ɪᴍᴘᴏᴛᴇɴᴄɪᴀSalgo de dentro del lago cuando cae la noche. En cuanto mi cuerpo hace contacto con la brisa, tiemblo. Me abrazo a mí misma, en un desesperado e inútil intento por dejar de hacerlo.
No tengo fuerzas ni ánimo, así que me dejo caer un rato más en el pasto. Suelto un suspiro, provocando que una nube blanca salga de mi boca. Me quedo en silencio, escuchando el ruido del agua movida por el viento.
No sé cuánto tiempo me quedo sentada. Minutos, quizás horas... hasta que escucho el crujir de las hojas. Me giro repentinamente, asustada y miro a todas partes.
No hay nada.
—¿Hola?—me atrevo a decir.
Y así es como mueren las personas en las películas. Perfecto, Sanem. Bien jugado.
Me arrepiento al instante de la tremenda estupidez que acabo de hacer. Me levanto del pasto y, aún abrazada a mí misma, observo una vez más los alrededores.
De repente, escucho un silbido. Ese silbido no viene del viento. Mi corazón da un vuelco y grito al ver a un monstruoso y aterrador... ¿perrito?
Suelto todo el aire que había contenido de golpe y observo al perro acercarse a mi.
Los perros y yo no nos llevamos muy bien. Pregúntenselo a Dog, el odioso perro de mi tía Raquel. Siempre se le ocurría la peor diablura posible para acabar siendo perseguido por un perro que duplicaba su tamaño. Lo peor es que también me perseguían a mi. Me he metido en millones de líos gracias a ese temerario perro. Sin embargo, el que está frente a mí me observa sin pretender perseguirme o morderme.
Lo miro fijamente esperando que se vaya sin necesidad de hacerme algo, pero entonces ladea la cabeza y veo como su cara se transforma. Empieza a gruñir.
Mierda.
Seguidamente, sus ladridos me roban todo atisbo de tranquilidad.
—¿Qué te he hecho?—pregunto asustada. Intento alejarme, pero me detengo al ver que tengo el lago justo detrás —¡Shh! vete, por favor.
¡No me fastidies! parece que ahora lo hace con más fuerza.
Escucho otro silbido. El perro hace caso omiso. Y yo ahora temo por mi vida.
Un perro y un asesino en serie.
¿Algo más, Dios?
Otro ladrido.
De otro perro.
¿¡EN SERIO!?
—¡No, no, no...!—sueno histérica. Ambos me ladran a tan solo un metro de distancia—¡Váyanse!— estoy entrando en pánico. ¿Y si me tiro al agua? Es evidente que los perros no aman el agua.
¿O eran sólo los gatos? ¡Oh, joder!
Calma, Sanem. Respira.
Veamos, ¿Qué prefieres?
Pastilla azul, te lanzas al lago y te da pulmonía, pero los perros no te muerden y quizás el asesino en serie no te haga nada. Pastilla roja, eres devorada por dos bestias feroces y, si sigues viva, la persona que está silbando se encargará de terminar el trabajo que no pudieron los anteriores.
Cuando estoy a punto de tomar la pastilla azul imaginaria, otro silbido se vuelve a escuchar. Los perros dejan de ladrar y uno se voltea.
—Zeus y Hera, vengan aquí—ambos perros se dirigen hacia la voz masculina moviendo la cola.
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RAMÉ ©
RomanceRamé: "Palabra de origen balinés que se refiere a algo que es caótico y hermoso a la vez". ____________ Ethan Evans es un chico silencioso, calculador y frío. No es un secreto para nadie que su vida, a demás de fiestera, es un misterio. No suele rel...