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Un ruido sordo se escucharía por toda la planta baja, un gemido de dolor y cosas ligeras se arrastraban con un ruido apenas perceptible. Aquello no había sido simplemente una caja de juguetes viejos cayendo o el berrinche de su bendición en la parte superior, era algo más que le hacía doler la espalda a un viejo de 40 años como él. No, ya no tenía la misma energía que tuvo durante su dulce juventud, el subir esas escaleras simplemente le agotaba.

El llegar arriba y ver un desastre en el suelo solo le hizo soltar un suspiro cansino hacia ese pequeñajo que le miraba con absoluto terror. No, no era precisamente la mejor idea el hacerle molestar, pero no pudo evitar el desorden que yacía en el suelo, rodeado de pequeños papelitos que llamaron la atención del adulto presente.

-JinSuk, ¿qué crees que estás haciendo? -bramó el pelinegro en chanclas de hule, ¿por qué resaltar esto? Simple: el puberto solo podía ver ese par de chanclas con diseño de pollitos y apenas si prestaba atención a su padre- Te dije que bajaras las cajas con juguetes viejos para regalar, no que tiraras cosas que no debías y las regaras por todo el suelo. ¿Sabes cuánto trabajo tengo? -finalmente se dio cuenta de que el niño no le prestaba atención- Te estoy hablando, Min JinSuk. ¿Te atreves a desafiarme? ¿A mí? ¿Al gran Min YoonGi?

Las palabras de su progenitor no hicieron sino alzar la mirada y levantarse en medio de reverencias exageradas y risillas que no podía controlar.

-Perdón, papi. Es que realmente trataba de bajar los juguetes, pero esta cosa me cayó en la cabeza y...-ante la mención de "una cosa", llevó su mirada al suelo, cambiando su expresión a una llena de melancolía y ternura que raramente podía ver- Em, ¿papá? Oye, te estoy hablando.

Pero de nada sirvió, el cuarentón se sentó a recoger cada papelito y photocard que se encontraba regada en ese espacio del piso, teniendo sumo cuidado con no arrugar ninguno de los que volvía a meter a la vieja caja de zapatos. Acariciaba con dulzura la tapa del objeto, sonrió ante los recuerdos y reaccionó cuando el rostro de su hijo volvió a aparecer en su campo de visión.

Tosió levemente, algo avergonzado por haberse dejado llevar por tales emociones inmaduras, pero le era imposible no hacerlo ante tal hallazgo.

-¿Por qué guardas tantos papelitos? -la pregunta sonó fría en aquél silencioso lugar, perdiéndose en el viento y solo encogiendo a los presentes- ¿Por qué sonríes tanto? Ni cuando nació HyeJi te vi hacerlo tanto.

-Pero qué irrespetuoso hijo he criado, señor-bramó con tono de reproche antes de palmear el hombro de su hijo e indicarle que le siguiera. Llegaron a la habitación del menor, donde vació el contenido de la caja y se maravilló al notar el volumen que ocupaban en la cama- ¿Quieres escuchar una historia?

-No, no me gustan las historias de viejos aburridos-se quejó el menor antes de recibir un sape en la nuca, dejándole hacer un dulce puchero con los mofletes y apretujar el corazón de su padre- Vale, pero si es aburrida me voy.

La mirada suave de YoonGi no pudo sino hacerle confundirse aún más, una mirada que rebuscaba entre cada nota sobre sus cobijas, hasta que tomó un pequeño posti viejo y arrugado de color pistache, adornado con grecas anticuadas y con una caligrafía muy hermosa y adornada.

-Estoy seguro que en un futuro no te lo va a parecer, mocoso-susurró con cariño antes de dejarle la nota al Min menor- Cada papel que ves en esta caja viene de la misma persona. ¿Sabías que tu viejo era un torpe asocial en la secundaria? Aunque no lo creas, este fabuloso hombre fue invisible.

-Papá, suenas a una anticuada novela para adolescentes. Si quisiera oír de la historia del chico inadaptado que encuentra a un grupito, ya hay muchas series que ver-se quejó el puberto mientras acariciaba aquella nota con sumo cuidado, algo le decía que valían más de lo que su dañada apariencia mostraba.

La mirada divertida del hombre le calló de inmediato, haciéndole escuchar con relativo desinterés, aunque pronto eso cambiaría.

-Tu viejo realmente era un aislado, no entiendo por qué son tan crueles los jóvenes... Pero si hay algo que sé, es que sufría tanto por no tener el valor de lanzarme a algo más. Era un cobarde.

Temblaba, YoonGi podía recordar cuánto temblaba en cuanto debía acercarse a otras personas, recordaba perfectamente el sentimiento de ser invisible por su inútil miedo. Sus palabras ahogadas en cuanto se armaba de valor para decir algo que podría valer la pena ante sus compañeros, pero no era lo suficientemente osado como para atreverse a alzar la voz.

Los veranos en soledad, los inviernos observando los planes ajenos, su juventud había empezado tan alejada del mundo que no podía imaginar otro camino que pudiera seguir. Las gotas de sudor recorriendo su cuello, no importaba el calor que hiciese, jamás dejaría de usar esa sudadera azul que le había obsequiado su padre.

Podía alzar la mirada, observar su mundo ser rodeado de extrañas sensaciones, sensaciones que se privaba de sentir por mero temor. Pero no, el querer ser amable no le dejaba ignorar algunas cosillas que ocurrían fuera de su burbuja. No le importó el detener su lectura fantasiosa para caminar hacia la mesa que se encontraba al frente y tomar entre sus manos una linda libreta con mariposas en dimensiones reales, una libreta olvidada junto a algunas partiduras incompletas... Era algún músico apasionado.

La compasión por la pobre persona que hubiese dejado sus pertenencias en la mesa le hizo volver hacia sus cosas y tomar uno de los postis que había comprado, simplemente los había adquirido por su lindo diseño... En fin, las mejillas rosadas no dejaban de arder mientras escribía la dulce nota que acabó por entregarle a la amable anciana que recibía a todo aquél que deseara entrar a la biblioteca. Sus oídos se deleitaban al recordar las notas que había escritas en esas hojas, una melodía suave y dulce que dio vueltas en su cabeza toda la tarde en casa. YoonGi sentía que había hecho el bien, que era el primer paso para alejarse de su densa bruma mental.

Su sonrisa de gomita brilló mientras salía de la biblioteca, siendo observado por una anciana que supo, de todo corazón, que ese era el inicio de algo hermoso.

"Olvidaste tus cosas, extraño. Tu libreta es muy linda y... Vi tus partiduras, no te molestes. Debo decirte que sabes bien lo que haces, el solo imaginar tocar con tu música me hace saltar en nubes de ternura. Sigue así.

-El chico de la 5"


Hola, amiguis

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Hola, amiguis. Este es el comienzo de una historia que llevo un tiempo imaginando; espero la disfruten y esperen pacientes al siguiente capítulo. Serán algo cortos, pero trataré de ser constante.

Whalien 52- YoonMin/JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora