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—Estoy bien.

Es la cuarta vez que Katia le asegura lo mismo. Y, aun así, su hermana amenazó con irse a vivir con ella una temporada si no permitía que le hiciera una revisión. Cetria era encantadora normalmente, pero cuando Katia insistía en estar bien le entraban mil demonios dentro. Como la noche y el día, las dos mellizas no pueden ser más diferentes.

—Eso lo tendré que determinar yo.

Cetria continúa con su inspección. Aún le queda un año de estudios en medicina para transformistas, pero sus conocimientos bastan de sobra para esta situación y para muchas otras. Así que, aprovechando su amenaza, revisa que el cuerpo de su hermana esté en óptimas condiciones.

Cuando recibió el aviso de la explosión en el laboratorio de Katia el miedo se había apoderado de ella. Descubrió que seguía con vida y que le estaban sacando sangre para hacerle unas pruebas con el fin de comprobar que todo estaba bien. Se había procedido de igual forma con todos los demás empleados que se encontraban en el edificio en el momento de la explosión. A pesar de esas pruebas, Cetria había insistido en inspeccionarla ella misma, ya que los médicos humanos no podían profundizar más allá, algo que los cambiantes solían necesitar. Por eso hay especialistas de su especie que se dedican a ofrecer una atención más ajustada y personalizada, dependiendo del tipo de transformista que sea.

—¿Cuánto tardarás?

A pesar de sus palabras, que pueden verse como algo frías, Katia adora a su hermana y daría su propia vida por ella. Por eso Cetria le rechista, le pide que se esté quieta y continúa mirando cada músculo de su cuerpo.

—Te pediría que te convirtieras, pero creo que sería abusar —al fin, Cetria suspira y se sienta al lado de su hermana en la camilla de su cabaña del refugio—. Después de todo, la explosión no te alcanzó a ti, ¿cierto?

—Ya te lo dije —Katia se coloca bien su camiseta—. Se produjo dos pisos más arriba. Por eso tardé en olfatear el compuesto de la bomba.

Cetria traga saliva, algo nerviosa.

—¿Estás segura de que fue...?

—Sí.

La respuesta de Katia es tajante, así que no da lugar a dudas. Cetria sabe que su hermana es una persona que lo comprueba todo varias veces hasta asegurarse. Si ella dice que la explosión fue intencionada, no duda en creerla.

—¿Katia?

Desde el otro lado de la puerta se escucha la voz profunda de Damián, el alfa de la manada. Cetria lo invita a pasar. Su imponente figura entra en la habitación que Cetria ha convertido en su lugar de sanación: un centro de salud para los suyos. Sus ojos oscuros inspeccionan a Katia mientras esta lo asesina con la mirada. Desde niños, ellos siempre fueron uña y carne. Si Ilion es la mano derecha de Damián, Katia es la izquierda.

—¿Algún problema? —la pregunta va dirigida a Cetria.

Katia contiene las ganas de sacar las garras puesto que entiende que ellos dos se preocupan por ella y que no puede hacer nada por impedirlo. Los ojos de su hermana se encuentran con los del alfa y una punzada de dolor le atraviesa el pecho. A pesar de sus intentos, no puede evitar recordar a su madre cada vez que está en su presencia.

—Ninguno —su voz sale firme, a pesar de todo—. Katia se encuentra en perfecto estado.

—Me alegra escuchar eso —la mirada de Damián se dirige entonces hacia su amiga—. Dicen que saliste corriendo escaleras arriba. ¿En qué estabas pensando?

Luna de Tinieblas |DEPREDADORES #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora