El dolor de mi cabeza comenzó a despertarme de ese sueño tan extraño.
Mis ojos seguían cerrados y pese a eso sabia que la luz del sol me daba directo al rostro. Había amanecido, y aun que lo sabía no quería levantarme de la cama. Mi cuerpo se sentía pesado y un tanto adolorido, como si hubiera echo demasiado ejercicio el día anterior.
Mi mente no estaba mejor, incluso si me dijeran que había dormido todo el día, estaba tan cansada como si hubiera dormido tan solo cinco minutos.
Con la cabeza hecha un lío y la almohada sobre ella comencé a buscar mi teléfono celular, estiré mi brazo cansado hacia la mesa de noche, trate y estire lo más que pude, sin embargo, la cama era interminable y demasiado más espaciosa de lo que recordaba. Levante un poco la almohada, pero mis ojos no pudieron aguantar la luz que se hizo mas intensa, sin duda ahora recordaba algo...
"Mi habitación no tiene ventana"
Intente abrir mis ojos adaptándolos a la iluminación, mientras trataba de enfocar todo lo que había a mi alrededor. Nada de lo que veía podía encajar en el cuadro que recordaba al despertar cada mañana, no podía ser cierto.
Instintivamente lleve mi mano a mi cabeza que ahora empezó a punzar más insistente. Voltee a todos lados intentando reconocer algo que me diera una pista de lo que estaba ocurriendo, pero nada de lo que veía se me hacia familiar.
Como pude trate de levantarme y solo fue hasta ese momento que note como la seda fina de una bata rosaba con mis piernas desnudas. Entre en pánico, ¿por qué tenía moretones en las rodillas? ¿qué es lo que había pasado?, acaso ¿había hecho...? o, ¿me habían hecho...?
Sin tratar de resolver esas respuestas me incorpore rápidamente de la cama, pero no sabía que hacer a continuación, todo estaba demasiado limpio y pulcro, la habitación era bastante grande y el shock del momento no me permitió pensar con claridad, ¿qué es lo que debía hacer? ¿escapar?
Lo único que pude hacer es avanzar hacia el amplio ventanal y observar a mi alrededor, tal vez obtendría una pista de lo que estaba pasando. Abrí un poco la ventana y para mi sorpresa arboles acaparaban mi visión, solo podía distinguir un farol que se encontraba apagado, una pequeña banca, una fuente y... a lo lejos, se podía distinguir un parque.
Una ráfaga de viento me erizó por completo la piel.
Me estaba distrayendo completamente, lo primero que debería hacer en una situación como esta es pedir ayuda, sin embargo, ¿a quién podría yo contactar?, después de todo no quiero molestar a la única persona que me ha ayudado. Necesitaba tranquilizarme, tranquilizarme y buscar mi teléfono.
Busqué con la mirada, no pude encontrarlo a simple vista, más bien tuve que recorrer la habitación con pasos lentos y sigilosos para no hacer demasiado ruido, aun no sabia en donde me encontraba y quien podría vivir aquí.
Tomé el celular que se encontraba sobre el librero que estaba cerca de la salida. Cuando lo tuve en mis manos observé la hora.
"10:23 am"
Bastante tarde para una chica que se levanta a las siete de la mañana todos los días, y quien en estos momentos debería estar ofreciéndole té y galletas a unos adorables ancianos.
De nuevo repase la habitación con mi mirada buscando la ropa que seguramente traía y fue despojada de mi cuerpo.
Fue inútil, no estaba.
No me había movido de donde me encontraba, eso hizo que fuera más fácil para mi distinguir una fotografía sobre la misma encimera, en ella solo había tres personas, dos de ellas eran unos pequeños que sonreían de manera obligatoria hacia la cámara y una linda mujer de ojos tristes, pero sonrisa radiante abrazándolos a ambos. Desde mi perspectiva probablemente eran familia, el problema era descubrir quienes eran, no recuerdo haberlos visto antes.
Necesitaba respuestas, pero antes de ello, necesitaba salir de aquí, pero el pánico de toparme con quien sea que me haya traído me impedía dar un paso afuera. Pensando en que hacer sigilosamente abrí la puerta más cercana esperando que fuera la salida, sin embargo, no lo era, lo que había dentro de esa habitación era un baño, que, a pesar de lo grande y sofisticado, ignore por completo su aspecto para fijar mi mirada en el espejo.
Abrí mis ojos asustada, mucho más de lo que ya estaba, ¿acaso estas marcas son de estrangulamiento?
Con las piernas temblorosas me acerque a mi reflejo y toque con cuidado mi cuello, no dolían por sí solas, pero al tacto se hacían incomodas. De repente recordé lo que mi mente me estaba escondiendo y como un flash paso todo por mi cabeza.
"Yo corriendo por la calle, temerosa de que la persona que me había seguido por días me alcanzara. No supe mucho, después de sentir su pecho contra mi espalda me paralicé y por último desvanecí cuando puso su brazo sobre mi cuello y comenzó la falta de oxígeno".
Ahora lo entendía, probablemente esa persona que me ha estado atormentando todos estos meses sea la culpable, alguien peligroso que quiera atormentarme, verme sufrir o hacerme daño. Necesitaba salir ¡y rápido!
No encontraba mi ropa, no podía salir así a la calle, pero no iba a esperar que alguien me ofreciera las prendas, tal vez mi única opción era hablarle.
Con mis manos temblorosas intente marcar, e irme al mismo tiempo, salí del baño y corrí apresurada a la salida, con mi mano libre tome la manija de la puerta con fuerza y la abrí rápidamente, pero el ruido intenso de cristales rotos me congelo por completo.
Una figura se hizo presente, aquel formidable chico se encontraba delante de mí, con tes pálida y mirada perturbada. Después de un suspiro completamente agotado salieron de sus labios solo aquellas palabras que me contaron la respiración.
—Escapar no es una opción.
***
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