Capítulo 3

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A cada segundo que pasaban en silencio, Lizbeth se ponía casa vez más y más nerviosa. Solía estar acostumbrada a mantenerse callada en las reuniones sociales, pues como princesa, tenía que mantener una compostura cordial y tranquila. Sin embargo, en aquel preciso momento, eso le era completamente imposible. Comenzó a mirar a un lado, esperando que Rose le trajese su libro al fin.

— Por cierto, princesa —Habló finalmente Marc, rompiendo el tan insoportable silencio— Mañana al anochecer hay un festival en la ciudad ¿Va a asistir?

— Aunque me gustaría, no podría. Los festivales siempre están llenos de gente y podría ser peligroso para mí. Aún hay personas que apoyan al antiguo emperador y podrían atentar contra mi vida —Respondió la princesa con una leve sonrisa— ¿Como son los festivales? La última vez que asistí a uno fue junto a mi padre y no recuerdo mucho...

— ¿No? Eso es una lastima, princesa. Los festivales siempre están llenos de color, de música, de olores deliciosos y de personas alegres. Los festivales son un gran acontecimiento que los ciudadanos llevan semanas esperando y que cuando llegan, se sumergen por completo en estos. Los hay de diferentes tipos... Es más, creo que el festival de mañana es de máscaras.

— Debe ser bonito bailar al son de la música hasta que tus piernas no puedan mas... —Murmuró Lizbeth imaginándoselo.

— Princesa... ¿Por qué no viene al festival?

— ¿Qué? No, no... Pensar siquiera en ir al festival es imposible para mi.

— ¿Por qué no? Le ayudará a evadirse y a divertirse un poco.

— No podría divertirme con seis guardias alrededor, acaparando todas las miradas...

— ¿Y si no trae a sus guardias? Puedes escabullirse de palacio solo unas pocas horas —Pensó Marc, inclinándose un poco hacia ella— Será de noche, por lo que todos pensarán que está durmiendo en su alcoba, y es un festival de máscaras, así que nadie podrá reconocerla. Además... —Miró la mano de la princesa y colocó la mano propia sobre esta, mirando después de nuevo a la princesa— ... Yo estaré con usted y me ocuparé de protegerla y de guiarla durante el festival.

Lizbeth dudó. Por un lado, sabía que en su posición de princesa era demasiado arriesgado, que podría haber personas maliciosas esperando para atraparla y que debía dar un buen ejemplo como futura emperatriz del imperio. Pero por otra parte, era joven y quería vivir experiencias nuevas. No quería vivir encerrada en aquella jaula de oro el resto de su vida, sin poder divertirse como lo hacían los demás humanos. Además, iba a estar con Marc, que era un buen chico y de confianza. ¿Qué había de malo en eso?

— Está bien, iré —Respondió finalmente tras pensarlo— Pero es la primera vez que hago algo así y no sé muy bien qué hacer...

— No para nada, princesa. Usted asegúrese de estar mañana tras anocheces en el jardín justo en este jardín. Intenté ser cuidadosa y que nadie la vea, y el resto déjemelo a mi.

Marc se levantó del banco con una sonrisa en el rostro, visiblemente feliz de haber conseguido que la princesa aceptase su invitación. Hizo una ligera reverencia y continuó con su labor de jardinero al ver a Olivia acercándose con un libro bajó el brazo.

Durante las próximas horas, Lizbeth se mantuvo tranquila y calmada para no levantar ninguna sospecha. No quería que nadie se enterase de su plan de escabullirse para ir con Marc al festival. Un momento... ¿Ir a un festival con un chico? ¿Eso no era similar ir a una cita? Cuando estaba a solas y pensaba en ello se ponía realmente nerviosa. Marc le gustaba, eso era un hechó. Era el primer chico que le gustaba. ¿Podía una princesa tener de amor platónico a un ayudante de jardinero? Mientras nadie supiera nada, suponía que si.

Trenzó su dorado cabello y preparó su vestimenta, eligiendo una que no fuese demasiado elegante ni ostentoso. Un vestido de color rojo, algo viejo, con un corpiño marrón oscuro y una capa con capucha de color marrón clarita, no muy larga. De accesorios, cogió simplemente unos pendientes de rubíes cortos, que con el pelo apenas se le veían, y un colgante fino de plata que le regaló Olivia al cumplir 15 años y que, por lo tanto, pasaría bastante desapercibido entre los ciudadanos.

Esperó a que anoche cierra y, tras cenar y regresar a su habitación, se vistió y apagó la luz para que los demás pensasen que ya estaba dormida. Aguardó varios minutos y abrió la puerta con sigilo, saliendo al pasillo. Tuvo que ir sorteando a los guardias para no ser vista, caminando de forma sigilosa.

Finalmente consiguió llegar al patio trasero, en donde la esperaba Marc bajo uno de los árboles. Era la primera vez que lo veía sin su uniforme de jardinero, lo que puso un poco más nerviosa a Lisbeth, haciéndola más consciente de lo que estaba a punto de hacer.

Marc se separó del árbol al verla y se acercó a ella con una sonrisa.

— Está muy hermosa, princesa.

— G-Gracias... — Consiguió decir, sonrojandose.

— Aunque hay algo que le falta...
— De su espalda sacó una máscara blanca, hecha de tela y con algunas plumas en los laterales.

La máscara únicamente le taparía la toma de los ojos, las mejillas y la frente, pero sería suficiente para que nadie la reconociese. Lizbeth dió media vuelta, quitándose la capucha para dejar que Marc le pusiera la máscara. Al acabar, se rodeó y volvió a mirarlo.

— Vamos princesa, el festival nos espera —Dijo esta vez el chico, extendiendo su mano hacia Lizbeth, la cual la aceptó.

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