Feliz

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– Ven, te ayudo a subir. –Hoseok cargó a Hyungwon en brazos como si no pesará nada y lo dejó sentado encima del caballo blanco que había conseguido prestado para su viaje a la montaña.

El rubio no podía evitar sentirse pequeño cada que el contrario lo cargaba -aunque él fuera más alto que el humano-, pero aun así no le molestaba, descubrió que los brazos de aquel castaño eran un lugar verdaderamente cómodo para estar.

Hoseok subió al caballo cuando Hyungwon estuvo ya acomodado, el humano tiró del pelo del animal para que esté emprendiera la marcha y pudieran comenzar el viaje. Al hacer esto, el movimiento repentino del animal alarmó a Hyungwon, quién al temer caer del lomo del equino se abrazó firmemente de Hoseok, rodeando su cintura con ambos brazos y entrelazando sus manos a la altura de su abdomen.

Hyungwon no pareció notar que el rostro de Hoseok se tiño de rojo intenso por la cercanía de ambos, aquella curiosa deidad iba más concentrada en admirar el paisaje, él no sentía aquella vergüenza -al menos no tan intensa- cuando se acercaba a Hoseok, más bien se sentía cómodo, y un poco cálido.

– Es realmente bonito aquí. –comentó Hyungwon cuando ya estaban más internados en el bosque.

– No puede ser más bonito que tu hogar.

– Son distintos tipos de belleza. –refutó – Mi hogar tiene una belleza muy exagerada, todo es brillante, grande y fino. Aquí, por el contrario, es una belleza más sencilla, silvestre.

– Supongo que tienes razón. –dijo Hoseok, analizando las palabras del chico a sus espaldas.

– Tú eres un artista, ¿no se supone que los artistas ven belleza en todo?

– Ja, no soy un artista. –respondió el artista.

– Claro que sí, tus dibujos son grandiosos.

– Que dibuje bien no quiere decir que sea un artista, solo soy un cazador con habilidad con el lápiz.

– Yo diría que más bien eres un artista con muy pocas habilidades de cacería. –dijo soltando una risita – Y dibujas más que bien. El retrato que hiciste de mí era hermoso.

– El retrato quedó "hermoso" porque el modelo era aún más hermoso. –dijo el castaño, ambos se sonrojaron por el comentario – No pude hacerte justicia en ese dibujo.

– Yo creo que sí, te quedó idéntico.

– No pude captar tu esencia. Cuando miro ese dibujo no logro sentir lo que siento al verte. Por eso digo que no soy un artista, los artistas pueden hacerte sentir cosas con sus dibujos.

– ¿Y qué es exactamente lo que sientes al verme?

Fue ahí cuando Hoseok se dio cuenta de lo que había dicho. O por todos los dioses vaya que sí lo había dicho. Ahora podía sentir la mirada de curiosa de Hyungwon sobre su nuca, esperando por una respuesta que Hoseok no se sentía capaz de darle. ¿Qué se suponía que iba a decirle?, ¿Acaso le diría que sentía unas inmensas ganas de abrazarlo y de besarlo, o que cuando lo veía sonreír sentía su corazón tibio y su estómago revoloteaba como si tuviera mariposas? ¡No, claro que no! ¿En qué demonios estaba pensando? En Hyungwon, eso era en lo que estaba pensando y por eso su cabeza era un caos.

– Me haces sentir bien. –dijo simplemente sin dar más detalles.

– ¿Bien cómo?

– Pues... ¡Feliz! –Hoseok tenía miedo de que por culpa de los nervios la voz le fallara. También tenía miedo de decir algo que incomodara u ofendiera a Hyungwon, pero este no fue el caso.

Hyungwon sonrió feliz por el apego del humano, él también lo hacía feliz. El rubio se acurrucó contra Hoseok y apoyó su cabeza en su espalda. Hoseok se puso aún más nervioso, pero no dijo nada. El resto del viaje lo pasaron así.

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Kihyun se dejó caer sobre una silla de la sala de estar del palacio de Solar. Llevaba días alternando su estadía entre ese lugar y el observatorio donde Moonbyul vivía, todos esos días los pasó buscando en cada uno de esos malditos espejos alguna señal de su hijo, por más mínima que fuera, pero no había conseguido nada, ni una sola pista.

Moonbyul y Solar le dijeron que los espejos solo reflejaban lo que los rayos de la luna y el sol alcanzarán a tocar, respectivamente, y si ninguno de los dos había tocado a su hijo, eso quería decir que estaba en algún lugar donde esos rayos no alcanzaban a pasar.

Kihyun se temió lo peor. Su hijo podía estar encerrado, en algún lugar que ni el sol ni la luna fueran capaces de tocar, un lugar oscuro y sombrío, tal vez incluso bajo tierra, la mente de Kihyun solo podía imaginarse lo peor, jamás pasó por su cabeza la idea de que su hijo se encontraba tendido en la cama de una cabaña a la mitad del bosque, cuya única ventana no era suficiente para iluminar toda la vivienda, y por ende la luz no alcanzaba a tocar a Hyungwon.

La deidad no podía más con la angustia, se sentía cansado, triste y temeroso, él solo quería ver a su pequeño hijo.

Una lágrima resbaló por la mejilla de Kihyun sin que este se diera cuenta, luego fue seguida por más de sus compañeras, que salían de los tristes y cansados ojos de Kihyun. A su alrededor comenzó a nublarse, anunciando la lluvia que vendría a acompañar sus lágrimas.

Kihyun, en medio de su llanto, sintió como una mano se posó sobre uno de sus hombros y otra lo obligó a levantar la mirada. Se trataba de su esposo Hyunwoo, quien lo miraba con una expresión igual de triste.

El labio de Kihyun tembló y más lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, Hyunwoo no puso resistir ver a su amado en ese estado, así que se lanzó sobre él para envolverlo entre sus brazos.

Kihyun pegó la cabeza al pecho de Hyunwoo y este le llenó la cabeza de pequeños besitos.

– No llores, por favor mi amor. –Hyunwoo se apoyó en una de sus rodillas para quedar a la misma altura que Kihyun y secó sus lágrimas con las llenas de sus dedos. – Te lo ruego, no soporto verte llorar, me rompe el alma.

– Quiero encontrar a mi hijo. –dijo entre sollozos que su esposo intentaba calmar.

– Lo encontraremos mi amor, lo vamos a encontrar. –un par de lágrimas se le escapaban mientras aferraba la cabeza de su amado contra su pecho.

De pronto se escuchó un fuerte portazo y unos pasos presurosos que se acercaban a la pareja, mismos que los hicieron apartarse el uno del otro.

– ¡Encontramos a Hyungwon! –gritaron Solar y Moonbyul al unísono. Ambas tenían la respiración entrecortada y el cabello desordenado. No sabían si por la carrera que dieron desde el cuarto de espejos de Solar hasta la sala o por otro tipo de cosas, pero eso no importaba en ese momento.

Kihyun se puso de pie repentinamente y una mueca de sorpresa se dibujó en su bello rostro.

– ¿¡Dónde!? –preguntó la deidad, desesperado por una respuesta – ¿¡Dónde está!?

– Lo vimos en uno de los espejos. –explicó Solar con la respiración aún agitada – Estaba montando a caballo por las Montañas de Castaños, cerca de uno de los templos de Sunmi.

– Al parecer iba acompañado por un humano. –agregó Moonbyul.

Ambos padres se miraron a los ojos, confundidos y a la vez asustados. ¿Un humano con su hijo?, ¿Qué demonios había pasado?

– Tenemos que ir a buscarlo. Ahora –sentenció el mayor de la pareja con un tono firme y sin titubeos – Y no te atrevas a decirme que me quedé aquí porque no lo haré.

– En una situación así no te pediría algo como eso. –Hyunwoo tomó la mano de su esposo y ambos salieron corriendo de casa de Solar – Vamos, hay que darnos prisa.

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