CAPÍTULO 2

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ʜᴇʀɪᴅᴀꜱ



Sanem - Actualidad

Mis pies se mueven rápidos sobre el pasto, oigo como las hojas crujen debajo de estos. Mi respiración es agitada, debido al largo tramo que he estado corriendo. Siento como mi pecho arde con cada bocanada de aire que tomo. Aún así, no me detengo. Mis heridos brazos se rozan con algunas ramas de los árboles que están en todo mi alrededor. Me lastiman, pero no lo suficiente como para detenerme. Mis pies descalzos, sin embargo, duelen, arden como si estuviera pisando el suelo del mismo infierno.

Las lágrimas inundan mis ojos y gran parte de mis mejillas, mi vista se nubla pero igual sigo hasta mi destino. Me sé el camino de memoria y eso es suficiente para que siga adelante aunque mi visión no sea clara.

Cuando el sonido del agua se cuela por mis oídos dejo de correr. Me hago paso tras unas cuantas ramas, seguidamente limpio las lágrimas de mi rostro y suelto un sonoro suspiro antes de caer de rodillas y cubrir mi cara con mis manos. Esta vez no me importa que mi llanto sea escandaloso. No me importa sollozar y gritar a causa del dolor interno y físico.

¿Por qué...?

—¿¡POR QUÉ!?—grito, como si alguien fuera a escucharme.

Aparto mis lágrimas,  esta vez con rabia. Me siento en la hierba y observo el lago que está frente a mi. Quizás deseando que este me traiga paz, alivio... Tal vez sólo deseo meterme allí y no salir, hundirme y permanecer debajo del agua el tiempo suficiente como para que todo deje de doler.

Suelto un suspiro, cierro mis ojos y me doy por vencida, dejando que las lágrimas salgan con total libertad.

Las imágenes se agolpan en mi mente provocando en mí una sensación de asco, rabia e impotencia.  Al instante me siento rota, débil..., cobarde. Nunca antes me había sentido así, pues esta vez él casi consigue lo que ha querido todo este tiempo de mí.

Abro los ojos, asqueada, y las ganas de vomitar me asaltan.

Me vuelvo a levantar y camino hacia el lago. Meto uno de mis pies. Duele, pero me aventuro a meter el otro. El agua está increíblemente fría,  pero hago caso omiso y me sumerjo por completo. La idea de poner toda mi fuerza de voluntad para quedarme debajo hasta que sienta que he abandonado mi cuerpo aparece en mi mente, pero por más que quiera, no puedo. Saco mi cabeza al exterior, dejando el resto del cuerpo dentro. Tiemblo, pero no importa. Miro el cielo y me percato de que está anocheciendo.

— Lo intento...—susurro — Intento ser fuerte..., pero siento que no puedo más—sollozo mientras las lagrimas que caen de mis ojos se mezclan con el agua fría del lago— y sé que debo serlo, sé que debo ser fuerte, sé que debo aguantar más para que mamá esté bien. Pero... ¿cuánto? ¿Es que debo dejar que me mate..., que acabe conmigo?

No obtengo respuesta.

Sí, soy patética.

Aguantaré un poco más...—mi voz está ronca.

Sanem - un día antes》

Amarro mi pelo en una coleta alta, dejando al descubierto mi cuello. En éste está plasmado un notorio chupetón. Hago una mueca y como puedo, intento taparlo con maquillaje. Una vez lo hago, me visto con unos pantalones cortos  de color azul y una camisa blanca de manga larga. Hoy el calor es infernal, así que procuro llevar algo fresco, pero a la vez debo cubrir las marcas de mis brazos. Por suerte la camisa es de tela fresca.

RAMÉ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora