Cuento de hadas

41 11 0
                                    

Era pasado el mediodía en aquel espeso bosque montañoso, los jóvenes llevaban ya una buena cantidad de camino recorrido e iban guiándose por el bravo y caudaloso río.

Hyungwon iba abrazado a la espalda de Hoseok, había tomado una pequeña siesta en esa misma posición y no se movió aún después de despertar. Encontraba el contacto con aquel humano muy cómodo.

– ¿Quieres detenerte a comer? –le ofreció Hoseok – Traje un poco del guiso que te gusta.

– No, está bien, sigamos.

Ambos continuaron su camino en silencio, Hyungwon iba observando la vegetación y los pequeños animales del bosque que se escondían entre los arbustos al verlos pasar. El rubio alcanzó a ver en una rama un pajarillo rojo, que parecía observarlos, el dios silbó una cuantas notas y el animalito voló hacia ellos, colocándose sobre su hombro e imitando el silbido de la deidad.

– Eso se vio como una escena de cuento de hadas. –comentó el castaño, enternecido y sorprendido por el acto.

– Nosotros también lo parecemos. –dijo Hyungwon mientras jugueteaba y silbaba con más pájaros – Yo seré la frágil y delicada princesa y tú puedes ser el guapo caballero en su leal corcel. –el rubio exageró sus ademanes y su tono de voz, dándole una falsa intensidad muy cómica.

Ambos rieron por la broma al unísono, Hoseok meditó esa idea en su cabeza, tal vez más de lo que le gustaría.

– No creo que tú seas una princesa, mucho menos frágil. –dijo aún con una sonrisa en su cara – Y yo ni de cerca sería un guapo príncipe.

– Tal vez no seas un príncipe, pero sí eres guapo. –de nuevo los comentarios de Hyungwon hacían enrojecer las mejillas de Hoseok – Y muy guapo.

La deidad se acurrucó aún más contra él, sintiéndose muy a gusto, ambos se quedaron en un silencio que solamente era agradable para Hyungwon.

Hyungwon estaba a punto de caer rendido de nuevo sobre la espalda del castaño, pero un ruido proveniente de los arbustos lo alertó.

– ¿Qué ocurre? –preguntó Hoseok cuando sintió que Hyungwon se separaba de su espalda repentinamente.

Hyungwon agudizó su vista, intentando ver entre los espesos árboles y arbustos algún indicio del causante de aquellos ruidos, fui ahí cuando alcanzó a divisar a mínimo tres hombres montados a caballo.

– Corre.

Fue lo único que el rubio necesitó decir para que Hoseok hiciera que el caballo acelerara su trote.

Repentinamente los chicos vieron como unos siete hombres a caballo y con espadas salían de entre los arbustos tras ellos. Hoseok intentó que el caballo fuera más rápido, provocando una sacudida que casi los tira a ambos del lomo del animal, el viento les daba directo en la cara y su silbido en los oídos se mezclaba con el ruido de las fuertes pisadas de los caballos detrás de ellos.

Hoseok quiso ir aún más rápido, pero se encontró con cuatro hombres frente a ellos que les bloquearon el paso. Estaban atrapados.

El caballo se detuvo cuando Hoseok tiró de su crin para no chocar con los jinetes frente a ellos. El animal relinchó salvajemente y se detuvo de golpe, dejando sus huellas en el suelo. Hyungwon se tuvo que agarrar de la ropa de Hoseok para no caer al piso.

Estaban completamente rodeados por aquellos desconocidos, que vestían ropas en tonalidades verdosas -probablemente para confundirse con la vegetación del bosque- y portaban grandes espadas atadas a sus cinturones o en sus espaldas.

Los desconocidos comenzarán a cabalgar alrededor de ellos, formando un círculo en el que los mantenían encerrados. Hyungwon y Hoseok estaban desconcertados, no tenían idea de quiénes eran ellos, ni mucho menos qué querían.

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora