Armando por su lado parecía todo lo contrario, conforme nos íbamos conociendo se acercaba más y más y no parecía querer detenerse. Todo indicaba que Ernesto había sido destronado, ¿lo de los santos nuevos aplicara también para los diablos?
Una tarde al salir del trabajo, ya casi no quedaban autos, iba a pie hacía la salida del estacionamiento para acortar camino, y allí estaba Ernesto, encendiendo su camioneta, me miraba de reojo mientras yo intentaba marcar el teléfono que entre su mirada y mi nivel de coordinación terminó en el piso, trate de tomarlo de vuelta lo mas rápido que pude, pero mi nivel de maniobra es un asco y terminé de rodillas frente a él en una posición bastante incomoda, con la mirada siempre al piso y sintiendo que el rubor subía rápidamente por todo mi rostro, lo oía reírse de mi mientras sostenía mi celular en una mano y con la otra me ayudaba a levantarme, él estaba disfrutando este momento, yo solo quería salir corriendo.
El ruido de unos motores acercándose a alta velocidad nos saco de nuestro pequeño momento, una Vstrom de último modelo negra como la noche nos interceptó, Ernesto por precaución y casi sin darme oportunidad de nada, me colocó tras de sí, la moto se detuvo a escasos metros de nosotros, el conductor se quita el casco, es Armando, había quedado en venirme a buscar, me ha invitado a un concierto, salí detrás de Ernesto a su encuentro. La reunión de este par fue bastante más incomoda de lo que pude haber pensado, sin medir palabras se vieron uno al otro y como si una fuerza interior los repeliera no compartieron más que un extraño gesto de saludo por así decirlo, me apresure a subirme a espaldas de Armando ante la mirada atónita de Ernesto, solo alcance a decirle "Feliz Fin de Semana!" y partí rumbo a lo desconocido, si tan solo hubiera sabido que eso desataría el caos en mi vida, no hubiera cambiado nada, porque si algo he descubierto, es que soy una adicta al calor.
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Infiernos
Romance¿Porque conformarse con un solo Demonio? Acompaña a Marcela en este viaje a su inframundo personal. "Que miedo es no tenerle miedo al fuego, y es que en mi vida jamas pensé que estaría en una encrucijada entre un infierno y otro... si tan solo hubi...