Capítulo 22

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Ha pasado ya casi media hora, el reloj en la pared pasa lento tan lento que esos minutos parecen eternos. Intento arrastrarme por el suelo, la sangre de León mancha mi vestido color salmón en una horrible mancha que me hace gritar. Sigo sobre el suelo, llegó a la cocina intentando tomar el teléfono pero no está, Joey lo debió de haber tomado, quiero volver a la sala cuando el auto se escucha afuera y comienzo a llorar con miedo, que habrá hecho con mi León?, a dónde se llevó a su padre. Intento arrastrarme más deprisa pero no puedo, la puerta se abre y mi esposo me busca por la sala y no me ve, estoy recargada contra la isla rogando que no me vea pero no tengo suerte, me toma del cabello y me pone de pie, me da otra bofetada y me recarga contra la encimera, se que quiere hacer antes de que diga una palabra así que me retuerzo de nuevo, no quiero que me toque otra vez de ese modo, me dejo caer al suelo y traigo conmigo un cajón que me da en la cabeza y me hace sangrar. Los cubiertos hacen ruido al caer y espero que alguien acuda a mi ayuda.

Me lleva de vuelta al sofá y cubre el golpe que deja caer un hilo de sangre desde un lateral entre mi cabello, Joey camina de un lado a otro, está nervioso. Toma de nuevo la figurilla con la que golpeó a su padre en la cabeza mientras hacíamos el amor y me apunta con ella.

- Ésto - señala nuestro entorno - lo has hecho tú, es tu culpa - no puedo hablar, solo negar y llorar. Me niego a creer que León está muerto y tirado en algún lugar y que tal vez nunca encuentre su cuerpo.

Se va de nuevo a la cocina y pisa los cubiertos a su paso, toma una cerveza de la nevera y bebe despacio mientras me mira. Se lo que piensa, se lo que quiere. Quiere llevarme a la muerte junto a su padre aún no decide cómo hacerlo conmigo. Me niego a pensar que ya no está, tengo que salir de aquí y encontrarlo, el golpe no pudo haber sido mucho, y León es fuerte, mi León es más fuerte que su hijo, saldrá de esto y me cuidará como lo prometió. En qué momento voy a despertar, le ordeno a mi mente que me saque de ésta pesadilla ya por qué siento que si no lo hago moriré de la desesperación antes de que Joey me mate. Retuerzo mis manos a través de las ataduras y el dolor que siento me hace saber que no es un sueño, que ellos no duelen de ésta manera. Estoy viviendo mi peor pesadilla.

Pasan las horas y Joey solo me observa. Su barba apenas dibuja una sombra en sus mejillas. Ya no tiene el adorno en sus manos, ahora tiene en ella un cuchillo. Sus ojos lucen cansados y desorbitados, tiene las pupilas dilatadas. Su mano se extiende e intenta tocarme las piernas pero lo alejo a como puedo, eso le molesta, toma mis tobillos y me tira de un jalón al suelo y sube sobre mi.

- Aún eres mi mujer - susurra cerca de mi rostro - y serás mía - huele mi cabello - si así lo deseo entendiste? - acaricia la piel de mi cuello con el dorso del cuchillo.

Pone el filo entre los botones y los rompe uno a uno hasta que llega a la cintura, con una mano sujeta la tela y con la otra impulsa todo el cuchillo por la tela convirtiéndola en simples arapos. Muerde la piel de mi cuello dejando nuevas marcas al lado de la de sus dedos, siento como una de esas marcas en el hueso de mi clavícula sangra y grito, y grito pero nadie me escucha, estoy abandonada por dios en el suelo de mi casa y el mayor ser sin alma en el mundo.

Comienza a abusar de mi, mis pliegues arden, mi cuerpo por dentro duele de la brusquedad por la que estoy siendo tomada. No es suficiente, el quiere más. Cómo ya lo había hecho antes una vez más me da la vuelta, hace a un lado la tela de mi vestido, estoy expuesta a el de mi parte trasera, por inercia y anticipándose mi cuerpo al impacto de Joey se tensa mi trasero, no quiero que me haga daño por ahí pero eso a él no le importa. Siento como se pone entre mis nalgas y yo trato de apretar más fuerte. Me da un azote que arde y me separa con las manos, de un solo empujón entra y mis lágrimas se derraman, el grito más desgarrador apenas se escucha al estar ahogado por la cinta en mi boca, mis dedos están curvados por el dolor. Él entra y sale mientras está tirado sobre mi, el aire me falta y siento que voy a vomitar. Me toma del cabello y sigue lastimandome con cada movimiento. Da unos movimientos más hasta que gruñe y se vacía en mi. Sale de mi cuerpo y me doy la vuelta, todo aún me duele allá abajo y veo como de su miembro está manchado de un hilillo de sangre. Se va de mi lado y veo que a dejado el cuchillo. Lo atraigo hacía mi con mis pies y apenas logro ponerlo debajo del sillón, tengo que encontrar el momento adecuado para utilizarlo. Se quiere acercar a mi de nuevo y lo evado, se que no debería enfadarlo tomando en cuenta la posición en la que éstoy pero ya no quiero que me toque. Al moverme cierro los ojos del dolor y veo una pequeña mancha de sangre en la alfombra y su gesto se contrae.

- Yo no quiero hacerte daño Arlette, yo te amo - dice en voz baja y hasta suena arrepentido - yo no quería llegar a ésto mi amor pero tú - su mirada cambia y de estar acariciando mi rostro pasa a sostenerme de la barbilla con tanta brutalidad - tú tenías que arruinarlo todo, tenías que defraudarme con mi padre, dime, que te dió el que no te di yo ? - ladea un poco la cabeza. No sé que hacer, no puedo hablar, solo espero que alguien llame a casa y al no responder el teléfono vengan a buscarme y no sea aún demaciado tarde.

Comienzo a toser, siento la garganta seca, me duele y quiero mi medicamento. Veo la mesilla y ahí está aún mi bolso. Lo veo con anhelo y mi esposo sigue mi mirada, va hacia él y lo toma, lo abre y revisa que hay ahí, consulta la receta y ya por un vaso con agua. Pone en sus manos el analgésico.

- Te ayudaré amor, pero promete que no vas a gritar está bien? Promete que estarás callada por qué me dolería en el alma tener que hacerte guardar silencio - asiento, quiero mis medicinas y mi cuerpo ruega agua. Me retira la cinta poco a poco y al ver que no hago ruido deja las pastillas en mi boca y bebo un largo trago de agua. Está de cuclillas frente a mi, lo empujo con mis hombros y cae de culo al suelo.

- Te odio - le digo - alejate de mi de una puta vez y pudrete en prisión que ahí pasarás el resto de tus días maldita bestia sin corazón - le grito en su cara que parece que le he quebrado el alma si esque tiene una en mil pedazos.

Se pone de pie y acerca de nuevo a mi tirando mi cuero cabelludo en su puño.

- Escucha ésto, pon atención, ésto me lo vas a pagar. No se va a quedar así, creo que a tu hijo le gustaría saber lo que la asquerosa de su madre hacia con el infeliz de su abuelo muerto y luego podría enviarlos juntos a los tres para que formen la linda familia feliz.

En ese momento mi cuerpo se pone alerta, quiere ir por mi hijo, y sé que es capaz de hacerlo con tal de herirme, es capaz de matar a mi hijo en mis propios ojos. Lo veo ponerse de pie y caminar hacia la puerta, se detiene en la cocina tomando un cuchillo nuevo y yo corto la cuerda de mis pies cuando ya tengo la de las manos libres, el cuchillo que tengo en mis manos no es tan grande pero no irá con mi hijo, al verlo caminar de nuevo hacía la puerta me pongo rápido de pie sin hacer ningún tipo de ruido y doy un salto con el cuchillo empuñado.

- A mi hijo no lo tocaras maldito infeliz - siseo a su espalda mientras el filo plateado desaparece en la base de su nuca y le doy una vuelta para asegurarme de que no pueda ir y hacerle daño a mi hijo.

Poco a poco da una vuelta y su mano llega al mango del cuchillo pero no puede tirar de el por que su mirada está en la mía y como un árbol seco cortado de raíz cae sin aliento a mis pies.

El padre de mi esposo [Terminada✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora