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Titán la observa cuando ella se gira hacia él sin soltarse de la barandilla del puente. Su piel es más bien pálida, aunque no demasiado. Su suave pelo rubio está cortado a la altura de las orejas, despeinado y salvaje, pero coqueto al mismo tiempo. Sus ojos marrones son extremadamente expresivos y se encuentran enmarcados por unas pobladas pestañas y unas arqueadas cejas. Se adivinan algunas pecas en sus mejillas, aunque no demasiadas, lo cual le da un toque de color a su rostro. Su nariz respingona le recuerda a esa niña divertida y risueña con la que solía lidiar todos los días de su infancia. Y se sorprende al pensar en las ganas que tiene de posar sus labios en los finos y rosados de ella, por lo que termina aferrando con la mano izquierda la barandilla. Quizás eso pueda hacerle volver a la realidad.

—Titán.

Su voz recorre el cuerpo de él como si se tratara de una descarga eléctrica, aunque una tremendamente placentera. Las ganas de eliminar la poca distancia que los separa se hacen cada vez más fuertes hasta el punto de forzarse a apretar la mandíbula. Le asusta la intensidad de sus sentimientos, de sus impulsos, del vínculo que tiene con ella.

—Recibí tu mensaje —se obliga a hablar.

Parece que ella inspira profundamente, como si también necesitara encontrar algo de tranquilidad. Y eso le alivia porque sabe que no solo es él quien está tenso. Ella nota también ese lazo de unión entre los dos, y ambos se encuentran luchando contra él con todas sus fuerzas.

—No sabía si vendrías —suspira.

—Perdona. Quizás debería haber respondido a tu último mensaje...

—No, está bien.

Cetria sacude ligeramente la cabeza y su olor inunda las fosas nasales de Titán. Un gruñido se atasca en su garganta y siente que la sangre le hierve en las venas. Apenas puede pensar con claridad, algo que lleva sin experimentar muchos años. Ella siempre fue su talón de Aquiles. Y ahora le resulta tremendamente complicado mantenerse al margen de su vida. Aquel mensaje que había recibido hacía horas había sido el inicio de todo. Y esta vez no se sentía con fuerzas como para resistirse a sus impulsos.

—Deberíamos hablar de esto, por nuestro bien y el de la manada —resuelve ella, finalmente.

—Te escucho.

Y realmente en estos momentos es lo único que puede hacer. Porque si se adentra en la profundidad de su corazón, el lobo que habita en él lo seguirá también.

—Esto me resulta muy complicado y yo...

Se nota que está nerviosa y que no sabe muy bien por dónde empezar. Titán quiere ayudarla, pero no sabe cómo hacerlo. ¿Cómo podrían salvar la distancia que se han estado imponiendo durante los últimos ocho años? Puede que...

—Recuerdo el día en el que te caíste al río que corre ahora mismo bajo nuestros pies —sonríe Titán—. Mi tío nos llevó hasta la orilla para que experimentáramos lo que era.

—Éramos unos lobeznos, todavía —la cara de Cetria se ilumina ante el recuerdo—. Katia se había quedado en casa. Decía que tenía que estudiar, pero realmente prefería quedarse leyendo.

—Y mi hermano estaba con Damián, como siempre. ¿Recuerdas la rapidez con la que te zambulliste en el agua?

—La misma con la que te pedí que me sacaras de allí —se ríe—. Algo había tocado mi pierna y estaba muy asustada.

—El verano siguiente montamos una piscina en el refugio para que le perdieras el miedo al agua. Y, aun sabiendo que no había ninguna criatura allí, no hubo manera.

Luna de Tinieblas |DEPREDADORES #2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora