Navegando solitario en un océano de gente, palabras que se ahogaban en el barullo y un corazón roto al no poder pertenecer a un lugar.
Las ballenas que vagan en melancolía y finalmente se pueden encontrar, permitiéndose ser escuchadas.
Crédito de ba...
Se sentía asfixiar, el nerviosismo que estaba sufriendo era demasiado para su salud. Quería morir, no era posible que alguien quien se llamase igual a él viniera a pedir trabajo, no era posible que quisiera desaparecer en medio de aquella situación como un niño asustado queriendo refugiarse en brazos de su madre.
Era patético.
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Había llegado a casa, ignoró los gritos emocionados de su pequeño por saber más sobre la hermosa historia de amor que había estado escuchando en las últimas semanas por parte del Min que lideraba la familia. Sus pasos fueron pesados y su rostro decaído solo hicieron que su mujer mandase al pequeño a continuar con su lectura mientras ella subía a paso suave tras su amado esposo.
La vista del hombre al que amaba era lamentable, simplemente derrotado e indefenso esperando un consuelo que creía que no llegaría. Sus miradas se cruzaron y supo lo que ocurría, supo en ese instante aquello que acongojaba con tanto dolor el corazón de su marido; se acercó sin dudarlo un instante más, su tacto acabó por romper a su brillante y valiente hombre, sus ojos abrieron en un mar de lágrimas y su boca calló gritos y lamentos contra sus faldas mientras ella acariciaba su espalda en consuelo silencioso... Nadie podría borrar el dolor que había sufrido su amor eterno, nadie podría jamás impedirle sentirse culpable por algo que no había estado en sus manos y ahora le atormentaba como si fuese una terrible persona.
Escuchó cada palabra, le prestó la atención que merecía y sintió una opresión interna al saber que aquél nombre había aparecido en su papeleo, en sus recuerdos y su ahora. Su amado se sentía vulnerable, no podía enfrentar el pasado en su presente para cerrar esas heridas que sufrió en soledad, imaginando el dolor que había ocasionado a alguien quien se había entregado de forma pura.
—Tranquilo, cielo—susurró a su oído mientras acariciaba sus cabellos— Ahora podrás decidir, podrás sanar.
Y ella tenía absoluta razón, Min sabía que era el momento de sanar y liberarse de una vez por todas... Era el tiempo de enfrentar y saber que su pasado no volvería, debía arreglar el presente para evitar sentir semejante miseria y culpabilidad.
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La semana restante de vacaciones transcurrió más pronto de lo que hubiese pensado, el verano estaba acabando pronto y la estabilidad del hombre a quien tanto amaba esa mujer había mejorado poco a poco. Sus sonrisas regresaron poco a poco y logró exitosamente el evitar el tema de los recuerdos con su pequeño curioso.
