epílogo, pt. 2.

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𝐞𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨
parte dos




El sol está en mi cara.

Estoy sobré mi espalda, hay césped debajo de mí, una abeja zumba más allá de mi oído, escucho el movimiento del agua, no suena como el océano, es... tal vez, ¿un lago? suena como un lago. Aves en la distancia, una brisa a través de mi pelo, parece verano, es cálido, parece seguro que nada nunca podría lastimarme. Se siente como un sueño y no sé si estoy soñando mientras estoy despierto.

Pasos se aproximan y una sombra cruza por mi cara. Alguien está de pie encima de mí, bloqueando el sol. Escucho una risa profunda que golpea hasta mis huesos y quiero abrir los ojos. Quiero abrirlos, pero no puedo correr el riesgo de que no sea real, que esto sea solo un sueño.

Entonces la figura sobre mi dice una palabra, solo una palabra y lo dice con una voz joven, una voz fuerte, una voz que me duele y con esa palabra, las lágrimas explotan debajo de mis párpados y lloro una canción de pérdida y duelo, de desamor, de alivio, de tanto maldito alivio que creo que voy a desgarrarme por la belleza trágica de todo. Y enterrado en esta canción llega un solo recuerdo que sube a través de la cacofonía que es mi mente, brillantemente iluminado, como si fuera una estrella fugaz. Lo sostengo y lo mantengo apretado porque sé que significa todo.

Porque sé que lo es todo.

Sólo yo lo haré. Solo yo, ya lo verás. Nadie más te llamará como yo lo hago. Nadie lo hará. Si oyes ese nombre, sabrás que viene de mí...

Y por encima de mí, la palabra viene otra vez:

─ Yoongichie ─dice él.

Abro los ojos.







fin.

setenta y dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora