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Las palabras tienen demasiado poder sobre ti lo quieras o no; pero puedes elegir si deseas que te afecten de manera positiva o negativa.

Por ejemplo, si alguien te dice que tu ropa es horrenda, puedes elegir si hacerle caso y deprimirte porque también empiezas a creerlo. O puedes hacer caso omiso, y seguir disfrutando, porque te gusta lo que tienes puesto.

Pero, de cualquier manera siempre terminaran afectándote.

Habían muchas palabras que habían afectado a Ryu a lo largo de su, por lo menos ahora, corta vida.

"Estar a tu lado es un martirio" "Eres tan aburrido" "Desearía que no hubieses nacido" "Arruinaste mi vida"

Sip, las personas a su al rededor si que sabían cómo hacerlo sentir mejor. Nótese el sarcasmo, por favor.

Pero así como lo afectaban de manera negativa, existían las que lo hacían sentir mejor consigo mismo, eran muy pocas, pero al menos si habían.

"Me hace feliz por lo menos ser tu amiga" "Eres una persona muy bonita" "¡Me gustaría estar a tu lado por siempre!"

Pero realmente nadie lo había dicho en serio. Todas habían sido crueles y burdas mentiras, propias de unos adolescentes interesados. Y si bien sabía que no todos eran así (porque el mismo no lo era), aún no había llegado esa persona que le hiciera cambiar de opinión.

No es como si le importara de todas maneras, tarde o temprano se iban, todos lo hacían, siempre. Pero... pero este extraño hizo lo que nadie que conociese en persona hizo nunca: el se quedó. Y si bien recién era un mísero mensaje, ni siquiera habían entablado una conversación completa, solo eso bastó para envolverlo en una bruma de sentimientos cálidos. Se había quedado, del otro lado de la pantalla, probablemente del otro lado del mundo incluso, pero nada de eso le importaba en ese momento.

Estaba sorprendido, tenía que admitir. Nadie se había quedado luego de enterarse de la mierda con la que luchaba diariamente, y si se quedaban, solo permanecían a su lado por pocos días, algunos durante pocos meses... pero claro, todo fue por algo; nadie era amigo de Ryu sin esperar nada a cambio, y lo que esperaban, era que el asiático les invitara y comprara de todo tipo de cosas, porque, a final de cuentas, poseía bastante dinero.

Por eso le sorprendió que, un simple desconocido que pudo haber perfectamente ignorado los desvaríos de un adolescente idiota, decidiera tomarse el tiempo de leer y responder a su problema, de ayudarle.

Aunque debía admitir que le gustaba esa sensación. La de sentirse importante y reconfortado, aunque sabía que posiblemente durara por poco tiempo.

Probablemente el o la desconocida haya pensado que tenía que hacer algo o probablemente el iba a acabar con su vida (cosa que probablemente no haría porque es el ser más cobarde de todo el puto mundo) y se sentía de alguna manera presionado, pero por alguna razón eso no lograba desanimarlo. Era increíble lo mucho que le habían, de alguna manera, aliviado esas palabras.

''Gracias.''

Eso fue lo único que pudo responder. Pero podía jurar que todo, absolutamente todo su agradecimiento estaba plasmado en esas siete letras; simples, vacías e incluso cortantes, pero Ryu sentía bien la respuesta. Posiblemente luego alargaría más el mensaje, agradecería por todas las palabras y luego diría algo como: ''Hey, sigo respirando'' para pasar el desabrido momento. Pero por el momento, solo quería disfrutar del cariño de las palabras de un desconocido.

Porque incluso las personas que conoces por internet, esas que absolutamente no conoces en persona, pueden hacerte sentir mejor que todos tus ''amigos'' e incluso familiares. Porque a veces la voz de un desconocido, o un mensaje, puede reconfortarte más que nada, aunque no muchos lo entiendan. Porque de alguna manera, aunque no sean del mismo país, ni compartan el mismo idioma o gustos, de alguna manera logran entenderse y conectarse más que los mejores amigos.



Mensajes de un chico con insomnio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora