Ride

[4]

Harry:

Mis días avanzaban con una monotonía irrompible.
Karl no se había dignado a dar señales de vida, hecho que mentalmente agradecía, definitivamente no estaba preparado para enfrentarla de nuevo.
A pesar de que estaba conforme con mi rutina, a veces me resultaba imposible apartar el pensamiento de que lo único que hacía era malgastar mi tiempo y que claramente no estaba viviendo una vida plena y satisfactoria.

El sonido del timbre de mi apartamento me devuelve del profundo sueño en el que había caído en manos de Morfeo.
Me encuentro con el cartero parado en frente de la puerta de mi casa. Me entrega el correo y amablemente se despide.
Un desconocido y delicado sobre acaba en mis mano. Cuidadosamente lo abro y lo que parece una invitación llama mi atención.

" Gordom Lee y Gemma Styles"

Entonces todo cobró sentido, mi hermana se casaba.
Sin duda nuestras vidas habían tomado caminos muy diferentes, ella era feliz, ella sí había alcanzado sus metas y estaba formando su propia familia.
Algo en mi interio se revuelve y recapacito, no puedo reencontrarme de nuevo con toda mi familia.
Los años habían transcurrido y mis heridas seguían siendo visibles en mi interior. Ni el tiempo había sido capaz de reconstruirme de entre los cimientos de mis propias pesadillas, y la eternidad tampoco llegaría a ser nunca mi cura.

Salgo de mi apartamento y me subo en mi moto.

Pierdo el control de mi cuerpo y me ebado del mundo. El asfalto es mi único destino y simplemente continúo con mi camino.

Entro en el primer bar que encuentro. La multitud de gente me impide avanzar, pero a base de apartar a cualquiera fuera de mi camino ya me encuentro en la barra del local.
La noche transcurre y con ella pierdo la cuenta del número de mis consumiciones.
No me importa cuan borracho acabe, en ese preciso instante solo necesito olvidarme de todo y sentirme vivo.

Entonces una ajena mujer aparece en mi campo de visión. Su cuerpo se mueve a compás de la música realizando movimientos fluidos y seguros. Sus amigas la acompañan en el centro de la pista, pero mis ojos únicamente se centran en ella.
Observo la desconocida mujer hasta que la música, junto con sus movimientos se detienen y tras desviar su mirada hacia sus amigas encamina sus pasos inconscientemente en mi dirección.
Ajena a mi presencia se sienta a mi lado. Es entonces cuando discretamente desvío mi mirada hacia su cuerpo. Un rostro juvenil y alegre se da a conocer e instantes seguidos nuestras miradas se cruzan.

| Elizabeth Bones |