Capítulo 23

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Estoy sentada en el piso, mis manos están manchadas de sangre y mi vestido salpicado de más gotas color carmesí. El cuerpo de mi esposo está frente a mi, pálido, frío y con el filo aún clavado hasta el fondo. Lo veo a él, luego a mis manos. Que haré ahora? Iré a prisión por haber matado a Joey. Quiero llorar, pero no sé que me duele más, ver el cadáver de mi marido o no saber dónde está el cuerpo del amor de mi vida. Comienzo a llorar de nuevo, mi hijo a perdido a su padre, su abuelo y ahora también a su madre que estará tras las rejas. Comienzo a llorar, quiero parar las lágrimas pero las puertas de éstas cataratas ya están abiertas a tope. Cubro mis ojos y trato de pensar pero no puedo parar de llorar, poco a poco me levanto del suelo, busco el teléfono y no está, reviso debajo de los sillones y no hay nada, tomo la mochila que tenía mi esposo y ahí dentro encuentro el teléfono de mi casa. Comienzo a llamar al 911

- 911 , cuál es su emergencia - responden casi de inmediato.

- Me llamo Arlette Ferreti - sollozo y cierro fuerte los ojos - yo, yo asesiné a mi esposo.

La chica me hizo un par de preguntas, cuáles? No lo recuerdo, tampoco recuerdo cuanto tardó en llegar la policía, yo me volví a sentar al lado del cuerpo de Joey y le pedía disculpas llorando, no era mi intención acabarlo así pero era el o mi hijo y sé que le quedó clara mi desicion. Llega la policía a mi casa, abren la puerta a golpes y me ven en el suelo, sigo llorando, escucho las sirenas de la ambulancia, la gente poco a poco comienza a acumularse en el jardín de mi casa, mi rostro tiene rastros de sangre que quedaron al intentar secar mis lágrimas, hombres vestidos con monos blancos y una bolsa negra y una camilla entraron a mi casa mientras un oficial tomaba mis manos detrás de mi espalda y las sujetaba con unas esposas. Tanta gente en tan poco tiempo fuera de mi casa, el flash de las cámaras me cegaba y de pronto, ahí estaba, León, entre la gente observando como era escoltada, quise correr hacia él pero él oficial no me dejó. Ahí está, ahí estaba el entre la multitud hasta que una mano impactó tan fuerte en mi rostro que me hizo dar un paso hacia atrás, un rostro contorsionado por el dolor estába frente a mi, Elena, Elena estaba destrozada al ver cómo el cuerpo de su hijo era sacado y tenía a la culpable delante de ella.

No me dolió el golpe, no me importaba sus insultos, la dejé descargar su dolor mientras yo intentaba ver detrás de ella pero no había nada, ya no estaba él, lo voy a extrañar tanto, su imagen tan clara como la de este momento estará clavada en mi mente hasta el resto de mis días.

Un pantalón naranja y camisa blanca son lo que llevo puesto, esas cadenas están alrededor de mis muñecas y la sangre se a ido de mi piel, mi madre está del otro lado de la mesa y llora al verme aquí. Ya pasó una semana. Mi pequeño llama y llora pidiendo ver a su madre y no aparezco. El día de hoy se dicta mi destino, hoy sabré si estaré aquí casi la mitad de mi vida o podré ver a mi pequeño Demian. Es una audiencia cerrada, solo las personas necesarias. Está la mujer del ministerio público,con la que hablé en el hospital, mi abogado, también está Elena y mi madre. Elena está aquí para ver cómo me hundo poco a poco en éste barco. Frente a mi , está el juez que tiene en sus manos mi vida.

Escucho el cargo que me dictan, pero mi abogado alega que fue en defensa propia, la sangre de León en la alfombra, los golpes en mi cuerpo, los tarros de Joey en mi interior después de abusar de mi son prueba suficiente para que el juez decida que soy libre, que lo único que hice fue defenderme. Hoy a una semana seguimos sin encontrar a León, se han dado por vencidos en la búsqueda de su cuerpo. No tengo un lugar para llorar por él, no tengo una lápida a dónde ir a dejarle flores, no me pude despedir de él. Todo lo he ovacionado yo. Elena grita y se lanza contra mi pero es detenida por dos oficiales antes de que me pueda golpear.

— No quiero volver a saber nada de ti! – grita mientras llora – desaparece de mi vida! Te has llevado a mi hijo y a mi esposo, todo por tu culpa, mi esposo solo intento defenderte pero murió a manos de mi pobre hijo, lo volviste loco, tú eres la culpable de todo ! – gritaba y me señalaba.

Ella en parte tenía razón, si, la culpa era mía pero no por los motivos que ella tenía en su mente.

Al día siguiente estoy saliendo, el sol me da en el rostro y trato de cubrir mis ojos para acostumbrarme a la luz. Me siento un tanto extraña afuera, no es fácil acostumbrarse a estar dentro de esas cuatro paredes pero tienes que hacerte a la idea de que ese puede ser tu hogar por mucho tiempo o enloqueces. Cada día dentro de esa celda escuchaba la voz de León diciendo que todo estaría bien, el olor de su perfume llegaba a mi nariz. Y rompía en llanto. Sigo mis pasos hacia adelante, mi madre y mi hijo al verme bajan de auto y me abrazan, mi pequeño hombrecito llora a mares por mi, me llena de besos y yo hago lo mismo. Mi madre se acerca a nosotros ye da un fuerte abrazo. No llora pero siento como su cuerpo tiembla.

— Tranquila mamita, ya estoy aquí, estoy fuera – y llora.

Abro los ojos y ahí está, está de nuevo parado del otro lado del estacionamiento de la comisaría. No tiene la misma camisa y su barba está un poco más larga, ya no tiene sangre en su cuerpo y sonríe. Suelto a mi madre. León levanta algo en su mano, un papel. Corro a dónde está él, a punto de bajar a la calle un claxon me hace saltar de vuelta y un bus pasa frente a mi, abre la puerta para bajar un pasajero y corro alrededor de él pero ya no hay nada, León ya no está.

Me paro dónde antes lo ví, giro a todos lados llorando pero no hay nada, me pongo en cuclillas en el suelo y cubro mi rostro. Respiro una vez tras otra, tengo que controlarme, no puedo correr detrás de un espejismo de León cada vez que lo vea. Deslizo mis manos hasta mi cabello, exhalo una vez más y abro los ojos para ponerme de pie cuando veo lo que él espejismo de León tenía en la mano. Levanto el pequeño papel doblado, es un recibo, un recibo del pago de una habitación en un pequeño hostal. Me dan náuseas y en la misma posición vacío mi estómago sobre el suelo. Le doy vuelta al papel para leerlo y sonrio. Seré feliz de nuevo, estoy segura que así será. Antes de guardarlo dentro de mí pantalón repaso las líneas que hay en él.

"Nadie me quitará mi bella flor, volveré por ustedes y seremos felices siempre, solo espera un poco más. Te amo"

El padre de mi esposo [Terminada✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora