Capítulo 4

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Sosteniendo la mano de Marc y siendo guiada por él, Lizbeth consiguió salir de su palacio por la puerta del servicio, la cual no estaba vigilada. A oscuras, caminaron por un pequeño sendero para poder llegar a la ciudad. A cada paso, la princesa notaba su emoción y su nerviosismo aumentar.

— Tenga cuidado, princesa. Agárrense  a mi si en algún momento se tropieza —Dijo Marc cuando pasaron por una zona complicada del camino, por lo que Lizbeth asintió, agradeciendole

Finalmente vieron las luces de la ciudad en el horizonte, por lo que caminaron un poco más rápido para llegar cuanto antes. La música del festival podía oírse desde la estrada, por lo que se dejaron llevar hasta la plaza en la que se estaba celebrando. El lugar estaba lleno de personas enmascaradas divirtiéndose de distintas formas, de farolillos de colores, de puestos de comida para llevar.

Los ojos de la princesa se abrieron de par en par al ver aquella gran escena frente a ella. Los festivales de la nobleza eran mucho más diferentes. En ellos, los nobles fingían sonreír y estar felices, pero allí, en aquel festival, todos parecían serlo.

— ¿Le apetece un tentempié, princesa? —Preguntó Marc, bajando un poco la voz en aquella última palabra para que las personas de alrededor no le escuchasen.

Lizbeth lo miró con una gran sonrisa en su rostro y asintió. Le apetecía mimetizarse con el ambiente festivo y de júbilo del lugar y divertirse como todos los demás, y el comer algo podría ser un buen comienzo.

El joven caminó por los distintos y pintorescos puestos de comida en los que se servían de todo, aunque la comida que más triunfaba eran los dulces para llevar.

— Me gustaría comer uno de esos... —Dijo Lizbeth deteniendo el paso de Marc para señalar un puesto en donde se vendían manzanas caramelizadas.

— Me parece una buena elección —Respondió el joven caminando hacia el puesto— Disculpe, ¿Podría darnos dos manzanas caramelizadas, por favor?

— ¡Marchando dos manzanas! Serán cuatro monedas de plata —Dijo el dependiente con una voz cantarina mientras preparaba las manzanas.

Lizbeth metió la mano en uno de los pliegues de su vestido para sacar de un bolsillo escondido una bolsita de cuero con algunas monedas que había preparado previamente. Pero al ver sus intensiones, Marc la detuvo con un sencillo gesto con la mano.

— Guarde eso, yo lo pagaré.

— Pero...

— Insisto, fue idea mía venir al festival. Ya pagará usted la próxima vez.

La princesa asintió, sonrojandose un poco. ¿Próxima vez? ¿Eso significaba que habría más veces como esa? ¿Volvería a escaparse junto con Marc para ir a otro festival? Eso le había muy feliz. Volvió a guardar la bolsita de cuero y cogió la manzana caramelizada que le ofrecía el dependiente del puesto.

— Gracias —Dijo con una leve reverencia, luego se giró hacia Marc, quien había terminado de pagar y también cogía su manzana— Vayamos a pasear mientras comemos... ¿Le parece bien?

El joven asintió, dándole un mordisco a su manzana caramelizada. Ambos comenzaron a caminar por la plaza, deteniéndose en los distintos puestos artesanales y espectáculos que distintos artistas representaban, tales como teatros o bailes autóctonos de la zona.

Todo aquello emocionaba gratamente a la princesa, que caminaba muy alegre de un lado a otro, arrastrando al pobre Marc. Al acabar de comer las manzanas, Lizbeth le propuso unirse al grupo de baile que abarcaba gran parte de la zona, y pese a que era la primera vez que bailaba de aquella forma tan poco elegante y con clase, se divirtió mucho más que con los bailes de salón que se sabía de memoria.

Bailaba y bailaba sin dejar de mover su cuerpo al ritmo de la música. Los pies comenzaban a dolerse, pero apenas le importaba. Frente a ella, Marc también bailaba, riendo. Era la primera vez que lo escuchaba reír y sonreír de aquella forma. Por primera vez en mucho tiempo, Lizbeth había olvidado quién era realmente y se sentía libre.

— Pronto comenzarán los fuegos artificiales, ¿Qué le parece si vamos a una zona alta para verlos mejor? —Propuso Marc sin dejar de bailar, alzando la voz y acercandose a ella para que le escuchase.

— ¡Me parece bien! ¿Conoce algún lugar en la ciudad para verlos?

— ¡Por supuesto! Conozco el lugar perfecto.

Y tras decir esto, la cogió de la mano y salió de la zona de baile de la plaza, comenzando a caminar hacia una calle colindante.

— ¡Vamos! Tenemos que darnos prisa, los fuegos comenzarán en unos minutos —Dijo Marc, comenzando a correr, tirando de la mano de Lizbeth.

Aún le dolían los pies del baile, pero no le importaba lo más mínimo. Tenía muchas ganas de ver los fuegos artificiales, y más si eran con la grata compañía del chico. Todo aquello le parecía un maravilloso sueño del que no quería despertarse jamás.

Cada vez se fueron alejando más y más de la plaza, adentrándose cada vez en calles más oscuras y solitarias. Lizbeth comenzó a tener miedo, por lo que apretó aún más el agarre de su mano cuando dejaron de correr para caminar. De alguna forma, se sentía segura a su lado.

— No me agrada demasiado esta zona de la ciudad... —Murmuró mirando a los lados.

—Tranquila, princesa. En breves llegaremos al lugar —Dijo Marc con voz suave.

Ella asintió y volvió a mirar al frente, confiando en su compañero. Sin embargo, la tranquilidad le duró poco. De golpe sintió como alguien le ponía un pañuelo tapando su nariz y su boca y tiraba de ella hacia atrás, separándola de Marc. Trató de luchar y resistirse, pero su vista no tardó en nublarse por completo y caer dormida.

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