CAPÍTULO 2

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Hoy el día había sido bastante tranquilo, quien hubiera pensado que ayudar en un asilo de ancianos devolviera un poco de paz a mi vida. Las personas que aquí residían eran tan agradables, claro que existían veces en las que como personas mayores sus opiniones y temperamento diferían los unos a los otros, pero la vida cotidiana era muy apacible.

Como voluntaria mi vida era tranquila y solitaria, deje de estudiar hacia ya un año, y mi sueño de ir a la universidad quedo en la basura desde que mi madrastra me había corrido de la casa.

Mi padre nunca se había distinguido por sus buenas decisiones, el alcohol, el desempleo y las deudas desde que mamá murió fueron la gota que derramo el vaso, nunca imaginaria que otra de sus malas decisiones sería el escoger a una nueva esposa. Todos los días llenos de pleitos y discordias, y no, no por parte de mi padre, el único problema era yo, quien no encajaba en la complejidad de sus vidas llenas de irritación, acoso y maltrato.

Mi madrastra tomo la sabia decisión de correrme cuando acuse a quien fuera durante 2 años mi "hermanastro" quien no hacia más que hacerme la vida miserable todos los días, pero uno, uno en particular fue el más traumante de todos.

Yo ya no quería ser parte de esa familia y mi padre tampoco hacia nada para defenderme, desde que mi nueva "madre" había quedado embarazada yo dejé de existir en esa casa, al parecer ya no formaba parte, mis estudios dejaron de ser la prioridad y desde que comencé a trabajar al terminar la preparatoria en la tienda de ropa de nuestra vecina todo se iba a cuenta de ellos con la escusa de que era demasiado costoso mantenerme.

La verdad desde que salí de ese ambiente me sentía libre pero sola, no tarde mucho en encontrar un trabajo en el acilo, y a pesar de que estaba ahora lejos de aquella casa que me recordaba a la tortura, era mucho más feliz.

Mis planes de vida no cambiaron demasiado, aun que quería seguir estudiando no parecía saber en qué. Pensé de muchas maneras, muchas carreras, pero todas con la misma finalidad, ganar dinero e irme de la casa, solo que ahora ya no necesitaba irme y tampoco le veía caso a tener demasiado dinero si no tenia con quien compartirlo, lo único que quería ahora era mejorar mi vida, ser feliz, y eso era lo que más complicaba mi decisión.

Mientras más lo pensaba, más concluía que a lo mejor no era necesario ya estudiar, si con este trabajo podría vivir decentemente, ¿no era más fácil solo conservarlo?

Esos pensamientos me tranquilizaban todos los días, ya no me preocuparía por pensar por mi futuro mientras tuviera forma de alimentarme. Pero sin embargo meses después no tardaron en regresarme a la realidad.

Hacia poco que al acilo lo habían declarado en banca rota, nadie estaba listo para esa noticia, las personas encargadas del establecimiento ya no sabían cómo conseguir fondos para mantenerlo. Lo único que podían hacer era esperar que los desalojaran por falta de pago.

Entonces fue cuando apareció de nuevo, realmente la única persona que me ha ofrecido su ayuda.

La primera fue cuando me encontraba bajo la lluvia y sabía que probablemente dormiría debajo de una banca en algún parque cercano esa noche, habían pasado ya tres días desde que salí de mi casa, así que con la mirada nublada y casi entrando al desmayo caminaba directo a la nada. Tenia frío y hambre, y caminando ya por varias horas me encontraba el debate metal de si seguir avanzando o regresar resignada a casa implorando perdón. Entonces fue cuando se acercó a mí, aquel chico que sin conocerme me ofreció su ayuda tan apresuradamente. No recuerdo mucho, pues me desvanecí minutos después de que preguntara mi nombre.

Recuerdo que al despertar me encontraba en una clínica, recostada en la cama más cómoda en la que había estado en años, con un poco de dolor de cabeza y suero en el brazo me encontraba sola en la habitación.

JELOUSY - THE CONNECTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora