1

2.7K 90 4
                                    

— Positivo —susurró Anahí, llevándose la mano a la boca— es positivo.

No, no, no. Ahora no le podía pasar esto. Había entrado en el baño de su hermana hacía unos minutos, buscando un pendiente que se le había caído por alguna parte, cuando se fijó en una especie de bolígrafo en la papelera. Lo agarró sin entender que hacía ahí, hasta que descubrió que no era un bolígrafo, sino un test de embarazo.

— Mierda —susurró de nuevo, justo cuando alguien tocó la puerta.
— Annie ¿está ahí? —su hermano, Chris, había subido con ella para buscarlo.
— Entra —dijo todo lo fuerte que pudo.
— ¿Qué te pasa Annie? Estás blanca —le entregó el test— ¿estás embarazada? ¡Annie! Ni siquiera tienes novio...
— Cállate idiota —le golpeó la nuca— No es mío...
— Y si no es tuyo...
— ¿De quién es el baño, Christian? —preguntó seria.
— Dulce... —ella asintió— ¡pero solo tiene dieciocho años! Acaba de empezar la universidad... Es nuestra pequeña ¡Dios mío! Papá no puede enterarse.
— Como no dejes de gritar, se va a enterar ahora mismo.

Anahí guardó la prueba de embarazo en su bolso y salió junto con Christian del baño. No habían encontrado el pendiente, pero eso le daba igual, ahora que sabía lo que sabía. Bajaron al salón donde su hermana, su padre y la mujer de su hermano, los esperaban sonrientes.

— ¿Lo encontraste? —sonrió Maite, sonriente.
— No —negó sentándose al lado de su hermana— supongo que lo tendré que dar por perdido... una lástima, eran de mis favoritos.

La cena fue larga y aburrida, como siempre que cenaban con su padre. Franco no dejaba de hablar de la empresa y de cómo Christian pasaría a ser dueño y señor de la misma en los próximos años, cuando él se jubilase.

— Nosotros nos vamos —se despidió su hermano, de la mano de Maite— ha sido una cena estupenda, pero tenemos un largo viaje hasta casa ¿verdad, amor? —ella asintió, sonriente.

Maite llevaba en la familia desde que Christian tenía 16, se habían enamorado dos segundos después de conocerse en el instituto y no se habían vuelto a separar desde entonces. A los 23 le había propuesto matrimonio y a los 26, por fin, se habían casado. Ahora, con casi 30 años, estaban felizmente casados y esperando a su primer hijo.

— Annie, cariño ¿te quedarás a dormir? —Anahí no tenía ninguna gana de hacerlo, no dormía en la casa familiar desde hacía años, pero se obligó a hacerlo, solo para hablar con Dulce.
— Será estupendo —miró a su hermana— podríamos dormir juntas ¿no? Hacer una fiesta de pijamas, si eso se sigue haciendo, claro —rió un poco.

Dulce dio pequeños saltitos de alegría, se llevaban 7 años de edad, pero Dulce siempre había admirado a su hermana mayor y quería seguir sus pasos en el futuro. Se despidieron de su padre y subieron juntas a la habitación.

—Supongo que también me tendrás que dejar ropa para dormir... No estaba en mis planes quedarme —su hermana sonrió, feliz.
— Me encanta que lo hayas hecho Annie, te echaba mucho de menos —ambas se abrazaron.
— Bueno enana, ¿preparada para revelar todos tus secretos? —notó como Dulce se ponía rígida en su abrazo, pero no lo comentó.

Estuvieron hablando horas, pero nada sobre el embarazo, ni sobre la prueba del baño. Así que Anahí decidió probar con el embarazo de Maite.

— ¿No estás nerviosa por el bebé? —sonrió dulcemente y Dulce abrió mucho los ojos.
— ¿El bebé? ¿Cómo...? O sea, yo...
— ¿Dulce? —su hermana suspiró— estás blanca... ¿me quieres contar algo? —Anahí agarró la mano de su hermana, mirándola dulcemente.
— Lo has visto antes ¿verdad? —susurró con la cabeza baja— lo siento, yo... no lo planeé... de veras.
— ¡Pues claro que no lo planeaste! —suspiró— ¿No pensabas decírnoslo a Chris o a mi?
— Si, pero no tengo muchas oportunidades... —las lágrimas amenazaban con salir— Chris se la pasa trabajando y en su casa con su mujer, y tú desde lo de mamá... —el corazón de Anahi empezó a acelerarse.
— Sé que estoy un poco reacia a pasar tiempo en casa desde que mamá murió, pero aquí estoy —acarició su cabeza con suavidad, intentando tranquilizarla— si me necesitas estaré aquí para ti, y Chris también, lo sabes.

Dulce rompió a llorar unos segundos después, al darse cuenta de que su embarazo era de verdad. Solo tenía 18 años, ni siquiera había terminado el primer curso de universidad. Un sábado había salido con sus amigas a celebrar el fin de exámenes, había bebido, pero no tanto como para emborracharse, cuando un chico guapísimo se le había sentado al lado, habían estado hablando y riendo juntos un buen rato y se habían intercambiado los números. Después de ese día habían salido algunas veces juntos, pero nada serio.

— ¿Sabes quien es el padre? —asintió, pero no dijo más— Dulce...
— Lo conocí en un bar... - terminó diciendo —¡No sé cómo decírselo! Además, no se lo puedo contar antes que a papá, me matará si es el último en enterarse...
— No creo que le ponga muy contento el hecho de que estés embarazada, en general.
— ¡Annie! —se quejó su hermana, horrorizada.
— Perdona... pero tienes razón, debemos hablar antes con papá, después con tu novio.
— No es mi novio —Anahí abrió bien los ojos.
— ¿Cómo has dicho? ¿Ni siquiera sales con él?
— Simplemente nos divertíamos juntos...
— Pues me parece que te has divertido más de la cuenta —le dijo seria— esta noche pensaremos algo para decírselo a papá. Y después iremos a hablar con... con... con el padre del bebé —concluyó, no muy segura.

Dulce asintió, acurrucándose entre los brazos de su hermana, llorando sin parar. Había descubierto esa misma tarde que estaba embarazada y sólo habían hecho falta unas horas para que Anahí se enterase. ¿Que diría su padre? Temblaba de miedo por su reacción ¿y si la echaba de casa? Por lo menos ahora podía contar con Anahí, y seguramente también con Christian y Maite.

El secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora