Cerberos

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Al verlo allí de pie en la puerta del edificio quede estupefacta, al que menos pensé encontrarme allí un sábado era a Ernesto y menos en estas condiciones - Se puede saber ¿porque no pudiste atender el teléfono al menos una vez? - Balbuceo al tiempo que golpeó con sus manos a  la reja, di un brinco de espantó, pero no quería un show en plena vía pública, era aproximadamente mediodía , algunos vecinos y el personal de seguridad que estaban cerca nos miraban expectantes, tomé una bocanada de aire, ignore la furia que hervía en mis venas, abrí la puerta y con la mayor calma que mis nervios me permitían lo invite a subir, si me quería descargar no lo haría en la calle, delante de mis vecinos, pero me iba a escuchar y bien claro, ¿quién se cree ahora, mi padre? ... ¡esto se tiene que aclarar ya! 

Subimos el ascensor en un silencio frío, fijé mi mirada en un punto fijo, solo se escuchaba su respiración pesada, seguía molesto, ahora va a saber lo que es estar molesta, abrí la puerta de mi departamento y apenas se cerró lo escuché rumiar entre dientes, - se puede saber Marcela ¿qué diablos estabas pensando al irte con ese delincuente? porque ese tiene pinta de todo menos de buena persona  ¡porque carajos no atendías el teléfono, estuve a segundos de ir a la policía a denunciar tú desaparición! -  Tomó una pausa para respirar y lo mire fijamente, con esa mirada llena de veneno tan mía que lo hizo quedar en silencio y solo me miraba furioso, puse mis manos en mi frente como cuando esta apunto de explotarme una migraña, respire profundo  y entonces le grité:

- Se puede saber ¿desde cuándo te importa mi vida, si salgo o no salgo si vienen por mi los extraterrestres o la CIA? ¡No eres nada mío Ernesto! ¿De dónde demonios salió todo esto? ¿porque ahora, porque de repente mi seguridad te importa y te enloquece tanto? ¡Eres un idiota! mis vecinos deben estar inventando historias increíbles en este momento ¡Cómo te atreves! Porque...-  mi discurso de te odio a morir es interrumpido, él se me acerca con destreza y me abraza fuertemente, me abraza y yo forcejeo con sus brazos, sigo furiosa y odio que sea más grande y alto que yo, lo miro frustrada y le gritó de nuevo: - ¡Porque todo este show,porque! - No me deja decir nada más y me besa, justo al tiempo que logro soltarme de sus brazos gracias a una patada que le doy en la rodilla, acto seguido caigo de golpe al piso, cuando será que no me pase algo así con él, tumbó el florero de la mesita y terminó ahí en el piso bañada en agua, una sonora carcajada sale de su boca y el ambiente tenso de hace unos minutos parece diluirse, me veo en el espejo de la sala y la verdad aunque trato de disimular lo ridículo del momento sonrío, al parecer es el tiempo de una tregua.

Me ayuda a ponerme en pie, quedamos frente a frente, me toma un mechón de cabello y lo aparta de mi rostro, y me mira con esos ojos de miel de ensueño que tiene el condenado, ¿porque tiene que mirarme así? siempre que lo hace caigo en trance; estamos demasiado cerca uno del otro, siento como nos rodea una energía inexplicable que me hace temblar y justo allí sin mirar palabras, me toma por las caderas, me alza sobre el mesón de la cocina y nos fundimos en un delicioso y apasionado beso, quisiera decirle que pare, mi mente grita que debemos detenernos pero mi cuerpo se rehúsa a escuchar, mi cuerpo se acomoda entre sus caderas y se aferra a su cuerpo, sedienta y deseosa, me despoja de mis pijamas con una velocidad increíble, su cuerpo y el mío danzan en un movimiento delicioso, sus manos recorren mi espalda, sus labios saborean mis pechos, estoy en éxtasis, a punto de estallar,  separa mis piernas  y me embiste con fuerza, una y otra vez sin detenerse, jadeo su nombre mientras lo halo del cuello, en este desenfrenado frenesí de ardiente deseo, nos debíamos este momento desde hace tanto que lo último que queremos es terminar; el tiempo se distorsiona cuando estas al borde del placer, las horas parecen minutos, ni en mis mejores sueños terminamos así, exhaustos y extasiados sobre la cocina de mi hogar. 

El momento de adrenalina llega  a su fin, seguido de un silencio incómodo, me vestí lo más rápido que pude y un rubor recorría mi rostro, estaba muy avergonzada, Ernesto se arreglaba el pantalón cuando noto mi actitud, me tomo por las mejillas, y me dijo: - Mírame a los ojos -  yo no podía, estaba apunto de llorar, la voz se me quebró cuando le dije:  - Esto está mal, está muy mal Ernesto, tu, tu eres... -  puso sus dedos sobre mis labios y me abrazo con dulzura, justo en ese momento rompí en llanto - No quería que pasara así, no quería hacerte sentir así pero no pude evitarlo al tenerte tan cerca - dijo, mientras secaba mis lágrimas y me besó nuevamente, lo aparte y le dije:  - Tienes que irte tengo muchas cosas que pensar, a solas. -  Asintió con el rostro, sabíamos que estaba mal, pero a mi aún me tambaleaban las piernas  y mucho mas la moral, quería que se fuera antes de volver a caer en sus brazos.

Baje a despedirlo y  justo cuando ya se iba, apareció la Vstrom negra en toda la entrada, ¡Oh por Dios! ¿en serio?  Voltee a mirar a Ernesto, este se había puesto tenso, como cuando a un gato le vas a echar un balde de agua fría, en cambio Armando nos vio y sonrió sarcásticamente; que karma estaré pagando yo, pensé y deje escapar un resoplido mirando al cielo, porque yo sabía exactamente cual era el karma.

Armando se acerca divertido con la situación, -  ¡Hola nena! Te estaba llamando pero en vista de que no atendidas vine personalmente, ya entiendo porque no contestabas...-  nos miro a ambos con picardía, cuando dijo eso pude sentir como mi rostro se encendía rojo fuego, solo atiné a decir en mi tono de voz mas neutro posible : - No interrumpes nada, Ernesto ya se va. -  este me miró estupefacto pero se dirigió rumbo a su auto sin decir adiós, podía ver que mi frialdad lo había herido, pero no es momento de sentimentalismos, volteo hacia mi recién llegado visitante:  - Dime Armando,  ¿en qué puedo ayudarte? - no paraba de ver en dirección a Ernesto, la situación incómoda parecía entretenerlo en demasía. - Nena has dejado tu monedero en el salón VIP y me lo entregaron hace un rato, vine a entregarlo, eso es todo. - suspire aliviada, era solo mi monedero, lo puso sobre mis manos y acercándose mucho a mi cuello, sabiendo que Ernesto aún no arrancaba me dijo: - A tu novio no le gusta que esté tan cerquita de ti, pero ese olor a sexo que cargas ¡me está volviendo loco nena! -  Pasó su lengua por mi cuello lentamente, saborea sus labios, me mira con lujuria y dice - ¡Uff deliciosa! -  Yo estaba petrificada, eso solo lo hizo sonreír más - Estamos hablando, me voy antes que me gane una paliza, pero espero seguir viéndote, eres... diferente. - me lanzo una última mirada guarra, subió a su moto, le hizo cambio de luces a la camioneta de Ernesto y se marchó a toda prisa, unos segundos después Ernesto también se marchó, yo me quedé ahí en la puerta un buen rato tratando de asimilar todo lo que estaba pasando y aún no lo podía creer ¡Que alguien me despierte por favor!

InfiernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora