Incovenientes de un embarazo

Parte 1

Un reguero de túnicas, camisolas y otras prendas más, unas manos lanzando por doquier cualquier prenda que mirara, exclamando – No, no, no, este menos, tiene que haber alguno– seguía vaciando su guardarropa, hurgando en las cajoneras hasta dejarlas también vacías.

–Vamos!, tiene que haber algo decente y atractivo para mí– continúo escarbando y hurgando, se miró al espejo y no le gusto lo que vio, las prendas que llevaba puestas le quedaban muy, muy y excesivamente ajustadas y deformes.

–Imposible–

–¿Qué es imposible? – exclamó una voz detrás de su espalda, el hurgador de guardarropa giro la cabeza y lanzo una mirada fulminante con sus ojos color esmeralda al otro ocupante de ese aposento, a duras penas logro levantarse del suelo donde había estado en cuclillas hurgando en las cajoneras, se dirigió a la mesita que estaba junto al lecho, tomo la jofaina que había en ella y la arrojo al culpable de su estado, el otro logro esquivarlo con buenos reflejos, la jofaina se estrelló contra la puerta dejando un reguero de agua a su paso. Se miraron durante unos segundos de forma silenciosa.

–¿Que qué es imposible? – Señalo su guardarropa con el dedo y se llevó la otra mano en su abultado vientre, depositando en ella leves caricias.

Thor lo miro intensamente con sus ojos cerúleos, respondió con un gruñido, frunciendo el ceño y apretando los labios. Le rechinaron los dientes por la fuerza con la que tensó la mandíbula. Notó que tenía el cuello rígido. Cruzo los brazos en jarras y apoyo su espalda en la puerta. – No me digas qué te arrepientes ahora Loki? –

–Pero qué demo~ ...– Loki se fijó que Thor no miraba lo que él apuntaba con su dedo, sino a su mano sobre su vientre, entonces lo entendió, ese imbécil creía que se arrepentía de llevar un cachorro en su vientre, –¡no seas idiota!, me refería a mis ropas!, absolutamente ya nada me entra!, a dura penas logro que esta maldita bata me cierre, me hace parecer un pez globo o peor aún!, me veo como Volstagg!, sabes... intenté probarme la otra vez una armadura de guerrero y me atore en ella!, ¿sabes lo estúpido que me sentí al no poder salir de ella? Y que los malditos soldados solo me vieran, de seguro aguantándose  la risa, solo me pude librar de su peso cuando el imbécil de Fandral me ayudo a quitármela–

Thor solo podía mirar a Loki casi al borde de la histeria, relajo sus facciones, su amado Dios de las Mentiras se refería a sus ropas y no a su pequeño, su Loki vanidoso.

Era obvio que era imposible que esas prendas que antes delineaban sus curvas y realzaban su figura haciéndolo ver tan hermoso y tentador como una fruta prohibida, le quedarán, ahora lo hacían ver como un embutido y amorfo.
Estando ya en su octavo mes de embarazo ninguna prenda anteriormente puesta podía caberle. Aunque claro que Thor no lo veía como un embutido, ni algo amorfo, esas palabras eran de Loki, el Dios del Trueno aún seguía viendo a su amado demasiado apetitoso, demasiado deseable, su preñes lo hacía ver más vivo que nunca y realzaban más sus atributos, labios rojos y carnosos, mejillas sonrosadas, su piel cada vez más suave, tersa y fina como la porcelana, rememoró la última vez que yació con Loki, hace una semana antes, sus curvas anchas, sus tetillas hinchados y sensibles, el tamaño de sus pechos estaba cambiando, abultándose poco a poco, preparándose para albergar el líquido que alimentaría a su cachorro, Oh joder, como quería ser él que mamara de esos pechos, pero no podía privar a su hijo del sagrado alimento que lo mantendría los primeros meses.

Sintió abultarse sus pantalones, su miembro cobrar vida, no podía seguir el rumbo que sus pensamientos querían tomar, pero no podía evitarlos, deseaba tenerlo debajo, a su Loki, aceptándolo en su interior, como un receptáculo ansioso por recibir su dura y poderosa virilidad. Quería reclamarlo de nuevo con su cuerpo, pero en estos últimos meses de gestación, solo podía protegerlo y cuidarlo, ya sus apetitos serían saciados en otro momento, a duras penas, pero saciados.