Buscando la Expiación

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Subí a mi departamento en automático, ¿Que acaba de pasar?  ¿Que haría Laura en una situación así? Hoy me vendría de lujo que me visitara y nos emborrachamos a morir, pero a mí mejor amiga le dio por hacer una Maestría en Londres, la extraño y hoy me haría falta un consejo de ella, intenté varias veces contactar por vídeo-llamada pero con la diferencia horaria esto no se podrá.  Necesito hablar con alguien, pero no soy de muchos amigos y Richard no me contestaría un sábado, ese o esta pasando la resaca o se esta arreglando para su próxima conquista. 

¿Que voy a hacer ahora? ¿Cómo le veo la cara e Ernesto? los vecinos deben tener una novela, que en este caso tiene mucho de verdad, ¡Yo solo quiero que me trague la tierra! hago una mueca de dolor y me tiro en el sofá a lamentarme, ¿Será que me voy a Londres a estudiar con Laura? ¡Ay no porque a mí!  ahogo un grito en los almohadones, ¡No sé qué hacer! Pongo música a todo volumen y dejo que las líricas de Cerati suenen, me ducho para quitarme el sabor de Ernesto de mi piel, pero todo es en vano, ese hombre ¿porque me hizo esto, porque justo ahora? y a donde dejo a Armado, toda esta situación en vez de espantarlo lo tiene de un entretenido, los hombres tienen un sentido de competencia que no logro entender.

Me pongo a cocinar, si hay algo que me tiene ocupada es la repostería, el olor a pan recién horneado, chocolate caliente y galletas, me distrae, me relaja, la cocina es mi pasión, empece hace años como parte de una terapia auto-impuesta por mí, cuando me di cuenta que todo lo que hacía era lo que mi novio quería y cuando terminamos quede en un limbo extraño, encontré refugio en este pequeño grupo de cocineras y de alguna forma se transformo en algo que disfruto hacer. El único problema es que ahora tengo la casa llena de bandejas de postres, demasiados para mí, guardo algunos en el microondas y el resto lo dispongo en pequeñas cajas, cuando me dan estos ataques de cocina llevó gran parte al orfanato de la esquina, así no se pierden, las hermanitas y los niños siempre reciben amablemente mis encargos, como si una buena acción pudiera borrar una mala acción, mi ser consciente sabe que no, pero mi corazón no lo escucha y cree que esto servirá de algo.

En eso ando cuando suena de nuevo el intercomunicador, rece para que no fuera Ernesto, aún no sabía cómo lidiar con él, no tuve tanta suerte, pues era Armando - Nena he pasado horas pensando en ti ¿Puedo pasar? - dice con ese tono de voz grueso y seductor, le respondo algo nerviosa - Voy de salida Armando, lo siento. -  cuelgo y tomo mis cajas, cuando llegó a la puerta él sigue abajo - Al menos no mentías nena ¿Te ayudo con esas cajas? se ven pesadas. - dijo, voltee los ojos, pero estaba exhausta no quería discutir con nadie más, le entregué las cajas y le dije bruscamente - Voy a unas calles a entregar estas galletas y muffins, si quieres puedes venir, sino yo veo como le hago. - Me miró asintiendo y despreocupado, claro que iba a ir, estamos hablando del loco que me lamió el cuello en plena calle.

Caminamos un rato en silencio, lo veía sonreír, tal vez porque yo estaba incómoda, no podía olvidar lo que me dijo hace unas horas, interrumpí el silencio y le dije: - Para tu información Ernesto no es mi novio, ¡Nada de lo que dijiste es verdad! -  Tartamudee, eso lo hizo reírse a carcajadas y replicó - Llámalo como tu quieras llamar nena, yo no soy celoso. - En fin mejor no seguía aclarando o las cosas irían a peor. Por suerte ya estábamos en el orfanato, las hermanas nos recibieron los postres, con mucha alegría. - Muchas gracias Marcela y a usted también caballero.- dijo la hermana superiora mirando hacia mi acompañante, tuve que aguantar la risa, Armando me miró ofendido sabía que me reía por dentro.

Nos sentamos un rato en el parque del orfanato, mientras los niños se juntaban para comer mis deliciosas galletas y muffins, la brisa movía las hojas secas haciendo remolinos, todos esos niños abandonados, algunos muy delgados para su edad, ver como se les iluminaba el rostro por algo tan sencillo como una merienda, era mejor que cualquier terapia, estaba totalmente perdida en mis pensamientos cuando Armando me mira sorprendido: - Aparte eres una buena samaritana quien lo diría, mírate aquí rodeada de huérfanos, haciendo el bien. Nena esto solo hace que me den más ganas de llevarte por el mal camino. -  dijo esto apretando uno de mis muslos, y subiendo lentamente por mi entrepierna, sus ojos se oscurecieron mas de lo normal, su mano se sentía fuerte y caliente, mi corazón empezó a latir fuertemente, ¡Porque tenia que haber llevado falda diablos! - pensé y  en medio de un ataque de pánico detuve su mano y le dije con un hilo de voz que apenas me pudo salir de los labios: - ¡Mira dónde estamos! - yo no quería que los demás notaran la escena, se acercó a mi rostro y al fin soltó mi pierna con rapidez  al tiempo que me susurro al oído: - Sé que te has mojado pequeña, puede que a ellos los engañes, a mí no. - No dije nada, tenía razón. Me puse de pie, se hacía tarde así que nos fuimos caminando, tal vez movernos haría que se pasara ese subidon de calor que dejó por todo mi cuerpo. 

Habían pasado unos minutos de camino y decidí explicarle que lo mejor era alejarnos, yo ya tenía mis problemas (con nombre y apellido) y no quería más drama en mi vida, se echó a reír diciendo:  - Nena ¿Me estás cortando? Te cuento que eso solo funciona cuando tenemos un título y bueno tu y yo no somos nada, pero pudiéramos ser algo si te atreves.-  Me miró con deseo y en un movimiento inesperado me lanzó contra la pared que daba hacia un lado oscuro de la calle, estábamos tan cerca que podía escuchar su respiración fuerte sobre mi cuello, me besó y todas mis terminaciones nerviosas sufrieron una especie de electrochoque , sus manos hábilmente subieron mi falda, yo no podía dejar de jadear, ¿porque no podía detenerlo? porque en el fondo está situación me encantaba, halo mis pantys y al sentir que eran un hilo dijo: -Uff , si la niña vino preparada, si esto te pones para un orfanato no me quiero imaginar lo que usas en una noche de copas. -  Mientras sus dedos jugaban con la fina tela, de mi boca se escapo un gemido, eso solo lo hizo excitarse aun mas, una de sus manos que me sostenía contra el muro la bajo hacia mis senos, masajeandolos sobre la ropa, y al mismo tiempo metió los dedos de su otra mano en mi entrepierna, jugueteando con cada espacio dentro, todo mi cuerpo temblaba, las saco luego de jugar un rato, me mostró sus dedos mojados de mi y se los metió juguetón a la boca, me miró con ese brillo endemoniado en sus ojos y me dijo: -¿Ves? di lo que digas pero tú cuerpo no miente, ¡Eres exquisita! Presiono sus caderas contra mi cuerpo y pude sentir lo duro que estaba.

Lo aparte para poder respirar, me acomode la falda y la panty y salí hacía la parte iluminada de la calle, apurando el paso, no tenía cómo responder, sabía que si me quedaba un segundo más lo hubiéramos hecho en ese callejón, ese hombre nubla mi moral, o tal vez el sabe algo que yo trato de ignorar y es que mi propia moral es casi inexistente, él se quedó en la esquina, encendió un cigarro y me dijo mientras me alejaba, - ¡Somos inevitables nena! no tengo prisa y como te había dicho no me importa compartir.-  

Armando no me siguió de camino a mi departamento, no podía mentirme, ese hombre me había dejado encendida, apreté las piernas con fuerzas mientras subía el ascensor y aún podía sentir la humedad y el calor que había dejado, entre a mi habitación y sin pensarlo corrí a mi mesita de noche, allí guardaba un juguetito para casos de emergencia y este era uno, Armando me había dejado hecha fuego, tenía que hacer algo al respecto, me tumbe boca arriba y con el aparatito bien lubricado y pensando en él me dispuse a disfrutarme, todo fue rápido y violento, aumente la velocidad lo más que pude, nos imaginaba en aquel callejón, él terminando lo que había empezado, subiendo mi blusa y dejando mis pechos al descubierto, lamiéndolos, para luego romper mi panty y voltearme hacia la pared, con sus manos azoto mis nalgas, haciendo que se me escapara un gemido, separo mis piernas y me embistió con fuerza mientras halaba mi cabello, allí en mi habitación reviví todo lo que quería que hiciera con mi cuerpo, en aquel callejón donde cualquiera podía vernos, imaginarlo desde la suavidad de mi cama y sentir un inmenso placer, gemía extasiada, llegando al clímax, estallando en un orgasmo mas intenso que cualquier porno que haya visto, en la soledad de mi habitación lo imagine todo y fue delicioso, quedé un rato escuchando mi respiración volver a la normalidad, con la falda arriba y  las pantys a medio bajar, ¡Fue extraordinario!

Cuando al fin logro ponerme en pie, dispuesta a arreglarme para dormir, veo que tengo un mensaje en mi celular, era Armando, el texto decía: - Espero te hayas corrido bien en mi nombre nena, se que algo tuviste que hacer porque eso fue lo que yo hice. -  junto con un emoji de demonio y otro guiñando un ojo, mi rostro se encendió ¡Este tipo es un maldito brujo, lo odio! No le respondí.  Necesitaré un horno mas grande si siguen pasando estas cosas jajajaja quizas monte una pastelería en el Orfanato, ya una bandeja no sera suficiente.

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