Capítulo 8

12.8K 491 101
                                    

Comenzaba a extrañar las llamadas y los mensajes de León. Desde la visita a mi casa solo me escribió un par de veces y no lo hizo más. Extrañaba sus llamadas preguntando por cómo iba mi día y sus mensajes diciéndome que soy hermosa.

Después de dejar a Demian en el bus salí al trabajo, iba un poco tarde ya que no encontraba las llaves de mi casa, toda la semana había estado un poco más pesado mi trabajo, estaba cansada, distraída y el estar pensando en que sucederá con León y el por qué no me habla me tenían desconcentrada. Lo bueno de todo es que porfin ya es viernes y tendré todo el fin de semana para descansar. Casi terminaba de dejar lista la comida, tenía el estofado en el fuego cuando mi teléfono sonó, corrí por él esperando que fuese un mensaje de León pero nada, solo era uno de esos mensajes de propaganda de las compañías telefónicas. Volví a la cocina y tomé la cuchara pero al dejarla dentro de la olla se puso muy caliente, la tomé y sentí como el plástico se derretía y quemaba mi piel, la solté y gotas mancharon la porcelana del suelo y salpicaron los muebles. Metí mi mano debajo del chorro de agua fría en el lavaplatos, intenté retirar parte del material adherido a mi mano pero por mi estúpida reacción ya estaba frío y muy pegado a mi quemada piel. Ya casi era hora de ir por Demian al colegio y yo tenía que ir a algún hospital. Decidí llamar a Elena, el colegio no quedaba lejos de su casa y ella podría cuidarlo mientras estoy en el hospital.

Después de llamarla y escuchar que aceptaba ir por mi hijo salí del trabajo. Caminé a la parada del autobús que me llevaría al hospital cuando un auto se acercó a mi. Mi corazón se aceleró, tal vez Elena lo envío o escuchó que algo me había pasado y León saltó a mi rescate. Di un paso al frente con la sonrisa plantada en la cara y el dolor pasó a segundo plano hasta que la ventanilla bajó por completo y me reveló nada más ni menos que al insufrible de Joey. Me miraba con sus enormes ojos marrones examinando mi ser desde el interior del auto de su padre.

— Me dijo mi madre que sufriste un accidente – dice mientras aún busca la herida.

— Si, voy camino al hospital, pasaré por Demian más tarde – le respondí mientras buscaba a través de la calle alguna señal de que el bus estaba cerca.

— Sube – dice mientras abre la puerta del copiloto – así llegaras más rápido.

— No lo creo, esperaré el autobús.

— Mientras más rápido vallas al hospital más pronto regresaras con el niño, y no creo que necesites una mano infectada – su mirada se quedó clavada cuando porfin vio la herida y el plástico negro adherido a mi piel e hizo una mueca de asco.

Tenía un punto, bueno varios, quería regresar rápido con mi hijo y una mano infectada no me serviría para trabajar. Decidí tomar el riesgo y subir a su auto. Llevamos una plática tranquila el resto del camino. Se hizo cargo del gasto del hospital y un pequeño botiquín para llevar a casa y curarme. Seguimos con nuestra plática hasta llegar a su casa, llevó el coche hasta el jardín y esperó a unos metros de la entrada. Aparcó el auto, desabrochó el cinturón y me miró. De inmediato me puse rígida, incómoda. Y el solo agachó la mirada, negó con la cabeza y suspiró. Esa era una reacción extraña de su parte. Verlo así como un manso cordero cuando había visto que su hambre de poder y esparcir miseria era feroz. Me tomó de la mano e intenté alejarla pero no me dejó, a ese punto yo sentía miedo de que me hiciera algo y no poder salir corriendo a tiempo.

— Perdón - dijo entre sollozos – se que no lo merezco pero lo necesito, los extraño, extraño mi casa, a mi hijo pero sobre todo a ti, me haces falta hasta para respirar Arlette – y al levantar su mirada ví como sus ojos estaban húmedos amenazando con derramarse.

— Me hiciste daño Joey – retiré mi mano cuando aflojó su agarre – el sufrimiento del resto de mi vida lo tuve contigo, ya no quiero eso, no puedo con eso.

— Claro que puedes, si tú quisieras podrías dejarlo todo atrás.

— No quiero dejarlo atrás, me has dejado sola, y no a mí, si no a tu hijo. No lo llamas, no lo vez, no haces absolutamente nada por él. Si tu hijo, alguien que es parte de ti no te importa como quieres que crea que me amas o que me cuidaras si no haces nada por el?

— Se que la cagué, pero dame una oportunidad – me tomó la barbilla y lo miré a los ojos – hazlo por nuestro hijo, no lo dejes sin su padre.

Y suspiré, fuertemente dejando salir en ese respiro mis pensamientos. Sería capaz de dejar de lado mi orgullo de mujer, y no solo eso, mi dignidad y lo poco que queda de la mujer que era por esa frase? Realmente podría poner primero mis intereses antes de lo que necesita mi hijo?

La respuesta es no, no podría, el necesita a su padre, y tal vez Joey entendió la lección al mantenernos lejos tanto tiempo, desde que nos casamos jamás nos habíamos separado y éste escarmiento fue suficiente y no volverá a ser igual. Tal vez ahora seremos lo que soñé y de algún modo, no de la misma manera en que él lo hizo conmigo  pero había hecho algo que podría herirle si se llegase a enterar.

Después de un momento más de hablar con él entramos a casa de sus padres, Elena tenía una sonrisa pintada en el rostro, mi pequeño no dejaba de mirarnos, en especial a nuestras manos entrelazadas para luego correr a nuestros brazos contento. Sí, tal vez tomé una mala desicion pero no sabría hasta intentarlo de nuevo y eso es lo que haré, es lo que mi familia merece. Mi suegra se acercó a nosotros y nos dió un gran abrazo.

— Me alegro tanto por ustedes – dijo besando la mejilla de su hijo y sujetando mi mano – haré algo especial para la cena.

Se fué a la cocina a preparar un pollo al horno y vegetales. Joey, Demian y yo nos quedamos en la sala. Mi pequeño descansaba sobre mis piernas mientras el brazo de Joey estaba sobre el respaldo del sofá detrás de mi. Nuestro hijo contaba cómo fue su día en el colegio y lo que hizo con su abuela de camino a casa. Cada vez mas me parecía que ésto era una buena idea, mi nueva oportunidad con Joey , tal vez era muy pronto para decir algo pero se sentía bien, ese momento se sentía tan bien hasta que la puerta de entrada se abrió en el instante en el que mi esposo decidió darme un beso y su padre estaba de pie frente a nosotros mirando la escena como si fuera lo peor que a visto en su vida.

Apreté los ojos al escuchar a mi hijo gritarle a su abuelo y sentir como bajaba de mi regazo y corría hacia los brazos de León. Mi pecho se aceleró y mi cuerpo se puso tenso ante su presencia. Sus ojos atravesaban a su hijo y luego a mi. Yo cobardemente evitaba su mirada. León era puro enojo y rabia viendo como su hijo me tomaba de la mano que no estaba herida y me ponía de pie para luego rodear mi cintura con su mano.

— Papá – habla Joey para romper el silencio – Arlette y yo hemos decidido luchar por nuestro matrimonio.

León volteaba a verme como si no creyera lo que él dice, buscando alguna señal de ese ratón asustado al que rescató varias veces pero la verdad es que no encontraría nada. No sabía que decir así que solo le sonreí y asentí. Su mirada se volvió triste por un segundo que casi dudé que hubiese sucedido realmente para luego ser una mirada fría y de desprecio hacia mi.

— En ese caso – responde – les deseo lo mejor –  sonríe mientras camina a la cocina y derrepente, se detiene – pero eso no quiere decir que no te tenga en la mira si le vuelves a tocar un cabello de la manera tan bestial en la que lo hiciste muchacho – y se va a la cocina mientras Joey trata de procesar la amenaza de su padre.

El padre de mi esposo [Terminada✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora