No seas así
Se derrumba dos veces al día
Solo desearía que pudieras sentir lo que dices
Mostrar, nunca decir
Pero te conozco demasiado bien
Tienes un tipo de humor que desearías poder vender
La luz de la luna se filtró levemente por entre su cortina de color vinotinto. Los frágiles rayos alumbraban su rostro de una suave manera; el viento también lograba colarse, puesto que había dejado la ventana abierta, y, a pesar de que la brisa que entraba era fría y hacía que su piel se erizara, no tenía intenciones de levantarse a cerrarla.
Bien, no había muerto, pero su cabeza seguía doliendo a horrores. Había observado, minutos antes, su reflejo en el espejo de su baño y parecía un fantasma, algún espectro de las noches tenebrosas; sus ojeras eran oscuras y pronunciadas, sus labios estaban algo rotos después de mordisquearlos por un rato, ya que quería amortiguar los quejidos de dolor que querían escapar de su boca. Su piel tenía un tono enfermizo, como muy pálido y casi gris. Parecía, de verdad, una persona muerta.
Había levantado su teléfono y observado que eran las tres y cuatro de la mañana. Eran las tres y cuatro, y el no había dormido absolutamente nada. No era raro, en lo absoluto, sin embargo, era realmente agotador.
No se le ocurría nada que hacer, por lo que dirigió la vista nuevamente al aparato entre sus manos y abrió una de las aplicaciones que no sabía ni porque tenía, facebook. Normalmente la utilizaba para publicar frases, a las que sus compañeros de clases solían reaccionar con ''me diviertes'' y comentar estupideces. Aunque también estaban esas personitas que las compartían y las llenaban de me gustas y me encantas, les agradecía muchísimo por eso.
Se dio cuenta de que la mayoría de sus compañeros habían estado compartiendo screenshots y publicaciones sobre hablar con sus vecinos de números, o algo así y sobre hablar con personas extrañas por WhatsApp. Eso era extraño, y algo estúpido, ¿Quién hablaría con una persona que no conoce por WhatsApp? ¿Y si les hacían algo malo?
Rodó los ojos, sin poder creer lo idiotas que eran. Al menos creían que podían ponerle límites a sus idioteces, pero al parecer el se equivocaba.
No iba a admitir que iba a hacer la estupidez esa de la que tanto había criticado a sus compañeros.
Escribió un texto sencillo, a un completo desconocido. Tan solo había elegido un número al azar de una de las publicaciones que vio, lo copió, y escribió algo en el chat. Ni siquiera lo agendó en su celular.
El estaba tan cansado, y simplemente quería a alguien que por primera vez lo escuchase, aunque sabía que eso nunca sucedería.
Estaba condenado a esta vida solitaria a la que ni siquiera quería pertenecer.
¿Por qué no hacerlo?
¿Qué podía perder?, después de todo, solo descargaría su sufrimiento y frustraciones en el chat de un (o una) completo desconocido. Estaba seguro de que ni siquiera iba a responderle, primero porque eran las tres de la mañana, y solo alguien tan poco cuerdo como el estaría despierto a esas horas, o porque ¿Quién demonios le respondería a un extraño?, seguro iban a bloquearlo.
Así que, con su cabeza siendo un desordenado huracán de emociones contradictorias y pensamientos sin coherencia alguna, oprimió el botón de ''enviar''.
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Mensajes de un chico con insomnio.
RomansaInsomnio y pensamientos autodestructivos no eran la mejor combinación, quizás. Lee Ryu no puede dormir y se siente mal, así que decide enviarle mensajes sobre como se siente a un número desconocido, después de todo ¿Qué es lo peor que puede ocurrir...