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El lunes por la mañana fue un verdadero caos en la oficina. Martina había leído la entrevista y, al parecer necesitaba más información. Información personal, claro. Pero Anahí no quería volver a ver a Alfonso.

— Necesitamos saber cómo le gustan las mujeres, qué es lo que aprecia de ellas, como le enamoran...
— Quieres un resumen de su vida privada.
— Son las cosas que interesan Anahí, no cuantos vestidos puede llegar a diseñar en un año.
— ¡Pero es diseñador!
— Por eso mismo, todos sabemos que puede diseñar vestidos. Pero todas nos morimos por saber cómo enamorarlo.

A Anahí se le revolvió el estómago. ¿Tendría que volver a verlo? ¿A entrevistarlo? Sobre su vida amorosa, nada más y nada menos... Se frotó la frente y suspiró.

— ¿Debo hacerlo yo?
— ¿Qué pregunta es esa, Anahí? —la miró seria— es tu reportaje, así que tú tienes que obtener la información.
— Simplemente pensé que con la información que tenía era suficiente...
— ¡Pues no! Anahí, necesitamos saber esas cosas. ¿Como sino voy a conqu...? —se interrumpió.
— ¿Vas a...? - recinto, aunque sabía la respuesta.
— Olvídalo, necesitamos esa información. Como muy tarde, lo quiero en mi escritorio en dos días.

Anahí volvió a su pequeño despacho, arrastrando los pies. Martina estaba loca por Alfonso, y quería que ella le llevase la información de cómo conquistarlo.

— ¿Debería avisarla de cómo es en realidad? —se preguntó a sí misma— lo mismo así me libraba de volver a ver a ese impresentable.

Aunque en el fondo se moría por volver a verlo, volver a besarlo y a sentirlo en su interior. Pero no podía, estaría traicionando a su hermana, ya había sufrido demasiado por ese... mentiroso.

— ¿Has llamado ya para concertar una cita, Anahí? Necesitamos la información —preguntó Martina a última hora de la tarde.
— Si —mintió ella— pero me dijeron que esta semana estará algo ocupado... intentaré mañana de nuevo, pero no puedo prometer nada.

No le gustaba mentir, pero no podía llamar hoy. No después de cómo habían acabado las cosas entre ellos el sábado por la noche. Aunque eso era un tema personal, podría llamar en nombre de la revista, y no tendría porque dar su nombre. Simplemente diría que necesitaba unas cuantas respuestas más y que enviarían a alguien para hacer las preguntas. Si, eso haría. Pero no hoy. Necesitaba tiempo para asimilarlo.

— Annie —la saludó su hermana cuando entró en casa— ¿qué haces aquí? Creía que no vendrías hasta el fin de semana.
— Quería verte —sonrió y entró al despacho de su padre, donde estaban Franco y Christian, hablando de negocios.
—Pequeña —sonrió su padre— ¿cómo estás?
— Genial papá, hola Chris.
— Hola hermanita —su hermano la abrazó, como siempre que se veían.

Después de un rato hablando en familia, Dulce y ella decidieron subir a su habitación. Dulce iría esa semana al médico por primera vez, y estaba muy nerviosa.

— ¿Estás contenta? —ella asintió— ¿incluso siendo madre soltera? —Anahí no tenía filtro con su familia, y con casi nadie, por eso su hermana soltó una carcajada.
— Nunca cambies —le acarició la mano— voy a ser la mamá más feliz y orgullosa del mundo Annie —se acarició el vientre— si Alfonso no se quiere hacer cargo, ya no me importa. No me voy a morir por ser madre soltera —se encogió de hombros— hay un montón de madres solteras que son increíbles.
— Tú también lo serás.
— Gracias —sonrió— Bueno, ¿qué te pasa?
— ¿A mi?
— No vendrías entre semana si no te pasase algo, Annie, nos conocemos...
— He conocido a Alfonso —susurró, sin dar más detalles.
— ¿Te dijo algo de mi? —negó, y Anahí sintió como su hermana se encogía un poco, le seguía importando— No pasa nada, no tendría porque hacerlo. No sabe que somos hermanas.
— Puede que se lo dijese —Dulce abrió los ojos— ya no recuerdo si antes o después de la bofetada.
— ¡Anahí! ¿Pegaste a Alfonso? —Anahí asintió y su hermana comenzó a reírse— eres increíble.

El secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora