¿Realmente era correcto? No estaba seguro en lo absoluto, temía demasiado estar yendo demasiado rápido y asustar a su Hyung con su interesante propuesta. El helado había empezado a irritarle la garganta cada tarde de esa semana y sentía que pronto acabaría por enfermarse si seguían acostados bajo la humedad de la tarde tras comer su cucurucho.
Se daba cuenta de que jamás olvidaría esos momentos. Encontrarse con YoonGi al medio día junto a la fuente de la pequeña plaza del gallo, ir a ver algunos discos y comprar un helado antes de irse a recostar al campo familiar. Él siempre pedía sabores distintos, todo el helado en un vaso con su cuchara y algún dip extra para sentirse satisfecho, pero YoonGi no era así; su adorado Hyung pedía sin falta un cucurucho dorado con dos bolas de helado de pistache y una fresa encima, siempre cortesía del hombre viejo que les atendía con una mirada de sospecha e intriga por el par de adolescentes cariñosos.
Recordaría eternamente cuando su helado cayó al suelo tras ser golpeado por la pelota roja de un distraído niño, quien jugaba con su madre, y vio a YoonGi desaparecer para volver con uno nuevo, uno completo y nuevo para él. Sentía la alegría de cuando observaban las estrellas durante un rato antes de acurrucarse y señalar las constelaciones que se inventaban en el momento, sus constelaciones.
No, JiMin no olvidaría jamás todas esas sensaciones al estar al lado de ese muchacho mayor que él, no podía evitar temblar de los nervios cuando le despedía con un beso en la mejilla, pues no se había animado a rozar sus labios nuevamente tras la biblioteca. Oh, se sentía morir al llegar a casa en un estado de alucinación por consumo de drogas, quería gritarle que no quería que se fuera, que lo dejaría esconder en su casa y podrían buscar más tiempo que solo 5 semanas restantes. Realmente esperaba que se pudiera quedar, pero por el momento solo quedaba la opción de vivirla bien.
—Ginnie, ¿quieres ir mañana a mi casa? —preguntó repentinamente mientras estaban acurrucados el uno con el otro, admirando las estrellas.
El silencio repentino le hizo voltear para preguntar qué ocurría, pero solo se topó con el rostro ruborizado y los ojos luminosos de su mayor. Dios, realmente era una cosa hermosa que no entendía cómo pudo estar aislado tanto tiempo, cómo nadie podía escuchar la hermosa melodía de su corazón y enamorarse tanto como él.
Una sonrisa suave apareció en sus labios y decidió tomar la iniciativa, besando la sien del pelinegro para llamar su atención y así tener cierto contacto físico que tanto les gustaba compartir.
La brisa comenzaba a sentirse más fresca conforme los minutos pasaban, eran los únicos aún sentados en ese césped húmedo y lleno de suciedad natural; las luciérnagas habían salido y les daban una vista espectacular con un momento casi mágico, agradecían el río cercano para disfrutar de semejante espectáculo.
—Mis padres saldrán y mi hermano ha querido saber quién es quien deja a su hermanito con una mirada de bobo—confesó con cierta vergüenza mientras sentía sus mejillas ardes, poco visibles por la escasa iluminación.
—Iré—contestó Min sin titubear un segundo más, notando la incomodidad que sufría su menor, siendo tan adorable que quería comerle la sonrisa completa.
Sí, conocería la casa de su amada ballenita de grandes mejillas, podría saber la razón de que siempre oliera tan fresco aún tras sudar. Quizá era algo en esa casa, estaba casi seguro de que era su hogar porque él olía como perro mojado al final del día, agradeciendo que JiMin jamás se quejase de su hediondés. Oh, podría ver a quienes formaron a tan lindo y silencioso ser como lo era su adorado Mochi... Conocería su casa.
ESTÁS LEYENDO
Whalien 52- YoonMin/JimSu
Short StoryNavegando solitario en un océano de gente, palabras que se ahogaban en el barullo y un corazón roto al no poder pertenecer a un lugar. Las ballenas que vagan en melancolía y finalmente se pueden encontrar, permitiéndose ser escuchadas. Crédito de ba...