Ya había pasado cinco días en que el Cuervo no pasaba por aquel pozo donde habló con Soledad, sin embargo, existían tres preguntas que intrigaban al pobre joven. La primera, ¿quién era esa mujer vestida de negro tocando violín al lado del pozo? La segunda, ¿cómo es que leyó antes lo que le dijo? La tercera, ¿realmente habló con ella? Había una sola forma de comprobarlo, pero el joven aún no estaba decidido de volver. Todos volvemos a lugar que nos hace feliz.
En su hábito de comprar pan y agua vio a una pareja que se entregaban cartas de amor. La chica sonrió al leer una, pero después el chico sonrió aún más. Por alguna razón el Cuervo se sintió un poco identificado; pues aquella vez aparentemente habló con Soledad, se sintió acompañado así como esos dos. Se quedó pensando y entonces se fue. No podía seguir creyendo que solo era su imaginación o un sueño. Y quiso que fuese un sueño. En su camino al pozo recordó su viejo chiste y rio de sí mismo.
Llegó al lugar que temía. Al lugar donde pensaba hallar las respuestas a sus preguntas y dudas. Si es que algún día podía tener esas miles de respuestas que necesitaba.
Se acercó al pozo despacio y gritó:
-¿Estás ahí? Creo que hoy me siento un poco más solo de lo normal.
El joven vio que nadie le respondía, entonces se sentó al lado del pozo y comenzó a hablar mirando las pequeñas piedras que formaban todo el camino.
-Hoy pasaron cosas interesantes. Un anciano tocó una guitarra extraña. El padre de la iglesia murió. Y, una pareja que jamás había visto, se entregaron mutuamente cartas de amor. Al final, el joven le entregó una última carta a su novia, entonces ella la leyó sonriendo y decía:
-Las rosas en el verano no existen-. Entonces el novio sonrió aún más y respondió: -Personas como tú tampoco existen en este mundo.-
-Fue muy romántico de su parte y muy curioso-: Comentó el cuervo. Una voz dulce y angelical proveniente del pozo respondió:
-Sin embargo, se siente solo.-Entonces eres real-: Confirmó el joven sin sorprenderse del todo, mirando una hoja caer.
- No sé que es peor, estar solo o sentirse solo-.
-Lo peor no es estar solo, es saber que no estás solo y aun así, sentirse solo. Puedo escudriñar el corazón de las personas cuando me permiten entrar en él-.
-Entonces, siempre estuve solo-.
-Jamás. Los que te amaban te siguen amando y la que te acompaña te sigue acompañando-.
-Quizás. Al menos el chico no está solo-: dijo el Cuervo para volver al tema de la pareja.
-Hablando de jóvenes felices, una vez escuché a una chica decir:
-Soy feliz con lo que tengo. Soy feliz con lo que hago. Soy feliz con las personas que me rodean y entonces, si soy feliz con todo eso nadie tiene el derecho de quitarle la felicidad a una persona que se sostiene de ella.
-¿Y dónde estabas tú cuando escuchaste eso de aquella joven?-: Preguntó, el Cuervo.
-En el corazón de su padre-.
Los dos se quedaron en silencio, el joven recordó la última vez que habló con la Soledad y entonces también recordó la mujer del vestido negro y el violín. La verdadera razón por la que él fue hasta allí nuevamente es por aquella extraña mujer.
-La última vez que estuve aquí, al irme, tropecé con una rama y miré en dirección a este pozo-. El Cuervo guardó silencio por unos segundos, pensó en la mujer.- Vi una extraña mujer, de ropa oscura y cabello negro, llevaba un violín. Quisiera saber qué hacía allí. Jamás nadie me ha visitado.
-Yo te visité, pero te marchaste muy rápido-. Dijo la Soledad con voz queda. El Cuervo miraba en silencio las hojas que caían. -No creo volver a presentarme de tal manera-.
El joven se sorprendió. Confirmó sus tres preguntas con éxito.
-¿Por qué no?-: preguntó, el Cuervo.
-El amor se presenta por una necesidad y la compañía por un deseo, la soledad se presenta por la ausencia de ambas. Aunque quisiera reaparecer de tal manera, debo ser amada. Lo que creo que es imposible, no he sido amada en mil años. - Los dos extraños sujetos guardaron silencio, después de unos segundos la Soledad pensó en una cosa muy extraña.
-¿Por qué le tenías miedo al pozo?- El joven había sacado su cuaderno y había comenzado a dibujar la mujer que vio, pero entonces, al escuchar tal pregunta, cerró su cuaderno y se sujetó bien para no caer por el abismo.
-De pequeño, veía carteles de una chica desaparecida. Era muy linda. Nadie sabía lo que había sucedido con ella. No fue hasta después de un año que supimos lo que sucedió... la chica cometió suicidio. Dicen que era una chica la cual todos querían y de igual manera ella no mostraba ningún afecto, ni ninguna señal de lo destrozada que estaba por dentro. Todos la querían y al parecer, este pozo la quería aún más-. El Cuervo miraba el suelo que ya se estaba cubriendo por hojas mientras pensaba en esa chica. En algún momento consideró que podía ser la misma que Soledad, pero canceló la idea rápidamente. Al parecer quería más de lo que le podían dar. Quería más amor. Quería más compañía. Terminó recibiendo lo que más todos temen, soledad. Las personas que la amaban la perdieron, mientras que yo, perdí a los que me amaban.
-Pero ahora no estás solo. Estás conmigo-.
-Con la soledad. Creo que junto a ti me siento muy bien. Eres como esas personas con las que nadie quiere estar y al final son las mejores del mundo...-
El Cuervo y Soledad tuvieron una larga charla ese día y no solamente ese día, sino muchos otros más. En uno de los dibujos de los cuales el joven hacía, dibujó a un cuervo parado al lado de un pozo. Ese dibujo se lo quería dedicar a la soledad, ya que por mucho tiempo olvidó dedicar cartas a la soledad y a sí mismo.
Hubo un tiempo en el que el Cuervo hablaba hacia la soledad acerca de lo que él estaba sintiendo en estos últimos meses y eso era amor. Le dedicaba cartas de amor y tocaba melodías de piano para ella y ella junto a él, desde lo más profundo del pozo, tocaba un hermoso violín y cantaba sus hermosos tonos.
"El Cuervo está más chiflado": decían los niños pues lo veían hablando solo sentado al lado de un pozo.
"El cuervo está aún más chiflado": decían los niños pues lo veían tocar piano y sonreír con felicidad al lado del pozo.
"El cuervo está más y más chiflado": seguían diciendo los niños pues lo veían bailar al lado del pozo. No, no era ningún pozo, era un abismo, un abismo el cual una chica cometió suicidio y un chico que mató a su familia bajo inocencia, dejaba caer cartas, hablaba, cantaba y tocaba piano. Quizá los niños tenían razón, pero nadie tenía el derecho de quitarle la felicidad a alguien que se sostiene de ella. Y nadie...es capaz de seguir viviendo con felicidad después de haber asesinado a su familia.
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Eterno Dolor de Las Memorias
Short StoryComo un alma eternamente encadenada no se atrevía a mirar al pozo en donde él arrojaba sus cartas, las cartas que caían al vacío infinito. Él siempre ha estado solo. Un corazón perdido lejos de la realidad para proteger su corazón de la culpa. Las p...