Min YoonGi se sentía completamente exhausto, el tener tantos recuerdos en las últimas semanas era simplemente agobiante. No creyó que fuese a sentir las mismas emociones, no creyó que pudiera volver a sentirse como un adolescente temeroso de que el verano acabase, esperando con ansias el día siguiente para poder contar una nueva cosa a su emocionado y curioso hijo.
Min YoonGi no creyó que pudiese volver a tener tanto miedo...
Salió mucho antes de que él pudiera despertar, sabía que no podría enfrentar la mirada preocupada de su amada mujer y sus preguntas en búsqueda de alguna forma de ayudarle a olvidar o superar esa tristeza que le daba aceptar el pasado que tanto comenzaba atormentarle nuevamente.
No lo entendía, no quería entender los motivos que le llevaban a ello, no lograba concebir la idea de seguir narrando a su pequeño aquellas vivencias que tanto se había esforzado por guardar como un simple recuerdo que ama y añora por pura nostalgia, quería convencerse de que no era nada más allá de un extraño sentimiento de querer cerrar aquella historia... Aquella triste historia que no tuvo el final que hubiera imaginado su alma joven y de romántico empedernido.
—Perdón—susurró al aire dentro de su coche mientras trataba de controlar semejantes sentimientos de inmadurez.
Se sentía flotar en un espacio que necesitaba superar, el manejar en aquellas calles llenas con semejante distractor era completamente estúpido, necesitaba regresar a su hogar esa noche y simplemente acabar con las anécdotas hermosamente dolorosas.
Nunca se había sentido tan afortunado de llegar al trabajo, verse rodeado por aquellas personas que corrían tras de él en búsqueda de comentarle algún asunto que hubiese surgido con respecto a los practicantes o artistas que ya habían debutado hacía un tiempo. La rigidez de su espalda era completamente una molestia que necesitaba arreglar, no podía solo trabajar sintiéndose deshecho mientras jugaba en su silla de rueditas y se maravillaba al escuchar las voces de los nuevos que se transferían a su empresa o de los talentosos muchachos y chicas a quienes les estaba dando la oportunidad de cumplir sus sueños sin un contrato que les explotase hasta la muerte.
Su sonrisa se encontraba mucho más decaída, esa maravilla que brillaba en sus ojos estaba desapareciendo poco a poco mientras revisaba aquellas carpetas sobre personas que buscaban entrar a su empresa por un cambio de aires o en búsqueda de un empleo para salir adelante... ¿Por qué debía sentirse tan miserable cuando las entrevistas serían ese mismo día?
—Min-Nim, en un momento comenzarán a entrar las personas con mejor historial. Recuerde tomar en cuenta sus currículums, no podemos contratar a cualquiera—avisó la chica que entraba a su oficina como si fuese una cafetería y no hubiese privacidad, aunque eso fuese lo que le había pedido hacía cuatro años cuando le contrató.
Su mirada cansada respondía silenciosa a la chica, esta le observaba con absoluta curiosidad por la falta de energía característica de su jefe. Estaba preocupada, ¿por qué el buen Min se veía tan agobiado? No lo entendía, ese rostro agotado no correspondía con el dulce hombre que todos veían cada día que fuese laboral, no correspondía al animado sujeto que podía incluso ofrecerles un almuerzo a todos si lograban terminar todo el trabajo un poco más temprano. Era singular verlo llegar directamente a su abandonada oficina, era completamente anormal no verlo correr cual adolescente enamorado por la música hacia el cuarto de grabación para poder alagar a cualquiera que estuviese dentro dejando salir su hermosa voz... Esas voces suaves y dulces, aquellas que eran las únicas que permitía que entrasen en su empresa a deleitar a cualquier ser humano que tuviese el valor de oírles.
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Whalien 52- YoonMin/JimSu
Short StoryNavegando solitario en un océano de gente, palabras que se ahogaban en el barullo y un corazón roto al no poder pertenecer a un lugar. Las ballenas que vagan en melancolía y finalmente se pueden encontrar, permitiéndose ser escuchadas. Crédito de ba...